La dimensión internacional de Perón

El auge de la extrema derecha, la mayor crisis migratoria desde 1945, y la disputa entre un capitalismo con rostro humano frente a otro financiero renuevan la vigencia del pensamiento de Perón.

Un primero de julio de 1974, hace 45 años, fallecía el tres veces presidente constitucional de los argentinos, Teniente General Juan Domingo Perón. Fue despedido en su momento por la amplia mayoría de los líderes mundiales. Sin embargo, las palabras más sentidas provinieron de aquellos identificados con lo que por aquel entonces se conocía como los no alineados o el tercer mundo.

Josip Broz, más conocido como el Mariscal Tito, líder de Yugoslavia, dijo que el mundo perdía un "luchador incansable por la paz de los pueblos". Fidel Castro recordó "la ruptura del bloqueo a Cuba que concretó el gobierno popular del general Perón" y aseguró que la noticia le "hizo mucho daño". El mismísimo Henry Kissinger, entonces Secretario de Estado de Richard Nixon, declaró que su muerte era "no sólo una gran pérdida para el pueblo argentino, sino para todo el mundo."

La importancia de Perón como un actor del tablero de la política internacional fue inédita antes y después en la historia argentina. Coincidiendo con las características propias del orden mundial surgido tras el final de la Segunda Guerra Mundial, el General Perón esbozó la doctrina de la Tercera Posición Justicialista, alejada de los dos modelos económicos y sociales en pugna en aquel momento, el comunismo impulsado por la Unión Soviética y el capitalismo impulsado por los Estados Unidos.

Esta doctrina de la Tercera Posición sirvió de base teórica a la política exterior llevada a cabo por el Ministro de Relaciones Exteriores entre 1946 y 1949, Juan Atiglio Bramuglia. Perón la definió por primera vez en 1946 en el Teatro Colón: "El capitalismo, señores, en el mundo es muy retaceado. Los demás comienzan a evolucionar hacia nuevas formas. El sistema estatal absoluto marcha con la bandera del comunismo en todas las latitudes y parecería que una tercera concepción pudiera conformar una solución aceptable, en que no llegaría al absolutismo estatal ni podría volver al individualismo absoluto del régimen anterior. Sería una solución equilibrada de las fuerzas que representan el Estado moderno para evitar la aniquilación de una de esas fuerzas, para unirlas y ponerlas en marcha paralela, y que las fuerzas del capital y del trabajo, combinadas armoniosamente, se pusieran a construir el destino común, con beneficio para las tres fuerzas y sin perjuicio para ninguna de ellas".

Siempre con la intención expresa de formar un bloque latinoamericano, el gobierno peronista tuvo conversaciones con sus homólogos brasileños y chilenos, Getulio Vargas y el General Ibañez del Campo. Las cuales se vieron truncadas tras el Golpe de Estado en contra de Vargas y el golpe de 1955 en Argentina. Con el presidente chileno se había firmado en 1953 el Tratado de Unión Económica argentino-chilena. Sin embargo, nunca se pudo concretar el sueño del ABC, un antecedente importante para lo que varias décadas después se convertiría en el Mercosur.

Perón fue un destacado oficial del Estado Mayor del Ejército, profesor de Historia militar en la Escuela Superior de Guerra, que durante la década del 30 escribió libros sobre estrategia. Fue enviado a Europa a principios del año 1939, por encargo del entonces Ministro de Guerra, Gral. Carlos Márquez, con la misión de estudiar la situación política internacional del momento. Antes de dirigirse a Italia, Perón pide que no se ordene su retorno inclusive en el caso de que aquel país participe de la guerra. Su interés era estudiar lo que sucedía en el por entonces aún novedoso fascismo italiano.

Perón escribía en referencia a la política exterior y a su certidumbre con respecto al destino de la Guerra Fría: "Se ha de producir una guerra en la que un imperialismo va a vencer y el otro va a ser derrotado, pero ninguno de los dos, ni vencedor ni vencido va a ganar la guerra. Pensamos que los abusos del capitalismo son la causa y el comunismo el efecto. Sin capitalismo el comunismo no tendría razón de ser, creemos igualmente que, desaparecida la causa, se entraría en el comienzo de la desaparición del efecto".

En 1971 desde su exilio en Madrid recordaría: "Vean, no es un secreto para nadie que cuando termino la Segunda Guerra Mundial, en 1945, se reunieron en Yalta el imperialismo yanqui y el imperialismo soviético (...) Hacen las conversaciones (...) y dividen el mundo. Trazan una línea y dicen: de acá para allá es de ustedes, de acá para allá es de nosotros. Una, donde debía gobernar el imperialismo soviético, y otra, para el imperialismo yanqui. Trazan una línea para no tener conflictos jurisdiccionales."

Su pensamiento no suele ser estudiado realmente por la academia argentina. Pero el General Perón elaboró una doctrina compleja, con una profunda visión humanista, dotada de una gran comprensión de lo nacional y lo internacional, que aún no ha logrado ser implementada del todo. Se adelantó al mismo tiempo a la caída de la URSS y a la crisis del capitalismo.

Recientemente, el filosofo ruso Alexander Dugin, el principal ideólogo detrás de Vladimir Putin, definió al argentino como "el profeta ontológico, la medida en la cual se miden todos los otros líderes". En el mundo actual, con el auge de los movimientos de extrema derecha, la mayor crisis migratoria desde 1945, y la disputa entre un capitalismo con rostro humano frente a otro financiero y voraz, el pensamiento de Perón está más vigente que nunca.

El mandatario abordó, además, la arista espiritual del ser humano como ninguno de los dos sistemas en pugna de aquel momento lo hacían. Convencido de la importancia que tenía la filosofía en la política, fue el primer presidente del mundo en convocar a un congreso nacional de filosofía. Celebrado en la provincia de Mendoza, en 1949, fue un véneto de características únicas.

Se buscó invitar al filósofo alemán Martin Heidegger pero sólo se logró su adhesión mediante una misiva. Acudieron 60 extranjeros desde 20 países, 32 de ellos desde Europa. Perón estaba muy interesado en la política internacional y en la filosofía, por ello solía firmar sus obras como Descartes, en alusión al pensador francés. Del discurso de apertura de aquel encuentro surgió el libro La Comunidad Organizada. El presidente cerró entonces con palabras del filosofo Spinoza: "Sentimos, experimentamos, que somos eternos." La obra del General Perón, así lo parece.