Venezuela

Venezuela y la caída de la Dictadura argentina

A diferencia de lo que ocurre con el Chavismo, el régimen que languidecía en el 83 estaba condenado desde afuera y, también, por la inmensa mayoría de la población civil. En Venezuela la grieta divide a partes numéricamente relevantes.

 ¿Que semejanzas y diferencias tiene hoy Venezuela con la Argentina de1983?

Obviamente esta comparación no puede ser exacta, mucho menos cuando setrata de épocas y sociedades bastante distintas, pero podríamos ver algunosrasgos que sirven como un aporte de indicios.

La presión internacional hacia la Argentina en 1983 y la Venezuela deMaduro ha sido y está siendo fuerte en ambos casos. Desde Europa, máscentralmente desde la UE, movilizando mucho los temas de los Derechos Humanos ylos peligros humanitarios.

Desde Estados Unidos se propicia hoy el fin del gobierno autoritario deMaduro como el del Proceso en su momento entre nosotros, luego de años deabierta tolerancia y beneficios económicos y estratégicos que obtenían de esosmismos procesos, que hoy condenan.

A diferencia de lo que ocurre con el Chavismo, el régimen que languidecíaen el 83 estaba condenado desde afuera y, también, por la inmensa mayoría de lapoblación civil. En Venezuela la grieta divide a partes numéricamenterelevantes y quien suceda a Maduro no contará, como Alfonsín, con terrenodespejado para resembrar democracia: en Caracas no todo el mundo tiene la mismaidea acerca del sistema político que ambicionan para su país.

Al igual que aquí en el 83, el sucesor de Maduro tendrá que hacerequilibrio ante visiones muy contrapuestas que anidan entre sus compatriotas.Y, como suele suceder, un gran éxito en ordenar la economía le permitiríamaniobrar con vientos que resultarían decisivos. A diferencia de nosotros, elalgoritmo mágico de la economía venezolana pasa por su comercio de petróleo conEstados Unidos, de manera que ese resorte debiera bastar para un lanzamientoinicial con mucho viento de cola.

Internamente se presionará al futuro gobierno para que arrase con laenorme corrupción y las notorias violaciones a los Derechos Humanos, pero unacruzada como esa producirá fuertes resistencias del otro lado de la grieta,perjudicando a la gobernabilidad en nombre de las mejores intenciones. Como unesforzado marino, ese gobierno deberá navegar de un extremo al otro cuidando deno arruinar todo en los extremos.

La solución que Argentina aplicó al tema militar admiró al mundo einfluyó notoriamente en los procesos de retorno a la democracia de por ejemploBrasil, Chile y Uruguay. Pero, otra vez, la ecuación de poder en Venezuela esdiferente. En esos tres vecinos los militares se retiraron, no fueronexpulsados. En Brasil y Uruguay, a favor de economías no tan mal llevadas comoaquí, no dieron un paso al costado sin quedar con algún reconocimiento, ademásde que sus siempre repudiables violaciones humanitarias no alcanzaron el horrorde los casos de Viola y Pinochet. Y en Chile un evidente progreso económicopermitió distinguir la imprescindible condena de los criminales de las ventajasde una economía floreciente.

La normalización de nuestras fuerzas armadas, que todavía no haterminado, transitó por los sinuosos caminos del punto final y la obedienciadebida, que no todos hasta hoy aceptaron.

Solo Dios debe estar en condiciones de anticipar cuál será finalmente elalgoritmo de tensiones para un lado y para el otro que terminen configurandolos años venideros en el pos chavismo. La participación miltiar en el narcotráficoy la forzosa intervención de la DEA seguramente introducirán un matiz diferenciadorque todavía no ha enfrentado ninguno de nuestros países.

Lo mismo el desarme de los miles de efectivos cubanos y de las milicias populareschavistas, fenómeno sin antecedentes en nuestra región.

La ya efectiva penetración financiera y militar de China y Rusia esvista por muchos impacientes como solo erradicable mediante el uso de fuerzastambién extranjeras que, sin embargo, olvidan el profundísimo rechazo denuestra región a los corolarios imperiales de la doctrina Monroe.

La democracia no es un producto que se compra en la farmacia, se espolvoreaen la sociedad y todo solucionado. En el 83, todos queríamos el fin delrégimen y la construcción desde cero de un nuevo sistema democrático perdidodurante cincuenta y tres años. Lo propio en Chile, Brasil o Uruguay. EnVenezuela, en cambio, la mitad de la grieta verá con desconfianza a lademocracia como una herramienta de dominio en manos de la otra mitad ganadora.No debe olvidarse que en su momento el chavismo aparece con apoyo arrolladorcuando el pueblo venezolano se hartó de los gobiernos que se denominabandemocráticos, donde se votaba a cada rato y la vida de los más desamparadoscada día iba peor. En la Argentina del 83 todos queríamos elecciones y divisiónde poderes. En Venezuela no es tan así.

La democracia siempre supone una esforzada construcción - nosotrosllevamos treinta y seis años en ese camino-, pero en Caracas deberán comenzarpor convencer a mucha gente de que se trata de un sistema que puede beneficiara todos sin ventajas para ninguno.

La no exageración de las expectativas, ayudará a que este proceso denormalización democrática lento y lleno de dificultades llegue a buen puerto yen paz.