Fútbol

Bronca en Boca y River porque Infantino y Domínguez les expropiaron la superfinal

También se benefició el español Rubiales. Crece la bronca contra el titular de la Conmebol.

La tensa superfinal de la Copa Libertadores que se disputaron Boca y River este domingo en el estadio Santiago Bernabeu de Madrid tuvo como trasfondo la furia de ambos clubes contra el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y el titular de la Conmebol, Alejandro Domínguez, porque les expropiaron el millonario evento deportivo. 

Como supo LPO, Domínguez e Infantino fueron los grandes ganadores de la polémica decisión de trasladar el evento deportivo a España y -lo que iban a ser dos partidos que moverían unos $9.000 millones- terminaron siendo un evento que movió más de $13.000 en el país europeo, a costa de los clubes. 

La FIFA y la Conmebol no les subieron el importe a River y Boca, sólo les dieron alrededor de 40 pasajes en clase Business a cada uno y les pagaron el hotel. "Armaron un negocio enorme y ahora se quedan con todo: no les dan más plata pero facturan un montón en tickets -el precio de cada entrada es de 80 euros las más baratas-, sponsors y por nuevos países que se sumaron a la televisación por la Bernabeu", contaron a este medio fuentes al tanto de las negociaciones. Se habla de un evento televisado a más de cien países.

Primero se hizo evidente el enojo de River por perder la localía. La protesta del club que preside Rodolfo D'Onofrio consistió en colgar en su cancha casi todas las banderas al revés, salvo unas pocas en las que se podía leer frases como "Conmebol, nuestra pasión es su negocio" o "Conmebol, la estafa más grande de la historia del fútbol", entre otras. 

Infantino respaldó que la final sea en Madrid y negó haber presionado a Angelici para jugar

Como describieron a este medio, la bronca de ambos clubes se concentra sobre todo en la figura de Domínguez. La Conmebol le impuso a River una sanción de 400 mil dólares y dos encuentros de suspensión para 2019, mientras que tampoco no dio lugar al reclamo del Xeneize para quedarse con la copa sin ir a jugar esta final. 

"Yo quiero decirle a Domínguez qué carajo tengo que ver yo y mi familia para ver este partido en Madrid. ¿Qué se piensan, que todos somos Macri? Me pregunto por qué no juegan en la cancha de Vélez. Pongan seguridad y jueguen en Vélez. Son la lacra del fútbol", lanzó Diego Maradona cuando se conoció la noticia a la que también se opuso Juan Román Riquelme, que se quejó: "Por más que quiera que Boca la gane, creo que la final se tiene que jugar en nuestro país. Nos la quitaron".

El contexto en el que Domínguez anunció que la Libertadores se jugaría en Madrid fue sugestivo. Es que durante su conferencia de prensa, el presidente Mauricio Macri mantenía un encuentro con Infantino. Antes de darse a conocer la novedad, el titular de la FIFA había charlado de modo distendido con el ex coordinador de Cambiemos cuando existía Fútbol Para Todos, Fernando Marín, junto al vocero presidencial Iván Pavlosky y el secretario de la presidencia, Fernando de Andreis.

Infantino, De Andreis, Macri, Tapia y Domínguez.

También fue sugestiva la presencia de Infantino en el complejo Costa Salguero durante la realización del G20. Cuando LPO le preguntó al presidente de la FIFA si había presionado a Angelici para que se juegue el partido, molesto contestó de manera contradictoria que la decisión estaba en manos de la Conmebol, pero por su experiencia en el tema, no se privó de opinar.

"No había ninguna chance que el partido se vuelva a jugar en el Monumental", aseguró Domínguez al anunciar al Bernabéu como nuevo anfitrión de la Superfinal.

También se benefició el presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, que estuvo a cargo junto a Florentino Pérez, del Real Madrid, de toda la organización local de cara al partido que representará un impacto que estiman en 42 millones de euros para España. Un día antes de la fecha, ambos compartieron una reunión en el estadio con D'Onofrio y su par de Boca, el "Tano" Angelici, organizada por Domínguez. La tensión y los cruces más o menos abiertos fue indisimulable.