Elecciones 2019

Argentina, en un loop

Como si se tratara de un loop borgeano, el gobierno argentino parece encontrarse atrapado entre el pasado y el futuro, sin hacerse cargo del presente.

En Argentina suelen darse particularidades que no se dan en ningún otro país del mundo, donde los dos meses que faltan para las elecciones de octubre se convierten en varias eternidades que pueden contener desde lo más previsible a lo más insólito. Como si se tratara de un loop borgeano, el gobierno argentino parece encontrarse atrapado entre el pasado y el futuro, sin hacerse cargo del presente.

Los últimos meses del gobierno de Cambiemos encuentran completamente desnaturalizada a la coalición oficialista, tomando medidas con las que no acuerdan y que van contra todo lo que dijeron no solo en la campaña de 2015 sino durante todos sus años en el poder. Tras la completa debacle de la economía y después del apabullante resultado en las PASO, el gobierno prefiere reducirse a cuestiones simbólicas para un circulo de propios o a hablar de política exterior.

Es el candidato a vice presidente, Miguel Ángel Pichetto, quien habla todo el tiempo sin que le pregunten sobre "integrarse a un mundo capitalista" y olvidarse de la Patria Grande. A su vez, periodistas cercanos al oficialismo y políticos de la coalición de gobierno insisten con asimilar al Frente de Todos con el gobierno del PSUV en Venezuela.

Otro dirigente político que se muestra convencido de la futura "venezualización" de la Argentina es Jair Bolsonaro. Actualmente en medio de una profunda crisis debido al incendio del Amazonas y su pelea con Emmanuel Macron, el brasileño es uno de los únicos apoyos diplomáticos de peso que le quedan a Mauricio Macri.

Voces internas suelen contradecirlo de manera cada vez más abierta. Entre ellos, el titular de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, quien salió a bajarle el tono a sus declaraciones contra Fernández, aduciendo que Brasil sostendría una relación comercial con Argentina sea cual sea el color político del gobierno de turno. Al mismo tiempo, el gobernador de San Pablo, el estado más rico del país, tomó los micrófonos para asegurar que el vínculo con Argentina es inamovible y vital para los paulistas.

Otro dirigente que suele contradecir a Bolsonaro es, nada más y nada menos, que su vicepresidente, el general Hamilton Mourau, un hombre que considera demasiado extremista a su superior e intenta mostrarse como un moderado de cara tanto a la diplomacia extranjera como a los sectores internos de la política brasileña.

También hay voces entre la oposición venezolana que insisten en agitar los fantasmas bolivarianos en Argentina. El ex candidato presidencial que perdió contra Hugo Chávez en 2012 y luego contra Nicolás Maduro, Enrique Capriles Radonski, recientemente criticó a Alberto Fernández, comparándolo con el oficialismo chavista. La oposición venezolana demuestra desconocer profundamente la idiosincrasia no solo del candidato ganador en las PASO sino también del peronismo y de la cultura política argentina.

Alberto Fernández se encuentra lejos de ser un bolivariano. Sus declaraciones deben encuadrarse dentro de lo que significa en el particular escenario argentino pronunciarse acerca de la situación venezolana. Todo parece indicar que el probable próximo gobierno tomaría con Venezuela una postura diplomática similar a la de México y Uruguay. Es decir, respetar el principio de no intervención en asuntos internos de otros Estados. Reconociendo así al gobierno de Nicolás Maduro, aunque sin dejar de lado la grave situación humanitaria que se vive en el país.

Ni México ni Uruguay tienen problemas de "gobernabilidad" ni ahuyentan a los "mercados" por las políticas diplomáticas que vienen tomando respecto de Venezuela. Endilgar los problemas económicos actuales en supuestas políticas diplomáticas de un probable futuro gobierno no deja de ser un dislate digno de un surrealismo político con pocos precedentes.

En ajedrez los grandes maestros realizan jugadas, generalmente durante lo que se llama el "juego medio", que terminan desencadenando, a veces muchos movimientos después, la victoria contra el adversario. A su vez, incluso los campeones mundiales se equivocan con jugadas que parecen increíbles y que cualquiera podría calificar de inexactas cuando se miran desde afuera. Son las dos caras de la política argentina actual: Cristina Kirchner eligiendo a Alberto de candidato y el senador Pichetto aceptando integrar la fórmula con Mauricio Macri.

De la misma manera, el oficialismo se equivoca cuando mueve ciertas piezas en el tablero internacional o cuando acusa al próximo gobierno de hacerlo. Una política exterior responsable, soberana y sensata será profundamente necesaria en los tiempos que vienen. Si esto no se logra, el país seguirá inmerso en un eterno loop borgeano donde el tiempo se debate entre el pasado que no fue y un futuro que no llega.