Gobierno

 Milei tuvo que aclarar que no se sumará al gobierno de Alberto

Frente a rumores que lo vinculaban al equipo de Guillermo Nielsen, el economista, junto con Mariano Fernández y Diego Giacomini, aseguraron que sus valores son innegociables.

El economista liberal Javier Milei hizo pública este martes una solicitada en la que dio por tierra las versiones de que se sumaría a un eventual equipo de Guillermo Nielsen para formar parte del equipo económico de Alberto Fernández.

Cabe recordar que Milei, Giacomini y Nielsen con anterioridad a la corrida cambiaria habían tenido un acercamiento con la intención de promover fuertes cambios a la política monetaria de Federico Sturzenegger.

En la solicitada, que también lleva las firmas de sus íntimos amigos Diego Giacomini y Mariano Fernández, más conocido en la red del pajarito como @CalixtoLiber, los tres niegan los rumores acerca de que ellos tres estarían trabajando en un nuevo plan Bonex y sostienen que no hay posibilidad de que sean funcionarios del próximo gobierno.

"Nuestra defensa del liberalismo no es solamente de índole econónomica, sino fundamentalmente moral. En este contexto, nosotros jamán trabajaríamos en un plan económico o avanzaríamos en una solución económica (Plan BONEX) que pusiera en jaque alguno de los tres derechos básicos del liberalismo. Justamente, un BONEX implica poner un (supuesto) interés común colectivo (decidido por un político arrogante desde la poltrona) sobre el interés individual. Un BONEX es violar la propiedad privada, no honrar y romper los contratos", se lee en la solicitada.

Los pilares del liberalismo son el derecho a la vida, a la propiedad privada y la libertad. Por eso, los tres economistas liberales aseguraron que, en caso de llegar a la función pública, "trabajaríamos para cerrar el BCRA y eliminar el Peso en un marco de fuertes reformas estructurales en el Estado".

Respecto del primer punto, explicaron que avanzarían en cuatro etapas para primero separar el sistema financiero en uno de banca de inversión y otro de almacén de valor, terminar con los desajustes monetarios y desregular el sistema, abandonar el Peso por un sistema de libre competencia de monedas que seguramente devendría en una dolarización fáctica. De esta forma, eliminarían de cuajo el impuesto inflacionario porque los Estados no podrían "darle a la maquinita" y también la función de prestamista de última instancia que enviste el Banco Central y que implica la posibilidad de sociabilizar las pérdidas de una mala gestión de la banca de inversión.