EEUU

El Senado de EEUU confirmó a la jueza de Trump para la Suprema Corte

¿Por qué era indispensable para Trump lograr confirmar a Amy Coney Barrett a la Corte? Los republicanos logran asestar un último gol antes de la elección.

El Senado de EEUU confirmó esta tarde a la ministra Amy Coney Barrett a la Suprema Corte, concretando así el logro más destacable de la presidencia de Donald Trump: su transformación del Poder Judicial con el nombramiento de cientos de jueces jóvenes y conservadores, incluyendo a tres ministros de la Corte. Con este nombramiento Trump, McConnell y los republicanos convirtieron lo que era una corte mitad liberal, mitad conservadora, en un cuerpo con seis votos conservadores y tres liberales.

Barrett ocupará la curul que dejó libre Ruth Bader Ginsburg tras su fallecimiento el mes pasado. A pesar de las protestas de los demócratas, quienes argumentaron que la elección ya estaba en marcha y millones de votantes ya habían ejercido su voto, los republicanos en el Senado continuaron y lograron confirmar a la nueva ministra.

En la noche Barrett, su esposo, Donald Trump y el ministro Clarence Thomas se reunieron en la Casa Blanca con varios miembros de la administración y el Congreso para que el Thomas le tomará el juramento a Barrett. Mañana hará otro juramento ante el presidente de la Corte, John Roberts.

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Barrett agradeció a Trump y al Senado. "Estoy agradecida por la confianza que expresaron en mí, y prometo ejercer mis deberes con la mejor de mis habilidades". Agradeció también a McConnell, el autor desde hace años de la iniciativa republicana por tomar control del Poder Judicial.

"Es el trabajo de un senador perseguir sus preferencias de política pública. De hecho, sería un abandono del deber dejarlas de lado. En contraste, es el trabajo de ministro ignorar sus preferencias en políticas públicas. Sería un abandono del deber no hacerlo", dijo la nueva ministra.

Al final el voto en la Cámara Alta quedó 52-48. Al final, ningún demócrata apoyó la nominación de la jueza, y sólo dos senadoras conservadoras votaron en contra, Susan Collins de Maine, y Lisa Murkowski de Alaska, quienes presumen su corte centrista-moderado. Barrett se convierte en la primera ministra desde 1869 en ser confirmada con cero votos del partido opositor.

Los demócratas acusaron a McConnell y a los republicanos de hipocresía en el proceso. En 2016, luego de la muerte del ministro conservador Antonin Scalia, McConnell bloqueó todas las audiencias del juez Merrick Garland, nominado por Barack Obama. El argumento era que ningún presidente debía nombrar a un ministro en año electoral. Esta vez no les importó que Ginsburg murió a un mes de la elección, cuando muchos estados ya habían comenzado a votar. El argumento republicano fue que, a diferencia de los demócratas en 2016, ellos sí controlan tanto la Casa Blanca como el Senado.

Los republicanos entendieron hace muchos años que controlar el poder judicial -en especial las cortes de apelaciones y la Suprema Corte-les permite en gran medida controlar la legislación. De ahí que desde hace décadas nombran jueces a todos niveles entrenados y aprobados por la Federalist Society, una asociación dedicada a formar juristas con visiones conservadores para mantener el punto de vista republicano en EU, a pesar de la voluntad popular. 

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Encima, el último gran esfuerzo de los republicanos, en caso de que Trump pierda la elección, vendrá justo una semana después, cuando la Suprema Corte decidirá un caso sobre la constitucionalidad del Obamacare, el sistema de salud instalado por Barack Obama. Barrett tendrá la oportunidad de votar con sus colegas conservadores sobre si destruyen o no el sistema de salud, lo que dejaría sin protección a 20 millones de estadounidenses en medio de la pandemia.

Otra razón importante para Trump es la elección. Si en efecto ocurre algo como lo que pasó en 2000 en la elección Bush-Gore, y la decisión del ganador termina en las manos de la Suprema Corte, seis jueces conservadores podrían fallar a favor del presidente y darle otro término en la Casa Blanca.