México

La promesa de López Obrador de enviar tropas a la frontera genera malestar en la cúpula militar

Desconfían de la capacidad de la Guardia Nacional para sellar la frontera. El temor por la austeridad.

"¡Qué gran acuerdo! Desde este momento somos el único país tercermundista que tiene a la migración como un tema de Estado, cuando en realidad siempre es un problema de países del primer mundo", resumía, no sin ironía, el viernes por la tarde un integrante ineludible de la cúpula militar al conocer los acuerdos alcanzados por el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, en la Casa Blanca.

Los militares están preocupados porque no solo tienen fuertes dudas sobre cómo va a funcionar la Guardia Nacional, sino que están convencidos de que sus elementos no podrán cumplir el rol necesario en la frontera con Guatemala y que será el Ejército y la Marina mexicanos quienes tendrán que reforzar su despliegue.

Es entendible: la Guardia Nacional se compondrá fundamentalmente por elementos en activo de la Policía Federal y diversas corporaciones estatales y municipales. Ninguno de ellos tienen la formación para la complejidad que requiere sellar una frontera. Además, el piso de 6.000 efectivos fuerza a incrementar la energía puesta en el reclutamiento de nuevos agentes.

Un dato: es cierto que el plan original de la Guardia establecía una presencia permanente en municipios de la frontera sur pero el número original de efectivos no llega ni a la mitad de los estipulados inicialmente.

El manejo de los migrantes que Estados Unidos se dispone a rechazar también es un problema porque los militares entienden que México, con las políticas de austeridad de la 4T, no tiene ni los recursos ni los procesos para manejar un caudal de personas que puede devenir en una crisis humanitaria como las que a diario se observan en la frontera de Turquía, en Medio Oriente.

El canciller está al tanto de estos cuestionamientos y ayer domingo envió mensajes discretos siempre con la idea de que trabajó para el bien general del gobierno y no para su propio capital político. Notable porque en paralelo algunos de sus funcionarios de confianza llamaban a comunciadores y editorialistas transmitiendo la certeza de que Ebrard le había ganado la partida a la secretaria de Interior, Olga Sánchez Cordero, en materia migratoria.

Los militares abonan una tesis que circuló el fin de semana en el gabinete que es que Ebrard debió haber dejado que se impusieran las tarifas del 5% porque la presión del establishment de Estados Unidos sobre la Casa Blanca, con el affaire chino de fondo, hubiera sido insoportable para Donald Trump y hubiera tenido que dar marcha atrás.

Ese dilema estuvo en la comitiva mexicana la semana pasada en Washington, pero terminó ganado la teoría de que si se aplicaba el 5% de aranceles la cotización del dólar se iba a ir a 22 pesos y eso era inaceptable para el presidente, Andrés Manuel López Obrador.