Uruguay

La pesada herencia de Tabaré: economía estancada y el mayor déficit fiscal en 30 años

El elevado endeudamiento obligará a un fuerte ajuste o a un incremento de la presión impositiva que ya está afectando a la producción.

El gobierno de Tabaré Vázquez le dejará una compleja herencia al próximo presidente uruguayo que resulte electo en el ballotage del 24 de noviembre. Afectado por un contexto internacional adverso, el quinquenio del actual mandatario terminará siendo sin lugar a dudas el menos virtuoso en términos económicos de todo el ciclo político del Frente Amplio que comenzó en el 2005.

De crecer a un ritmo del 5% anual entre 2003 y 2014, el PBI uruguayo avanzó solamente a un promedio del 1,6% durante la actual administración y se estima una mayor desaceleración para este año, donde se incrementaría apenas en un 0,4%.

El estancamiento del nivel de actividad tuvo un correlato directo en la tasa de desempleo que se disparó de un 6,6% en 2014 a un 9,47% de acuerdo al último dato publicado, es decir, la cifra más alta de los últimos 12 años.

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En tanto, la inflación superó el rango fijado por el Banco Central al subir al 8,34% -un porcentaje elevado para lo que acostumbra Uruguay- y el déficit fiscal duplicó la meta establecida al llegar al 4,9%, lo que constituye el peor registro desde 1989.

La resolución de esta última problemática fue una de las cuestiones más discutidas durante la campaña. El oficialista Daniel Martínez acusa su contrincante Luis Lacalle Pou de planificar un "ajuste público brutal", cosa que el opositor reconoce y asegura que es un camino mucho mejor que la propuesta del Frente Amplio de seguir aumentando impuestos.

"El esfuerzo ya lo hizo la gente, ahora le toca al gobierno", suele repetir el opositor, aunque no menciona los efectos que ocasionaría dicha reducción del gasto público en el conjunto de la población.

Se trata de un tema muy delicado porque el elevado nivel de endeudamiento -que el último año se situó en un 63,4% del PBI- pone un límite al financiamiento de este déficit y no deja muchas más alternativas de salida que un ajuste del gasto o un incremento de los ingresos públicos, que en un contexto de estancamiento de la economía, se traduce únicamente en nuevos impuestos.

El problema es que la presión impositiva uruguaya se incrementó de tal manera, que ya comenzó a afectar la producción de cultivos de una importancia regional vital, como el arroz, uno de los de mayor calidad en todo el mundo.

Golpeado al mismo tiempo por la suba del precio de la energía, se estima que esta temporada termine con la menor superficie cultivada en 25 años con solo 115.000 hectáreas, casi la mitad del registro del 2010/2011.

Por su parte, la cuestión despierta mucha antipatía en la sociedad uruguaya, cosa que fue muy bien aprovechada por la oposición. La amenaza de suba de impuestos afectó tanto a la campaña de Martínez que el candidato se vio obligado a despegarse del programa de su propio partido. "El programa del Frente Amplio no mandata, hace propuestas, pero el candidato decide y yo decido que los impuestos no van a variar", prometió.

Sin embargo, las versiones que circulan mencionan no sólo los impuestos patrimoniales propuestos por el oficialismo, sino incluso la puesta en marcha de un esquema de retenciones, un tema tabú en el país vecino. "Es una norma en Uruguay no ponerlas y defender la exportación", indicó a LPO una economista uruguaya.

Como agravante, el futuro de la economía uruguaya se ve condicionado por una crisis argentina que impacta directamente en el ingreso de dólares. Según datos oficiales, las exportaciones a nuestro país disminuyeron un 26,8% en los últimos doce meses, mientras que los ingresos por el turismo argentino- que representa un 65% del total- se desplomaron un 39,3% en el primer trimestre del año, un 19,9% en el segundo y un 11,9% en el tercero.