Economía

Los tres círculos del infierno

La recesión profundiza con la tasa de interés que sube en un intento por contener al dólar. La inestabilidad cambiaria que el Gobierno no logra contener. Cuatro años de deuda difícil de pagar.

Los funcionarios del gobierno y el propio presidente muestran (o fingen mostrar) una indiferencia que roza la irresponsabilidad. Pero los resultados son tozudos y se imponen a cualquier marketing electoral.

Primer círculo del infierno. No salimos del fondo de la recesión. Es patético el intento oficial de buscar "ese número" que prefigure alguna tendencia positiva. La verdad se impone: la economía en general, la industria, la construcción, las ventas, el poder adquisitivo de los salarios y jubilaciones, el crédito y la recaudación caen a velocidad astronómica. No hay ninguna posibilidad real de reactivación por el lado del consumo ni de la inversión o del gasto público. Ni siquiera las exportaciones respondieron al shock devaluatorio. Conclusión: terminaremos 2019 con algún número negativo de actividad: ¿1,5? ¿2%? El porcentaje de certeza de esta afirmación lo ubicamos entre 90 y 100%.

Segundo círculo del infierno. El dólar y la estabilidad. Porque la recesión en 2019 después del hundimiento de 2018 es, sin duda, el infierno. Pero puede ser peor: no hay ninguna garantía que la bicicleta financiera que montó el gobierno en acuerdo con el FMI pueda sostenerse hasta las elecciones.

E incluso, lo más probable es que estalle antes. Lo sabe cualquier asesor financiero que recomienda "dolarizarse" con la mayor velocidad posible. Lo expresa el valor creciente del riesgo país, los números en crecimiento de la fuga de capitales y, a veces, incluso alguna señal más "espectacular" como el título de la revista Forbes que nos envía al colapso. Un dólar disparado hacia arriba, otra devaluación sin control como la que vivimos entre abril-agosto de 2018, quitará cualquier posibilidad de pensar siquiera un techo a la inflación y hundiría a nuestra economía más aun en la estanflación.

¿Porcentaje de este segundo escenario? Ciertamente no es certeza (a fin de cuentas, no se puede descartar una nueva intervención "política" del gobierno de Trump ayudando a su amigo Macri como la que permitió que se hiciera efectivo el préstamo récord del FMI el año pasado), pero la ubicamos en un valor cercano al 60%.

Tercer círculo del infierno. Lo que se viene para 2020, 2021 y 2022. Vencen 150.000 millones de dólares de deuda externa. Y, salvo un pequeño resto el primer año, ya no estará la plata del FMI. Pero sí sus exigencias de ajuste (superiores incluso a los del año en curso). A esto sumémosle que seguiremos teniendo otros vencimientos (de corto plazo), por el festival de letras con que maquillamos una hoja de balance absolutamente quebrada del Banco Central.

Salvo que milagrosamente la Argentina vuelva a tener una ola receptiva de capital especulativo (que, digámoslo, sólo comprará tiempo antes del colapso) nadie sabe cómo se pagará todo esto. O sí sabemos: como en 1989 o en 2001, "lo financiaremos con el colapso". Será la historia repetida de la Argentina volviendo a chocar contra la pared. ¿Probabilidad? Cercana a 90%.

No hay alquimia financiera de los Sandleris o Dujovne, ni "reestructuración bondadosa" del acuerdo con el Fondo (como creen los economistas de la oposición peronista, incluidos Kicillof y Lavagna) que nos salven de este camino al averno. Hay que tomar el toro por las astas, repudiar el acuerdo con el FMI, suspender los pagos de deuda externa y volcar todos esos recursos a un programa de emergencia alternativo que priorice salario, empleo, educación, salud y vivienda. Esta alternativa, a medida que avancemos en los círculos del infierno se irá haciendo más claro y necesario.