Comercio Exterior

Advierten que la devaluación no logró dinamizar las exportaciones y recién a fin de año se vería el repunte

La inestabilidad cambiaria y las tasas de interés le ponen techo a la capacidad de las manufactureras para salir al mundo.

Producto de la devaluación, en septiembre la balanza comercial argentina tuvo su primer mes con superávit desde diciembre de 2016. No obstante, la fuerte suba del dólar experimentada a lo largo de todo el año -y en particular entre finales de agosto y el último día de septiembre- no bastó para dinamizar las exportaciones, que cayeron 11,2% en cantidades.

La apuesta exportadora de Macri para lo que resta del mandato como dinamizadora de la economía parece haber arrancado con el pie izquierdo para todos los sectores salvo el petrolero, que cosechó la inversión en Vaca Muerta de los pasados cinco años.

En su conjunto, las exportaciones no se vieron traccionadas por el mayor nivel del tipo de cambio y cayeron un 11,2% en cantidades, lo que fue compensado con una mejora de los precios en dólares del 7,3%, lo que redundó en una caída del 4,8% en los ingresos en divisas para el país.

Tras 20 meses de déficit comercial, septiembre marcó un superávit de USD 314 millones

¿Cómo se explica que el peso perdió 25% entre agosto y septiembre en promedio y sin embargo las exportaciones se encarecieron y cayeron 166 millones de dólares en un mes?

En primer lugar, recordar que desde 2011 que las exportaciones argentinas vienen cayendo sostenidamente. Particularmente este 2018, en mayo alcanzaron un máximo en términos desestacionalizados de 5.689 millones de dólares y, de la mano de las corridas cambiarias, fueron en retroceso hasta agosto (4.738 millones de dólares). En septiembre repuntaron a penas 9 millones de dólares (0,2%), lo que puede significar que la caída llegó a su fin, aunque no para todos los sectores.

También porque, en buena medida, el efecto sequía continuó golpeando las ventas externas argentinas: los productos primarios cayeron 153 millones de dólares (-14%) en un mes y 32,3% interanual -destacándose el caso de las exportaciones de porotos de soja excluidos para siembra que se redujeron en 349 millones de dólares en la comparación con septiembre de 2017-.

En tanto, las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario (MOA) retrocedieron 85 millones de dólares (-4,1%) entre agosto y septiembre -aunque aumentaron 1,2% interanual-, las de manufacturas de origen industrial (MOI) decrecieron 140 millones de dólares (-7,8%) en un mes y sumaron un retroceso del 4% en un año; y los combustibles y energía aumentaron en 224 millones de dólares (108,2%), lo que también se tradujo en una mejora sorprendente del 122,2% porque se comenzó a exportar shale una vez terminado el invierno.

Si bien estos datos demuestran el buen desempeño de Vaca Muerta, evidencian que las exportaciones no solo necesitan de un mejor tipo de cambio para repuntar, en particular en rubros menos sujetos a la estacionalidad como las MOI. Los especialistas destacan la importancia de la estabilidad cambiaria, de que a la competitividad cambiaria no la erosione la inflación para poder sostener los contratos como proveedores en el tiempo, la recuperación de la demanda de nuestro principal socio comercial y la apertura de nuevos mercados.

Por la devaluación en 2018 se redujo a la mitad el costo salarial para la industria 

"Más que tipo de cambio alto, lo que hace falta es estabilidad", destacó Martín Alfie, economista en jefe de la consultora Radar, especializada en comercio exterior. Aun así, para él "Hay algunas producciones de economías regionales que sí pueden crecer con este tipo de cambio (también si acompaña el clima), como por ejemplo los vinos".

"Con esta inestabilidad, salvo los que tienen espalda o ya un canal consolidado, es difícil que se larguen a buscar nuevos negocios. La inflación erosiona la competitividad y, en este momento, la tasa de interés mata working capital e impide la inversión", detalló el especialista quien agregó que "Ayudaría mucho que la economía de Brasil se recupere y aumente su demanda.

Sucede también que las MOI necesitan tiempo para responder al nuevo tipo de cambio y readaptarse al nuevo escenario de tasas de interés y las nuevas retenciones a las exportaciones no agropecuarias. "Nunca la exportaciones suben inmediatamente después de una devaluación. En realidad, necesitan un proceso de adaptación para incrementar la producción. Además, no solo hacía falta resolver el tema del ajuste cambiario, que era necesario, sino que había que estabilizar la macro con latas tasas de interés para paliar la volatilidad cambiaria y la impredectibilidad, y algunos otros problemas como las elevadas tasas de inflación que generan inestabilidad hacia adelante", explicó a LPO, Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI, especialista en comercio exterior.

"Con estas cuestiones, los proyectos de comercio exterior, que son de largo plazo, no se ven muy alentados. Por lo demás, vale recordar que los mercados externos también influyen, por lo que a mí me parece que lo que está ocurriendo es bastante normal ya que están pendientes también algunas otras medidas relativas a la normalización de la macroeconomía", agregó Elizondo. 

En este sentido, Ecolatina proyectó que: "Dado que el impacto de la cosecha se diluye en el cierre del año y que la situación de Brasil debería estabilizarse superado su proceso electoral, estimamos que las exportaciones se recuperarían hacia fin de año".

En este punto coincidió también Martín Alfie. Recién hacia fin de año se verá el repunte de las ventas de productos argentinos al exterior.