Educación: La X en la ecuación COVID

¿Cómo llevar adelante la reactivación de la economía, y por tanto la normalización del trabajo, sin normalizar la actividad del sistema educativo?**

 **escrito en colaboración con Sabrina Morán, magíster en Ciencia Política, docente universitaria y becaria doctoral del Conicet.

A más de 100 días del inicio de la cuarentena, hemos atravesado la más amplia variedad de estados de ánimo, consumimos información de incontables e incomprensibles fuentes y desarrollamos y transformamos nuestras posiciones constantemente. En este contexto vertiginoso, algunos debates, falsos o no, se han instalado y sostenido en la agenda pública. Uno de ellos, quizás el más popular, consiste en la dicotomía salud Vs economía. En esta clave hemos decidido reflexionar. Si bien así planteada esconde una profunda falsedad, la ecuación cambia si agregamos un nuevo factor: la educación.

¿Cómo llevar adelante la reactivación de la economía, y por tanto la normalización del trabajo, sin normalizar la actividad del sistema educativo? La encerrona es clara: las escuelas son un foco de riesgo principal, pero si los niños y las niñas no vuelven a las aulas, sus padres tampoco pueden volver a sus puestos de trabajo. La reglamentación del teletrabajo ofrece una solución parcial para los padres y madres que trabajan y realizan tareas de cuidado en simultáneo. Queda por resolver la situación de aquellos que por las características de sus trabajos deben realizarlos fuera de casa.

El informe de la Asociación Civil Tejiendo el Barrio, realizado en colaboración con la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, pone la atención en el rol que cumplen las redes de cuidado normalmente en la vida de los padres y madres y la forma en que las mismas han mutado en el contexto del ASPO. La pandemia y el aislamiento social permitieron comprender con mayor claridad las estructuras de cuidado que se articulan en torno a la crianza de los niños y niñas en Argentina. La escuela constituye el lugar central, no sólo en su rol formativo sino también de cuidado, y como constructora de ciudadanía. La familia, no obstante, tiene una preponderancia equivalente o superior en este esquema, reforzado por el cierre prolongado e indefinido de los establecimientos educativos a partir de la crisis covid-19.

A diferencia de otros países, en Argentina los familiares de segundo y tercer grado de consanguinidad (tíos y abuelos) tienen un rol central en el cuidado de los niños, niñas y adolescentes. Esto cruza todas las clases y tiene efectos interesantes en el contexto de la pandemia, donde el recurso a los familiares se intensificó, sobre todo en los casos en que los padres y madres deben salir a trabajar. Esta foto del tejido social argentino nos brinda una imagen entrañable de la calidez y la cercanía de la sociabilidad nacional. Sin embargo, en un contexto en que cuidar al otro es mantenerse a distancia, la situación se complica bastante. 

Hoy en día, la concientización respecto de la necesidad de evitar las reuniones familiares es el eje de la campaña de prevención contra el coronavirus. Los datos obtenidos en la investigación sobre trabajo y tareas de cuidado nos muestran que las particularidades del entramado social, cultural y educativo argentino dificultan la eficacia de esta iniciativa. En pocas palabras, la ecuación de reactivación económica no cierra sin el regreso a clases. La ausencia del papel de la escuela en las tareas de cuidado profundiza los roles de cuidado familiares muchas veces ejercido por adultos mayores.

Las conclusiones no son cómodas, como no debe serlo ningún debate que busque profundizar más allá de posiciones simplistas y acomodadas a discursos de turno. Las y los argentinos hemos realizado una enorme tarea en el desarrollo institucional y el cumplimiento de una cuarentena que salvó decenas de miles de vidas. Sin embargo la salida no será milagrosa y requerirá de transformaciones políticas, económicas y culturales profundas. El estudio de la estructura de roles de cuidado tendrá un rol fundamental en ese proceso permitiéndonos desarrollar herramientas para acompañar una problemática oculta, combatir la sobrerrepresentación femenina, garantizar derechos y desarrollar alternativas que permitan seguir salvando vidas.

Los seres humanos somos seres gregarios, y los argentinos un poco más. Quizás tengamos que aprender a tomar cada uno de su mate, usar tapaboca cada vez que nos encontremos y abordar en profundidad esa sutil diferencia entre trabajo y amor.