Congreso

Alberto habla con Monzó y tantea un peronismo amarillo para diciembre

Confía en que diputados del PRO con origen en el PJ se diferencien de sus pares macristas si son oposición. Y en una colaboración del Senado.

"Son amigos", "Él fue su profesor", son algunas de las explicaciones que dan desde el bunker de Alberto Fernández para justificar su vínculo con Emilio Monzó, excluido de la campaña de Juntos por el Cambio y despojado del Gobierno tras el cierre de listas de junio.

La derrota de Mauricio Macri le permitió su reivindicación personal y Alberto, siempre según sus allegados, habló con él por teléfono incluso antes de aceptar un contacto con el presidente para frenar el precio del dólar.

Monzó no cambió sus pretensiones: se conforma con ser nombrado embajador en España y contener a su desguarnecida tropa. Y si los resultados de agosto se repiten, Alberto será presidente y Cambiemos tendrá 110 diputados, muchos sin jefes fuera del palacio y de origen peronista. 

Como relató LPO, el frente Todos, que podría funcionar en bloque o en interbloque, quedaría cerca del quórum y lo alcanzaría con los partidos provinciales. Si rompe a los ahora oficialistas conseguirá un control pleno del recinto.

Alberto habló con Monzó antes de su comunicación con el presidente para frenar el dólar. Con los números de las primarias, Cambiemos tendría un bloque grande en diciembre, pero muchos son peronistas y quedarían si jefe. 

Quedarán al menos dos diputados PRO cercanos a Monzó: el secretario de Interior Sebastián García de Luca, que ganaría su banca por la provincia de Buenos Aires; y el también bonaerense Juan Aicega, con dos años de mandato por delante. Se van Nicolás Massot, Sergio Buil y Javier Pretto.

Massot, De Luca, los diputados provinciales Marcelo Daletto, Guillermo Bardón y el senador bonaerense Gabriel Monzó integran la mesa chica del aún presidente de la Cámara baja nacional.

Tras ser ignorados en el cierre de listas, Daletto y Bardón (con dos años de mandato) son los más interesados en garantizar un futuro político de su jefe, desde su casa de Carlos Tejedor o la embajada de Madrid. El lunes siguiente a la derrota se apuraron en responsabilizar a Jaime Durán Barba y amenazan con una fuga del bloque de María Eugenia Vidal en la Legislatura bonaerense.

El monzoísmo inicia contactos con Alberto y se burla de Duran Barba

En el Congreso están en la mira del peronismo diputados del PRO que vienen del PJ, como los tucumanos Beatriz Ávila y Domingo Amaya, el riojano Felipe Álvarez y el sanjuanino Marcelo Orrego, los últimos tres incluidos en la listas de este año por gestión de Miguel Pichetto. Marcos Peña prefería poner a los propios.

La conducción de un bloque tan numeroso como el que le quedaría a Cambiemos en Diputados empezó a ser tema de negociación esta semana y el primero en aparecer fue Horacio Rodríguez Larreta, con reconocidas pretensiones de ser candidato presidencial en 2023.

Se reunió con varios diputados radicales para pedirles que sigan unidos al PRO, pero no le será fácil posiconarse como líder si Macri se va mal de la Casa Rosada. Muchos oficialistas críticos que lo frecuentan, como el propio Monzó, le habían recomendado diferenciarse antes de votar o hasta desafiarlo públicamente como posible sucesor este año. No los escuchó.

Y aunque lo intente, tampoco resolverá fácilmente los pleitos abiertos entre los diputados cambiemistas, más álgidos después de una derrota tan dura. Los radicales ya libran su interna entre el grupo de Mario Negri, su jefe y con los votos juntados para reelegir; el presidente del partido Alfredo Cornejo, que llegará a la Cámara baja en diciembre; y algunos cercanos a Enrique "Coti" Nosiglia como Emiliano Yacobitti.

Monzó, con diputados kirchneristas. 

El PRO se reunió el martes pasado al mando de su flamante jefe Álvaro González, cercano a Rodríguez Larreta y con la reelección casi garantizada para seguir cuatro años más en su banca. Aún así, en diciembre Macri quería reemplazarlo con Carmen Polledo, su preferida, pero no le será fácil si deja de ser presidente. Por si algo faltaba, Elisa Carrió contará con una veintena de diputados afines y su voz se hará sentir más fuerte hacia el interior de Cambiemos, si el bloque persiste como tal. 

En el Senado Alberto tendrá control pleno del recinto si reedita los resultados de las primarias, pero Cambiemos tendría 28 bancas que difícilmente puedan sostenerse unidas. Entre los ocho del PRO hay varios con poco interés en seguir compartiendo proyectos en común con los radicales sin un presidente de la Nación que se los exija. 

Pero hay cuatro peronistas que funcionaron como aliados del Gobierno y Fernández podría requerirlos en ocasiones especiales para alcanzar dos tercios, necesarios para nombrar al procurador general de la Nación o algún juez de la Corte.

Se trata del sanjuanino Roberto Basualdo, el puntano Claudio Poggi, el salteño Juan Carlos Romero y el santafesino Juan Carlos Reutemann, que era oficialista cuando Alberto era jefe de Gabinete de Néstor Kirchner. Por ahora, todos niegan cualquier vínculo con el candidato más votado en las primarias pero desconocen jefes que no sean Macri. Larreta aún no los abordó. No será fácil que lo escuchen.