A 50 AÑOS DE LOS FUSILAMIENTOS

Civiles y militares fueron asesinados en Jose León Suarez, bajo el regimen dictatorial de Aramburu.

El pasado 9 de julio se cumplieron 50 años de los fusilamientos de José León Suárez, el hecho brutal que marcó la sangrienta dictadura del ex presidente Eugenio Aramburu, en la que fueron asesinados un grupo de civiles y militares peronistas, que se sublevaron contra la incipiente dictadura.

En 1955, el general Aramburu tomaba el poder por las armas. La experiencia de Juan Domingo Perón en el poder quedaba atrás, y pasaría al exilio por 17 años antes de volver al suelo argentino.

El cadáver de Evita había sido secuestrado de la CGT, y cualquier mención a Perón o al peronismo estaba prohibido. La constitución de 1949 fue anulada, los partidos políticos disueltos, y la persecución y la violencia signaron la vida del país. El peronismo sería proscripto hasta 1973.

En ese marco, un grupo de generales encabezados por Juan José Valle y Raúl Tanco, acompañados por un grupo de oficiales, comenzaron a diseñar un levantamiento para exigir el cese de la persecución al peronismo y la libertad a los presos políticos. Por esos días, además, el propio Aramburu firmó el decreto 10.362 que decretaba la Ley Marcial, y tenia en marcha los decretos 10363/56, que establecía la pena de muerte, y el 10364 que daría los nombres de los que serían fusilados en el basural.

Todos los levantamientos ocurrieron la noche del 9 de junio. El gobierno estableció el día siguiente la Ley Marcial, en un decreto firmado por Aramburu, Rojas, los ministros de Ejército, Arturo Ossorio Arana, de Marina; Teodoro Hartung; de Aeronáutica, Julio César Krause y de Justicia, Laureano Landaburu.

En la madrugada del 10 de junio, asesinaron a los detenidos en Lanús. Horas más tarde, en los basurales de José León Suárez, la policía bonaerense, a cargo del teniente coronel Desiderio Fernández Suárez le ordena al jefe de la Regional San Martín, comisario Rodolfo Rodríguez Moreno, que fusile a 12 civiles, de los cuales siete logran huir pero cinco mueren.

La historia es cruel pero tiene fisuras inexplicables. Ante esta situación aparecerá meses más tarde "el fusilado que vive". Se trata de Juan Carlos Livraga, el hombre que le relatará la historia a Rodolfo Walsh y que servirá para que el escritor publique uno de los libros más importantes de la historia del periodismo de non fiction en el mundo: "Operación Masacre".

Relata Walsh: "Seis meses más tarde, una noche asfixiante de verano, frente a un vaso de cerveza, un hombre me dice: ‚´Hay un fusilado que vive ‚´. No se que es lo que consigue atraerme en esa historia difusa, lejana, erizada de improbabilidades. No se porque pido hablar con ese hombre, porque estoy hablando con Juan Carlos Livraga[ ¢â‚¬Â¦]Livraga me cuenta su historia increíble; le creo en el acto. Asi nace aquella investigación, este libro".

El jefe del levantamiento, general Juan José Valle, fue fusilado sin sumario. Antes de morir dejó una carta que fue dirigida al propio Aramburu: "Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos. Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años sus victimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones."