Coronavirus

Coronavirus: El complejo equilibrio entre la prevención "agresiva" de la OMS y el temor a una recesión global

La OMS pide que los gobiernos tomen medidas más duras. Los economistas temen el impacto de una recesión causada por una paranoia colectiva.

Por estas horas, mientras el número de infectados de coronavirus no para de crecer (125 mil personas, según las cifras oficiales), y los mercados mundiales registran sus peores resultados desde la crisis financiera del 2008, la pregunta en la cabeza de la mayoría de los gobernantes parece ser una sola: ¿cuánto aislamiento y mecanismos de control puede un país poner en marcha sin ahogar su economía?

Esa tensión, que ha paralizado a administraciones tan disímiles como las de Estados Unidos e Irán, criticadas ambas por la lentitud de su reacción ante el coronavirus, parece estar en el centro de la advertencia del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien luego que la OMS elevara al covid-19 de epidemia a pandemia este miércoles, pidió a todos los gobiernos "redoblar inmediatamente los esfuerzos", acaso alarmado por la inacción de países que temen infligir un daño profundo a sus economías si hicieran frente a la crisis sanitaria de manera contundente y abierta.

Es que si el impacto del brote del SARS, que en el 2003 infectó a 8 mil personas, se calculó en 50 mil millones de dólares, las consecuencias de la expansión del virus originado en la ciudad china de Wuhan -así también como del pánico que genera su contagio alrededor del mundo- ya ha provocado que la mayoría de los expertos den por descontado que una recesión en la economía sea el único resultado posible esta vez. La duda, nada más, es cuán grave será.

Y si bien la información oficial indica que China y Corea del Sur, los dos países con mayor cantidad de casos, ya han comenzado a contener la expansión del virus, esto fue gracias una política muy agresiva de controles y aislamiento que, de llevarse a cabo en el resto del mundo, como ya sucede en Italia, no solo sería histórica, sino que su impacto en la economía sería incalculable.

Habitantes de la Ciudad de México se desplazan con barbijos por el centro de la ciudad.

El factor humano, por supuesto, sigue siendo el evidente principal elemento en una crisis de esta magnitud. Pero preocuparse por uno no debe significar descuidar el segundo factor más importante, el económico. Cuánto atender a uno sin socavar al otro es el desafío que no todos los gobernantes están sorteando de manera exitosa.

Tomemos los ejemplos de Estados Unidos y Perú. Luego de semanas de desestimar el peligro del coronavirus y llamarlo un invento demócrata para perjudicarlo políticamente, el presidente de EU, Donald Trump, ha comenzado a tomarse el serio el asunto, luego que los casos de personas infectadas llegaran a 1,000 en su país y las acciones de Wall Street se desplomaran.

Se esperaba que esta noche el mandatario, que en unos meses deberá revalidar su presidencia en las urnas, emitiera un mensaje a la nación anunciando una serie de estímulos económicos, especialmente enfocados a las industria de los servicios y el turismo. En cambio, el anuncio más importante fue anunció que suspenderá por 30 días los ingresos desde los países de la Unión Europea a Estados Unidos.

La reacción parece llegar tarde, más si se lo compara con las medidas tomadas por otros países. A menos de una semana de haber registrado su primer caso de coronavirus, Perú anunció este miércoles todo tipo de restricciones de movimiento, desde cuarentenas obligatorias hasta la cancelación de las clases en escuelas y universidades. A la vez, el gobierno de Martín Vizcarra anunció un paquete económico para combatir el impacto de la epidemia en la economía de varios cientos de millones de dólares.

El caso mexicano

La quejas de Guterres y Tedros Adhanom, el titular de la OMS que denunció los "alarmantes niveles de inacción" de los gobiernos en una conferencia este miércoles, exponen un disputa histórica que suele repetirse en las administraciones de todo el mundo: los especialistas en salud pública tienden a "magnificar" las medidas de prevención en casos de epidemias o pandemias, frente a las resistencias típicas de los equipos económicos de gobiernos.

México tiene su propia historia -muy reciente- al respecto. Cuando estalló la gripe H1N1, Felipe Calderón escuchaba dos recomendaciones antagónicas en su Gabinete. Por un lado, José Ángel Córdova Villalobos -Secretario de Salud- recomendaba un paro de actividades urgente. Frenar toda actividad pública por dos semanas para contener los contagias.

Del otro lado, Agustín Carstens -entonces Secretario de Hacienda- se quejaba por el "sobre-giro" en las alarmas que ponía su compañero de Gabinete, y advertía que los costos para la economía podían ser enormes, y más con un entorno internacional complejo.

La resolución fue intermedia: como en ese momento se venía el feriado por el 1 de mayo que caía en viernes y formaría un fin de semana largo, se optó por extender el paro actividades hasta el martes 5, una concesión hacia el Secretario de Salud, sin paralizar tanto la economía.

El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, junto al presidente López Obrador.

¿Y qué pasa con la 4T? Si bien Alfonso Romo, jefe de la oficina de la Presidencia, calificó al coronavirus como una "emergencia nacional", el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell, la cara visible de la respuesta del gobierno al brote, rechazó tajantemente este rótulo, al igual que lo hiciera el propio López Obrador, quien pese a reconocer incertidumbre en la economía derivada del temor al covid-19, sostuvo que se trata de una situación que se podrá contener.

¿Eso significa que el gobierno ha actuado de manera irresponsable minimizando sus posibles riesgos? No es lo que piensan los expertos.

El doctor Mauricio Rodríguez Álvarez, profesor de Virología de la UNAM, asegura que las medidas dispuestas por el gobierno hasta el momento (campaña pública sobre cómo evitar contagios, conferencias de prensa informativas con alta regularidad, kits disponibles en hospitales de todos los estados) coinciden con una situación de bajo número de infectados.

"Otras disposiciones como cierre de fronteras, prohibición de vuelos, etc., se toman cuando existen condiciones locales más drásticas, que todavía no es el caso. La gente piensa que el virus ya está circulando abiertamente en el país, pero no hay indicadores de eso", aseguró a este medio Rodríguez, quien de todas formas advierte que las medidas podrían endurecerse si los casos comienzan a aumentar en los próximos días.

"Creo que no va a ser un problema a nivel nacional", pronostica, "pero todo dependerá de cómo se desarrolle esta epidemia. Afortunadamente, creo que la crisis de la influenza en el 2009 nos ha dejado varias lecciones".