Aislado y desconectado, dos veces aislado

 En las crisis es útil contar con herramientas digitales adecuadas, distribuidas y con accesibilidad.

Como decíamos ayer: "En verdad, si a los sectores vulnerados y más humildes de nuestra sociedad, aparte de que viven en condiciones desventajosas respecto a empleo, alimentación, salud y educación, los condenamos a estar 'desconectados' están sufriendo un nuevo agravio a su ya precaria condición."

Y vemos hoy, en virtud del estado de emergencia que vivimos los argentinos por el coronavirus, como ese porcentual de compatriotas fuera de la conectividad y de la alfabetización digital sufren más que otros los inconvenientes causados por la pandemia. En casi todo el mundo y acá también se impulsaron medidas de distanciamiento social y aislamiento, muchos se encuentran en la obligada cuarentena y otros deben efectuar desde sus hogares los trabajos que puedan hacerse a distancia. Ahí juega un rol clave el uso de conexiones a internet, aumentado en función de que más personas permanecen en sus casas, y a realizar las tareas laborales que antes se efectuaban fuera del domicilio.

Pero estos inconvenientes son absolutamente menores ante quienes no poseen la preparación mínima de uso de computadoras y teléfonos inteligentes o directamente no están conectados desde esas terminales mediante banda ancha,  una tecnología transversal que hace crecer económica y culturalmente a las sociedades.

Y si vemos lo federal, el país tiene cerca del 65% de conectados como promedio nacional, pero hay provincias con el 30% y sigue existiendo un 35% que no está vinculado a la conectividad. Como dato del famoso concepto "unitario", vemos que en la Ciudad de Buenos Aires ¡hay más conexiones que hogares!

Obviamente no vamos a comenzar ahora, hoy, a resolver el tema de la exclusión digital y tecnológica, bastante atareado está el gobierno conduciendo la lucha contra la pandemia, pero sí es útil este momento para valorar la importancia de contar, en ocasiones críticas como la actual, con las herramientas digitales adecuadas, distribuidas y con accesibilidad para toda la población. En un caso para poder realizar trabajos desde el aislamiento y eso ayuda a no perder calidad laboral y salarial y mantener a empresas y comercios con un nivel de actividad. Y en otro caso para sostener una nivel de vinculación virtual, entretenimiento e información desde las redes y microbloggings.

Y en este contexto arduo, puede plantearse aún contrariando el principio de neutralidad en la red que se otorgue prioridad en la transmisión de datos de servicios que estén emparentados con el teletrabajo y la salud.

De haber seguido con el plan d consolidación de TDA al ritmo 2009/2015, hoy esta "innovación tecnológica con aplicabilidad social" serviría, y mucho, para clases a distancia, divulgación de conductas antivirus, medicina remota, estadísticas, emergentologías clínicas y otras. Y la asignación de computadores hasta 2015, mediante el Plan Conectar Igualdad, hace que hoy muchos argentinos puedan, desde su casa, estar unidos a otros.

En definitiva hoy vemos más claro, emergencia mediante, que la disparidad conectiva que hay en Argentina muestra aquello que venimos afirmando sobre "que la brecha digital es una expresión de la brecha social".