Economía

Inflación: la emisión monetaria sí es la causa

El regreso de la Teoría Monetaria Moderna supone enormes riesgos para la Argentina y los países que no ahorran en su propia moneda.

"La emisión monetaria no es la causa de la inflación", dijo la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca y dejó en claro cuál es su filosofía económica a la hora de encarar las cuestiones socioeconómicas de esta nueva Argentina pandémica.

Conocida como MMT (por sus siglas en inglés), la Teoría Monetaria Moderna defiende el uso de la emisión monetaria para combatir el déficit fiscal. Esta teoría describe y analiza las economías modernas en las cuales la moneda nacional es una moneda fiduciaria, o dinero fiat, emitida por el Estado y de curso legal y forzoso. Uno de los predecesores originales de la MMT fue Georg Friedrich Knapp quien sostuvo que el Estado puede crear billetes sin respaldo en ningún bien y hacerlos intercambiables reconociéndolos como moneda de curso legal, con el criterio de que el dinero de un Estado es el que se acepta en las oficinas públicas de pago.

El punto clave de la MMT y lo que defiende Todesca en representación del Frente Todos, es que un Estado monetariamente soberano es el proveedor monopolista de su moneda y puede emitir moneda de cualquier denominación en formas físicas o no físicas. Como tal, tiene una capacidad ilimitada para pagar los bienes que desea comprar, cumplir con los pagos prometidos en el futuro, y posee una capacidad ilimitada para proporcionar fondos a los otros sectores, por lo que la insolvencia y la bancarrota de este Estado no es posible, ya que siempre podrá emitir dinero para pagar sus deudas.

Sí vamos un poco más atrás en el tiempo y recordamos sus frases, una de las figuras del partido Kirchnerista en salir a defender esta corriente económica, fue la economista Fernanda Vallejos, quien declaró que cuando un país posee un determinado nivel de soberanía monetaria, como es el caso de Argentina, es posible financiar proyectos de inversión que generen empleos bien pagados y útiles para toda la sociedad (en el sector público, por ejemplo). También sería con este enfoque, posible pagar el déficit público que todo estado no logre cubrir con su recaudación impositiva.

El pensamiento de Fernanda Vallejos no es erróneo si se lo lee desde una perspectiva de quienes no han sabido comprender la teoría planteada por Frederic Say, quien en su tesis definía que toda oferta crea su propia demanda. La forma correcta de entender esta teoría es que para que una persona pueda demandar algo en el mercado, previamente debe haber ofertado un bien o servicio que lo faculte para obtener ganancias y, de esta manera, poder demandar en el mercado de bienes y servicios. De esta manera, una oferta previa crea su demanda.

Sin embargo, los keynesianos no supieron entender esta relación temporal entre conceptos y pregonan que toda crisis económica se debe a una sobreoferta de productos frente a una alta escasez monetaria. Por ende, desde su perspectiva, para evitar una recesión, se busca estimular la demanda vía emisión monetaria teniendo en cuenta, que este dinero, al ser la moneda de curso legal siempre será demandado aún así sea para pagar impuestos públicos.

Acá entran en juego dos puntos importantes. Es una realidad que, al estar definido cuál será el dinero de circulación legal en el Estado, este deberá ser irremediablemente demandado para el pago de impuestos, lo cual es algo obligatorio por ley. Sin embargo, no debemos olvidar que al ser una economía en la cual las transacciones se realizan a partir de dinero fiduciario, el valor de esta moneda depende netamente de la confianza que tienen los agentes económicos y no del valor que el Estado quiera darle.

Ahora, muchas personas se preguntan: "Si esto es real, ¿por qué Estados Unidos no tiene inflación como Argentina sí emite tanto?" Vale decir que si la demanda de dinero de circulación legal aumentara, la capacidad de emitir moneda para financiar el déficit también podría aumentar sin temer que repercuta directamente en precios. Esto es lo que sucede en Estados Unidos gracias a que no solamente los estadounidenses quieren tener dólares en su poder, el dólar como divisa cuenta con demanda global.

Por el contrario, si ante un incremento de la base monetaria, la demanda real de dinero y la cantidad de bienes producidos en una economía se mantienen inmutables y nadie quiere atesorar ese papel moneda, tarde o temprano la emisión excedente presionará sobre los precios e irremediablemente tendremos inflación.

Tanto Cecilia Todesca como Fernanda Vallejos sostienen que el emisor soberano de moneda fiduciaria nunca puede ser insolvente. Para ellas, los impuestos no se usan para lograr ingresos para el Gobierno, sino más bien para regular la demanda agregada. Si ese fuese el caso, Venezuela debería ser el país que mejor regula la demanda agregada y no ser un país totalmente en ruina económica.

Siempre de acuerdo a lo que sostienen ambas economistas, al emitir más moneda, crece el ingreso de las personas. Como solo una parte menor de sus ingresos se destina al pago de impuestos, esto nos dejaría a cada uno de nosotros con un mayor ingreso disponible para consumir, ahorrar o invertir.

El tiempo es dinero y el dinero es tiempo

En ese análisis hay algo que se deja completamente de lado y que es válido recordar. Según Ludwing Von Mises, el dinero es un representante del tiempo destinado al trabajo de producción, por ende, todo dinero existente debe tener necesariamente una relación de trabajo producción por detrás. Recordemos lo que decía Say, para poder demandar, primero debo haber ofertado.

Es imposible crear artificialmente dinero sin que esto repercuta en el valor de la moneda y lo termine licuando mediante lo que comúnmente llamamos "Impuesto Inflacionario". En otras palabras: gastar sin producir es robar.

La idea clave es que, en tanto el dinero es encarnación de valor -o sea, de tiempo de trabajo social- es imposible crear valor emitiendo dinero. En otros términos, es imposible sustituir el trabajo como generador de valor, por la emisión monetaria. Pretender hacerlo es mero curanderismo social.