Chile

 Piñera, la crisis y el covid

En medio de un contexto extremadamente particular debido a las masivas protestas sociales de los últimos meses, el gobierno de Sebastian Piñera se enfrenta al coronavirus decretando un Estado de Excepción por noventa días.

Mientras tanto, en el Chile de las protestas masivas y las manifestaciones multitudinarias contra el gobierno de Sebastián Piñera, lo que no logró hacer ni la policía ni el oficialismo, parece haberlo hecho el brote de la pandemia de coronavirus. El presidente decretó el Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe ante el aumento de los casos del virus.

El país ingresará en una cuarentena de noventa días, donde, entre otras medidas, se restringirá el derecho a la libre circulación de sus habitantes, y diversos recortes a garantías constitucionales individuales. Es una medida que ya se ha tomado en otros países del mundo como España, Francia o Italia, en estados más avanzados de la pandemia.

Pocos podrían oponerse a un decreto de este tipo en estas circunstancias, sin embargo, dadas las particulares condiciones que atraviesa Chile desde mediados de 2019 con el estallido de las protestas populares, es una situación, cuanto menos, peculiar. No son pocos, quienes, desde la oposición más dura, aseguran que a Piñera esto le sirve para calmar un escenario que amenazó en numerosas ocasiones con llevárselo puesto.

Esto impactará fuertemente en una economía ya de por sí golpeada debido a las manifestaciones. Muchas empresas no estarán en condiciones de resistir las medidas ya que se cerrarán todos los centros comerciales y sólo se permitirán los servicios asociados a la salud, alimentos, bancos, farmacias, y tiendas que venden insumos para el arreglo del hogar como ferreterías. Esta reducción a nivel mínimo de la economía chilena pone al país en un escenario extremadamente frágil.

El presidente aseguró que, en este contexto, las Fuerzas Armadas actuarán como "verdaderas fuerzas sanitarias, colaborando con todos los funcionarios de nuestro sistema de salud, los cuales durante las últimas semanas han trabajo incansablemente". Algo que viene siendo normal en todos los países del mundo afectados por la pandemia, en Chile tiene otras connotaciones. No sólo debido a su historia dictatorial sino también al estado particular de los últimos años.

Al mismo tiempo, Piñera anunció un ambicioso plan económico que tiene como objetivo frenar la crisis que se provocará a causa de la paralización del país. Utilizará nada más y nada menos que el 4,7% del Producto Bruto Interno chileno, es decir, unos 12.000 millones de dólares. Destinado principalmente a reforzar el presupuesto en salud, así como también para proteger los puestos de trabajo que peligran debido al cierre de comercios. A su vez, presentó un Fondo Solidario de 100 millones de dólares para "atender emergencias económicas y sociales de las Pymes, a través de los municipios y los ingresos familiares".

A través de esta medida se emitirá un bono que abarcará a dos millones de personas que reciben el bono de Subsidio Único Familiar. Al mismo tiempo, el gobierno garantizará el pago a todos aquellos que no puedan asistir a su trabajo debido al coronavirus. Sumado a esto, se realizarán descuentos y perdones impositivos mientras dure el Estado de Excepción.

Chile se encuentra en un momento excepcional desde hace meses. No obstante, la crisis mundial desatada por el coronavirus lo afectó de manera particular. Sumido en su propia crisis política, social y económica que afecta especialmente a la figura del presidente.

Por supuesto, se suspenderá el plebiscito constituyente que estaba previsto para el 26 de abril. Uno de los reclamos más importantes de los manifestantes. El desafío más grande que tienen las organizaciones opositoras al gobierno chileno que se encontraban desde hace meses en las calles es lograr canalizar la frustración y el descontento por la vía política.

Será especialmente difícil, debido a que basaron toda su fuerza en las intervenciones callejeras, plazas llenas, y marchas a lo largo y ancho de todo el país. Esta etapa de la lucha, sin embargo, donde esto será imposible, deberá ser utilizada de la mejor manera por los dirigentes opositores para convertirse en una fuerza con posibilidades reales de llegar al poder una vez que pase este estado de excepcionalidad.