Campo

Libertad económica y producción de cereales

En el largo plazo el crecimiento de la economía argentina está notablemente ligada al crecimiento de la producción agrícola.

1) El objetivo de esta investigación es demostrar por qué las etapas de alto desarrollo de la producción agrícola se asocian con sistemas económicos donde se prioriza la libertad económica y los mercados abiertos.

2) Para ello se analizó la evolución de la producción de granos durante los últimos 120 años, categorizadas en función de las diferentes etapas político-económicas y se extrajo de diferentes fuentes históricas información acerca de las distintas políticas económicas que predominaron durante dichas etapas. Esta información se adjunta en el Anexo.

Evolución de la tasa de crecimiento de la producción de Cereales y Oleaginosas y PBI

Fuente: IEEyNI en base a dos siglos de economía argentina, Fundación Norte y Sur

3) A lo largo de este período se observa que el ritmo de crecimiento de la producción agrícola presentó diferentes tasas de crecimiento y su performance ha estado muy vinculada al resultado de las políticas económicas aplicadas al sector.

4) Las políticas públicas que más han afectado a la actividad agrícola, alterando las decisiones de producción y modificando los incentivos para producir, se pueden resumir en:

Retenciones: el productor de cereales y oleaginosas es un tomador de precios internacionales; por tanto, las retenciones afectan el precio que recibe el productor solo en el país donde se aplican, disociándolo de su precio internacional, lo que genera una caída de la capacidad de pago para la adquisición de tecnología respecto de lo que les ocurre a otros productores de otros países competidores en el mercado de cereales y oleaginosas. De esta manera afecta la posición relativa de Argentina y por ende de su nivel de producción local. Control de cambios: La presencia de un tipo de cambio distinto al de mercado para el cálculo del precio que recibe el productor de un sector particular funciona en la práctica como una retención sobre el precio que recibe el productor y las consecuencias económicas son similares a las de las retenciones. Monopolización del comercio de granos y precios máximos: la ausencia de competencia en los mercados genera una pérdida de la señal de precios que se utilizan para realizar el cálculo económico de la actividad y decidir las inversiones. Si al mismo tiempo se establecen precios máximos, esto implica que se genera una pérdida de ingresos para el vendedor, porque si se establece un precio máximo es porque el precio real de mercado se encuentra por encima del precio fijado políticamente; por tanto, las consecuencias también son similares a las detalladas en el caso de las retenciones. Cupificación de la oferta exportable: esto genera una fuerte distorsión en los precios de los productos afectados por este cupo y una transferencia del riesgo para todas las cantidades vendidas, producto del descuento que el comprador realiza por asumir el riesgo de no poder exportarlo. Entre 2008 y 2014 en algunos casos este descuento de precio al productor llegó a ser similar al nivel de retenciones que se le aplicaba en el caso del trigo y el maíz, con lo cual su efecto resultó en una alícuota de retención efectiva del dobe de la que se les aplicaba. Este descuento también tiene las mismas consecuencias explicadas para el caso de las retenciones.

5) Conclusión:

En los últimos 120 años la producción de cereales y oleaginosas aumentó a un ritmo del 2.9% anual. Si tenemos en cuenta que la tasa de crecimiento del PBI en el mismo periodo fue del 3% anual, vemos que en el largo plazo el crecimiento de la economía argentina está notablemente ligada al crecimiento de la producción agrícola.

A lo largo de este período se observa que el ritmo de crecimiento de la producción agrícola, presentó diferentes tasas de crecimiento y su performance ha estado muy vinculada al resultado de las políticas económicas aplicadas al sector.

Se observa que hay 5 periodos, que en total suman 65 años, en los que la tasa de crecimiento de la producción agrícola fue más alta que la tasa de largo plazo. Esto demuestra una clara expansión de los cultivos producto de que se liberan los incentivos para producir.

La principal coincidencia es que estos períodos concuerdan con políticas económicas en las que predominaron la unificación cambiaria, la apertura de la economía, limitada discriminación tributaria en contra del sector y un comercio de granos en condiciones de mercado. Esta combinación de factores ocurrió entre 1900 y 1930, donde el sector creció 30 años a una tasa de 4%, entre 1958 y 1964 cuando la unificación cambiaria, la eliminación del monopolio del comercio y el impulso de la tecnificación contribuyeron con ese crecimiento. Lo mismo ocurrió entre 1976 y 1982 cuando el sector duplicó la tasa de crecimiento de largo plazo; entre 1991 y 2011, el período más largo de crecimiento alto, producto principalmente de la liberalización de los mercados, un régimen cambiario con un solo tipo de cambio, y la eliminación de las retenciones desde 1991 hasta 2002. El mismo comportamiento se observó entre 2014 y 2020, producto de los cambios de reglas que el gobierno iniciado en diciembre de 2015 estableció para el sector, con la eliminación de los Registros de Operaciones de Exportación, la eliminación de los controles de precios y la baja de retenciones, que en agosto de 2018 fueron reestablecidas..

Por su parte, se observan 6 periodos donde el ritmo de crecimiento de la producción agrícola estuvo por debajo de la tasa de largo plazo. Dichos períodos se asocian con una alta intervención cambiaria, mercados de cambios desdoblados, presencia de derechos de exportación, restricciones al comercio y fuerte presencia del estado en los mercados, que desincentivan la producción agrícola. En efecto, sus tasas de crecimiento estuvieron muy por debajo de la tasa de crecimiento de largo plazo, tal como se puede observan entre 1944 y 1958, cuando la producción cae un 1,7% por año, producto de la presencia de mercados de divisa paralelos, el monopolio de la comercialización de granos por parte del Estado, precios oficiales de los granos. Lo mismo ocurrió entre 1971 y 1976, cuando la tasa de crecimiento no llegó al tercio de la tasa de largo plazo. En dicho período también se monopolizó el comercio de granos, se utilizaron tipos de cambios múltiples, se administró la oferta exportable por medio de cupo y al mismo tiempo que establecieron altas retenciones. También entre 1982 y 1991 predominaron las políticas de controles de precios y administración de los saldos exportables, se impusieron retenciones y los mercados cambiarios funcionaron en forma dual, con un sesgo fuerte anti exportador. Por último, también se vio este tipo de respuesta entre 2011 y 2014, cuando la producción agrícola apenas varió, producto del control de cambios impulsado por el cepo cambiario, las retenciones que captaban, para el caso de la soja, el 35% del precio internacional, mientras que para el trigo y maíz -que también tenían retenciones- fueron del 23% y 20% respectivamente. A esto se sumaba la distorsión que generaron los ROEs, y que en buena parte del tiempo llegaron a significar otro 20% adicional de descuento del precio al productor, a causa de este control. También los controles de precios y la imposibilidad de permanecer en forma constante en los mercados nos llevó a dejar de ser proveedores confiables, tal como ocurrió con la exportación de trigo a Brasil, por ejemplo.