Coronavirus

Trump, Xi y un teléfono rojo con ruido en la línea

Los líderes de las dos potencias globales hablan poco y mal. Cualquier rescate global es inviable si China y EEUU no replican un esquema similar al de 2008.

El embajador de EEUU en México, Christopher Landau, se lo compartió a algunos hombres de la esfera empresarial mexicana en la últimas horas: hace semanas que Donald Trump no conversa con Xi Jimping. Un mutismo que se quebró este jueves luego de la teleconferencia de los líderes del G20, pero que no disminuyó la tensión. Fue una conversación distante y formal. Ya van semanas de la pandemia que sacude al globo y los dos líderes más poderosos no hablan de manera franca y habitual entre si.

Es un dato crucial para el momento actual en el cual el G-20 analiza como superar el desastre del Covid-19 de modo coordinado. La no comunicación entre quienes gobiernan las dos principales economías hará difícil cualquier plan de alivio.

A diferencia de la crisis financiera del 2008, cuando George W. Bush y Hu Jintao hablaban casi a diario, EU y China llegan a este momento con el antecedente de la guerra comercial detonada por Trump y, lo cual es más grave, con algunas tensiones que tienen que ver directamente con la pandemia. 

Trump quiere ir por la reelección hablando mal de China, por eso habla del "virus chino" y alega que ese país se roba los empleos estadounidenses y busca vulnerar la seguridad nacional a través del gigante de la telecomunicaciones Huawei

Hace diez días voceros del Partido Comunista chino acusaban en la prensa de su país a EU de ser el responsable del Covid-19 en un plan de guerra bacteriológica. Nadie central del gobierno chino suscribió esa idea y nunca aparecieron las pruebas, pero en un régimen tan vertical como el de Beijing no hay margen para iniciativas individuales.

En paralelo, en EU fue arrestado Charles Lieber, un científico prominente y profesor en Harvard. La detención la hizo el FBI y el motivo sería la venta de ciertos secretos industriales estadounidenses a China. Una drama sensible y sobre el cual las máximas autoridades de la universidad más prestigiosa de EU guardan un silencio sugestivo.

En paralelo a la cumbre de los ministros de Economía del G-20 tuvo lugar un intercambio similar entre los del G-7. No hubo una declaración porque Canadá, Italia, Alemania y Francia no aceptan denominar al Covid-19 como "gripe china", que es la postura de la Casa Blanca. Es entendible: así como Trump no habla con Xi Jimping, este último si se ha comunicado con Justin Trudeau, Giuseppe Conte, Angela Merkel y Emmanuel Macron.

Esos contactos dan lugar a otra realidad: China está desplegando un nuevo tipo de diplomacia, de corte sanitario, mediante el envió de expertos y médicos a Europa para observar el comportamiento del virus y hacer recomendaciones sobre el formato de la cuarentena.

Entre los múltiples inconvenientes que aparecen para reflotar la relación de China y EU, está la campaña electoral de noviembre. Trump quiere ir por la reelección hablando mal de China, alegando, al igual que hace cuatro años que ese país se roba los empleos estadounidences y que busca vulnerar la seguridad nacional a través del gigante de la telecomunicaciones Huawei. Para Trump cualquier issue electoral siempre es más atractivo que las cuestiones propias de la gobernabilidad. Una conducta que no cambia aunque el mundo se derrumbe.