Vicentin

Emerge el modelo de Cristina

La expropiación de Vicentin ofrece un primer indicio fuerte del modelo de país que ensaya la vicepresidenta.

La expropiación de Vicentin es la primera decisión estructural del actual mandato. Esinteresante porque permite vislumbrar qué modelo de país tiene Cristina Kirchner en la cabeza. Ycomo suele suceder con la vicepresidenta: lo que se observa es una coherencia blindada consus convicciones. Vicentin retoma la línea que inició el ingreso del Estado en YPF.

El kirchnerismo habla y debate con intensidad casi todo, menos lo verdaderamente importante.Para entender su modelo de país y el rol que le asigna al Estado y el Mercado en ese diseño, suvisión de los limites de la propiedad privada y las libertades civiles, hay que ver lo que hace,porque será imposible encontrar literatura validada que detalle el rumbo que se pretende.

No debería sorprender. Cristina tributa así al más clásico peronismo, un movimiento que fuetomando forma en el ejercicio pragmático del poder. Pero esa flexibilidad no impide quepuedan encontrarse algunas ideas persistentes. Salvo en el experimento neoliberal de Menem, lapresencia de un Estado con algún grado de intervención directa en los sectores estratégicos dela economía es parte del ADN peronista. De la concentración estatal del comercio de granos del IAPI para acá, en todo casoha transitado un camino de moderación, que no impide que en momentos que el poderconsidera críticos, vuelva a emerger con convicción. Para decirlo fácil: cuando el peronismointuye un riesgo o una oportunidad vital, la solución suele aparecer de la mano de unairrupción fuerte del Estado, avanzando sobre lo privado.

La expropiación de Vicentin tributa al más clásico ADN peronista, un movimiento formado en el ejercicio pragmático del poder, pero con una idea persistente: cuando intuye un riesgo o una oportunidad vital, la solución suele aparecer de la mano de una intervención fuerte del Estado, avanzando sobre lo privado.

Algunos, acaso con algo de inocencia, podrán argumentar que ahora estamos ante un Estadopobre, sin recursos para desplegar un poder expansivo. Pero ese dato de la realidad, vistodesde un Estado que se sueña fuerte, es en todo caso una señal de urgencia para acelerar lareconstrucción. Que el Estado no tenga dinero es secundario. En todo caso tiene el monopoliode la fuerza e infinitos resortes administrativos para hacerse de lo que le falta. Ladecisión de Vicentin es un ejemplo. Se intervino una compañía que ya estaba intervenidajudicialmente y en concurso. O sea, transitaba un proceso normal para una empresatraumatizada. Pero una decisión político-estratégica se impuso a los tiempos judiciales y acasoalgún día la Corte Suprema diga algo. Mientras tanto la empresa ya está en manos del poder.

No es un secreto la afinidad de Cristina con China y la Rusia de Putin. Países que pasaron de lapobreza y la debilidad económica y geopolítica a situaciones de mayor fortaleza, combinando expansión del Estado en áreas estratégicas de la economía conespacios delimitados -y monitoreados- de actividad privada. Putin es el ejemplo más clarode un presidente que recibe un Estado desmantelado al borde de la impotencia y a fuerza deexpropiaciones y otras medidas de disciplinamiento económico, va construyendo la Rusiaactual.

El lado B de estas experiencias suele transitar un denominador común: elavance sobre las libertades civiles. Pero la comparación en este caso no se usa paraestigmatizar ni para buscar similitudes mecánicas, sino para explorar rasgos posibles que en todo caso se van a reinventar en unentorno distinto, que incide y limita. Por eso, es ocioso hablar de Venezuela. Argentina nonecesita ser Venezuela. Le alcanza con ser Argentina. Expropiaciones, alta inflación y crisis dedeuda, son ya parte esencial de nuestra naturaleza, como también lo es la iniciativa privada, elespíritu emprendedor y la idea de un país capitalista.

Bajo ese paraguas complejo, Cristina empieza a retomar la construcción del modelo que Macripuso en pausa. Y no parece casual que esto ocurra cuando parece transitar el camino de salida de su batalla más urgente, la judicial. Un proceso penal que comienza a girar su orientación. De denunciada a denunciante. Desospechosa a víctima. El caso Vicentin en ese sentido es transparente: un empresario fallido queapostó todo a la reelección de Macri, para apalancado en los créditos direccionados del BancoNación, evitar el desapoderamiento de su empresa. Como algunos jueces que hoyinvestigan con fiereza dispositivos de los que formaron parte. Casi un ejercicio de autocrítica, nosobre sus convicciones republicanas, sino más bien sobre su olfato político.