Política sui generis

Estamos inmersos en una nueva política o política sui generis, donde lo tradicional no termina de morir y lo nuevo apenas se asoma. La política no desaparece, sino que converge en una nueva normalidad y se resignifica.

Aristóteles utilizó el término "zoon politikón" para caracterizar al hombre de la antigua Grecia, cuyo significado es "animal político", habitante de las polis (ciudades) o "animal cívico" (civitas), por lo tanto, un "animal social". Capaz de relacionarse políticamente, crear sociedades y organizar la vida a través de empresas públicas. El ágora era el ámbito donde se desarrollaban distintas actividades: políticas, administrativas, comercial y social de la antigua Atenas. Y donde fundamentalmente, se impartía justicia. Si bien el escenario era muy diferente al actual, los temas de discusión tenían que ver con la mejora de las instituciones, establecer reglas de juego para dirimir conflictos e intereses e interpretar las demandas y expectativas de la ciudadanía. El gobierno del pueblo, la Democracia, era la herramienta para establecer una agenda común entre los ciudadanos que participaban de la toma de decisiones.

Está claro lo que el filósofo griego observó en sus tiempos, incluso hay mucha literatura al respecto. De la filosofía como disciplina de las ciencias sociales me interesa retomar el concepto "sui generis", que hace referencia a una idea, entidad o realidad que no puede ser incluida en un concepto más amplio debido a su singularidad y especificidad. El término es utilizado para definir a todo aquello único en su género, que no encaja dentro de los parámetros normales por su excepcionalidad.

Si traspolamos el concepto a la realidad de nuestro país; podemos decir que estamos frente a un gobierno sui géneris por la cartografía que conforma la coalición del Frente de Todos. No tanto por su heterogeneidad, sino más bien, por algunos rasgos particulares: Cristina Fernández de Kirchner (vicepresidenta), es quien tiene los votos. Su fortaleza reside en representar a los sectores pobres del conurbano bonaerense. Por eso es importante demográficamente. Centinela junto a Máximo Kirchner y La Cámpora, de que su proyecto no pierda vigencia en ese territorio. Al mejor estilo Maquiavelo, CFK ya planea la consolidación y expansión del kirchnerismo. De esa manera, trascender a través de su proyecto político. Se trata incluso de acrecentar el poder. El fracaso de Mauricio Macri como presidente hizo que consolidara su base electoral.

Cristina Fernández también es quien controla la sala de máquinas del entramado peronista, quedó en evidencia el pasado 17 de octubre en el acto conmemorativo de los "75 años de Lealtad". Su ausencia, por lo menos, genera intriga, permite que su imagen no se desgaste y prevalezca en la opinión pública. A su vez, CFK para que AF sea presidente se colocó como vice en la fórmula. Eligió de candidato a alguien que no tiene territorio propio, como sí es el caso de Sergio Massa o un volumen político con capacidad de movilización como el de los sindicatos, gremios y movimientos sociales. Alberto Fernández es el presidente de la transición peronista.

Otro componente sui generis es la forma en que el FDT diseñó el gobierno: adoptó un corte de estilo "horizontal", donde las segundas y terceras líneas de cada ministerio responden a diferentes jefes políticos, no necesariamente al mando natural de los ministros de cada cartera o al propio presidente. En los términos de Luis Tonelli un "presidencialismo segmentado", donde cada repartición o sector del gabinete funciona con su propia lógica. Eso hace que la toma de decisiones sea menos efectiva, más lenta o contradictoria la mayoría de las veces. En todo caso, la tensión se da toda vez que Alberto Fernández se ocupa de la táctica de gobierno y Cristina Fernández de la estrategia.

Sui generis también es el comportamiento de los ciudadanos argentinos. En el 2015 Mauricio Macri fue electo para ponerle fin al gobierno kirchnerista bajo los mandatos de reactivar la economía y transparencia de las instituciones. Recientemente, el Frente de Todos fue electo con el mandato de sacar al país de la recesión económica. Sin embargo, el crecimiento de los niveles de pobreza, inflación y aumento del desempleo se sigue agravando pandemia de por medio. Se entiende por ello que, en plena crisis de representación, económica y social, surjan nuevos liderazgos, generalmente reaccionarios al modelo imperante. Por eso se explica el crecimiento en las encuestas de figuras extremas como el de José Luis Espert, Javier Milei o Sergio Berni. Que tiempo atrás fueron personajes marginales o satélites que se expresaban en concordancia con una minoría ideológica. Pero que en el contexto actual se vuelven competitivos para la contienda electoral.

La pregunta es si lograrán representar al sector social que cayó durante la cuarentena: comerciantes, clase media baja, monotributistas, empleados públicos. Es el sujeto social que ya venía descendiendo con el gobierno de Mauricio Macri.

Distinto es el caso de Horacio Rodríguez Larreta, un "rara avis" en el espacio de JxC. Larreta viene construyendo su carrera política desde el gobierno de Carlos Menem, tras su paso por la gerencia general de la ANSES y como interventor del PAMI en el gobierno de Fernando De la Rúa. Ya como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires armó un área dedicada a tejer vínculos con municipios y provincias, bajo la órbita de Bruno Screnci, de cara al 2023. Su imagen pública es valorada como un buen gestor, con capacidad de lograr acuerdos dentro y fuera de su espacio político.

Por último, así como el ágora ateniense fue el escenario de operaciones políticas de la antigua Grecia, en la posmodernidad el campo de batalla es el big data, la inteligencia artificial y las redes sociales como ampliación del espacio público. Atrás quedó el líder carismático que se comunicaba con los electores a través de los partidos de masas, propio del siglo XX. En el siglo XXI el líder político goza de popularidad porque se sostiene en la opinión pública por una relación directa con sus electores. Su poder radica en el crédito que le otorga la ciudadanía a su persona y no sólo del control de recursos organizacionales o dispositivos que le brinda el aparato partidario. Aunque sea necesario para llegar al poder y gobernar. La demanda es por una agenda verde, ecológica, sustentable y con perspectiva de género en la implementación de políticas públicas. Que tienen que ver con nuevas realidades, valores y necesidades para desarrollarse adecuadamente. En la actualidad achicar la brecha digital es fundamental. Estamos inmersos en una nueva política o política sui generis, donde lo tradicional no termina de morir y lo nuevo apenas se asoma. La política no desaparece, sino que converge en una nueva normalidad y se resignifica.