La "sarasa" para justificar lo injustificable

El presupuesto del próximo año debería reflejar alivio fiscal para que la economía vuelva a crecer y debería reflejar el federalismo que brilla por su ausencia cuando los impuestos de emergencia no se coparticipan.

 El Gobierno habla de federalismos y de una agenda de crecimiento que contradice a sus acciones concretas. Si el Gobierno quiere, como dijo el propio Presidente, puede rediscutir la Ley de Coparticipación Federal, lo cual estoy convencido que es una deuda pendiente, sobre todo para los distritos del interior que fueron perjudicados por las negociaciones de las últimas décadas.

Hoy tenemos las herramientas para hacerlo y ya que al Gobierno no le preocupa caer en una espiral inflacionaria en el corto y mediano plazo -dado los niveles de emisión monetaria-, sería bueno que ese dinero se coparticipe, que la transferencia del Banco Central al Tesoro Nacional se distribuya bajo criterios de la propia Ley de Coparticipación, criterios demográficos y de desarrollo humano.

Los distritos que peor están hoy no son los de la región central y Chubut es un caso paradigmático, una provincia que hace más de tres meses que no paga los sueldos ni las jubilaciones y donde los directores de los hospitales públicos amenazan con renunciar por la falta de insumos, además de sus honorarios. La agenda del interior, sin dudas, también debería ser parte de la agenda del Gobierno Nacional.

La Ley de Presupuesto no plantea ninguna agenda de austeridad o responsabilidad fiscal, así como la agenda de crecimiento tampoco pasa por aliviar a quien quiere emprender, trabajar, generar empleo.

Tenemos un grave problema de competitividad que nos impide escalar en la cadena de valor, tener mayor cantidad de empresas y, precisamente, generar trabajo. No es casualidad que tengamos más del 40% del empleo no registrado y de eso nadie habla. ¿Por qué nadie habla? Porque hay intereses que tocar y en muchos casos, intereses de los amigos del poder como algunas corporaciones sindicales. La misma semana que el Presidente hablaba de soberanía alimentaria, en Chubut por un conflicto gremial se tiraban más de 500 mil kilos de langostinos.

La misma semana que el Presidente hablaba de soberanía alimentaria, en Chubut por un conflicto gremial se tiraban más de 500 mil kilos de langostinos

Lo primero es ser claros y dejar de gobernar en base al oportunismo político, porque así no hay Estado que aguante.

El presupuesto del próximo año debería reflejar alivio fiscal. La Argentina para crecer necesita alivio fiscal y esos nuevos impuestos que se crean en Argentina por alguna coyuntura de crisis, como siempre, después se eternizan y un claro ejemplo de eso es el impuesto al cheque, que sigue afectando la economía de las empresas.

Este es un presupuesto centralista, que le quita a las provincias la posibilidad de acceder a recursos. Mientras estén vigentes esos nuevos gravámenes, como el Impuesto País, deberían coparticiparse. Con que sólo el 30% de ese impuesto se coparticipe, estamos hablando de más de $20.000 millones que podrían aliviar la situación de las provincias y sus municipios.

En la reforma tributaria hay una visión electoralista, cortoplacista y demagoga. El propio ministro de Economía, Martín Guzmán, admitió no preocuparle el gasto público, gasto del que pagamos las consecuencias somos todos los argentinos.

Este es un Gobierno que apunta claramente contra los ahorristas, con un nivel de cinismo que sorprende. Y, utilizando un término del propio ministro Guzmán, "saraseó" durante una hora en una entrevista, en la que no pudo justificar ni sus propios ahorros en dólares. Es indignante que algunos sean perseguidos por tener 2 o 3 mil dólares en una caja de ahorros cuando el jefe del Bloque del Frente de Todos, Máximo Kirchner tiene más de un millón en una caja de ahorros y nadie le pide explicaciones.

Es un Gobierno que tiene una vara para los amigos y otra para el resto de los ciudadanos y eso es peligroso. Es peligroso que el Gobierno elija gobernar en base a los medios que le dicen que tienen razón en lugar de tener una mirada común sobre la realidad tan crítica que atraviesa nuestro país.

Un verdadero estadista no le debe tener miedo a asumir costos políticos pensando en un modelo de país a mediano plazo. Este gobierno decide en base al oportunismo político y queda demostrado cuando se exponen sus propias contradicciones.