Economía

El veranito dura poco

El impuesto PAIS creó una postal en la costa de plena ocupación. Frente al veranito financiero, lo mejor es no olvidarse que después se viene el frío.

En Argentina viene siendo lema de todos los días el ser solidario con el otro y bancarse la que venga. Un claro ejemplo de esto, es el impuesto PAIS, el cual su nombre completo es impuesto "Para una Argentina Inclusiva y Solidaria". Para entender la solidaridad de este impuesto, básicamente representa una devaluación del 30% del peso frente al dólar y un recargo de igual valor para operaciones en el extranjero y para la compra de la moneda norteamericana destinada al ahorro.

El nuevo gobierno tuvo un tiempo de aplicación excelente para este impuesto, ya que fue aplicado en época de vacaciones y en fecha de aguinaldo y mayor consumo social. En otras palabras, al encarecer indirectamente los costos del turismo externo, Fernández logró que el dinero de las personas se volcará hacia el consumo interno, en vez de salir al exterior. Por eso hoy escuchamos hablar a los medios de "Record de turistas en la costa".

Ahora, no todo es color de rosas, las agencias de turismo fueron golpeadas muy fuertes ante esta medida, principalmente aquellas emisoras de pasajes. Para darnos una idea, por la devaluación escondida más el recargo a transacciones en el exterior, hoy cuesta más del doble vacacionar fuera del país.

Veámoslo con un ejemplo sacado de internet: Un paquete turístico a Brasil, por ejemplo, ronda entre 1.100 y 1.300 dólares, lo que expresado en pesos al cambio oficial rondaría entre los y 70.000 y 82.000. A partir de la implementación del "dólar turista", el precio final en pesos sería de entre 91.300 y 107.900, una diferencia gigante.

Hasta acá, cumplimos al pie de la letra el modelo económico que plantea la nueva gobernación, la cual busca reactivar la economía vía consumo. Pero... ¿Alcanza? Lo voy a responder con certeza, NO.

Es elemental entender una cosa: este crecimiento nominal impulsado por el consumo no es real. Para que podamos crecer se necesitan que se den dos cosas de forma simultánea, consumo e inversión. No alcanza con una sola.

Esto podemos verlo en los datos económicos e inflacionarios de 2019, los cuales muestran que el país todavía tiene mucho para transitar antes de hablar de una recuperación sostenible. En el último período, la inversión cayó a los niveles más bajos de los últimos años, llegando a niveles no vistos desde la crisis de 2001-2002, donde la reactivación de la capacidad no utilizada era un eje de la recuperación económica en esa época. Para entender un poco más, del total del capital productivo, sólo se utilizaba el 56%.

¿Por qué no logramos reactivar? El problema de Argentina es siempre el mismo, la constante presión que el sector público ejerce sobre el sector privado y la inestable economía de nuestro país. Es por ello, que constantemente se habla de inversiones extranjeras en vez de inversiones internas. Este fenómeno tiene sus raíces en la falta de fe en el peso como una reserva de valor para los ahorros de los argentinos. Con un peso que no mantiene su valor sin tasas altísimas, es difícil ver cómo el país puede desarrollarse sin un sistema de crédito que alienta el crecimiento.

Además de eso, tenemos que sumar la poca competitividad a nivel internacional que poseemos, ya que las empresas no logran desarrollarse eficientemente en el mercado doméstico. Con altos niveles de impuestos, regulaciones proteccionistas y subsidios, los empresarios no sienten la necesidad de aumentar productividad. Rinde más teniendo un mercado capturado por trabas estatales que hacer una riesgosa inversión. No es extraño que la productividad en la Argentina no ha aumentado por décadas. Además, el recurso a la devaluación es usado como una herramienta para lograr competitividad.

Bienvenido sea esta brisa de verano la cual nos hace creer que estamos mejor, pero es elemental que entendamos que esto solo representa el típico veranito financiero. A partir de marzo veremos la realidad del país y el gobierno tendrá que estar a la altura de las circunstancias. De lo contrario, podemos terminar mucho peor de lo que estamos ahora.