Justicia

Exclusivo los jueces nombrados por el Gobierno que habían quedado abajo en los exámenes

Hay bronca de senadores peronistas y podrían trabarse los próximos acuerdos. Los casos más groseros.

Capacitarse pasó a ser un tema menor en la carrera por llegar a juez de la Nación: Germán Garavano no tiene reparos en elegir a candidatos con bajas puntuaciones en los exámenes rendidos en el Consejo de la Magistratura. 

Se ampara en un artilugio legal que le permite ignorar el orden de mérito de los postulantes, pero la maniobra empezó a hacer ruido en el Senado, que tiene la última palabra cuando aprueba o rechaza los pliegos.

En la reunión del bloque de Justicialista, previa a la sesión que autorizó los allanamientos a Cristina Kirchner, aparecieron senadores molestos por haber avalado muchos jueces con malas notas, elegidos a dedo por el Gobierno. En todas las sesiones de este año se aprobaron muchos pliegos y muy pocos saben quiénes son y como llegaron. 

Debieron pasar el filtro de la Comisión de Acuerdos, presidida por Rodolfo Urtubey, que también integra el Consejo de la Magistratura pero no siempre le cuenta lo que hace a sus compañeros peronistas.

Garavano ignora los exámenes que hace la Magistratura y elige a gusto a los jueces. Los senadores peronistas avisaron que ya no lo tolerarán. 

Las audiencias de la comisión son escuetas: los senadores sólo preguntan a los candidatos a jueces si les parece bien que los futuros colegas no paguen el impuesto a las ganancias y, temerosos, todos dicen que no.

En la sesión del 22 de agosto se aprobó el pliego de Silvia Patricia Bermejo como vocal de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal. 

Bermejo tuvo mucha suerte: había quedado octava en el orden de mérito (exámenes + entrevista) y se ubicó en el segundo lugar de la segunda terna, en el concurso 369 de la Comisión de Selección del Consejo de la Magistratura.

El último de ese trío fue Pablo Trípoli, otro afortunado, porque minutos antes del largo debate sobre el aborto logró que el Senado lo avalara como camarista. Antes lo había elegido Garavano.

Pero el más dichoso de esa jornada fue Juan Pablo Rodríguez, nombrado como vocal de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal. Había quedado 12 en el orden de mérito e integró la sexta terna.

El peronismo sospecha que Cambiemos manipula las entrevistas para elegir jueces afines

María del Carmen Romero Acuña tampoco quedó en la primera terna cuando concursó para vocal de la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, pero ese día fue consagrada en el cargo.

En el mismo trámite fue nombrado como juez laboral en primera instancia Herman Mendel, pese a haber rankeado 18. Escaló al segundo trío, Garavano lo eligió y el Senado le puso el moño.

Poco después de aprobarse la ley anti tarifazos, el 30 de mayo, Mauricio Macri anunció el veto pero celebró que en la misma madrugada el Senado aprobó muchos pliegos de "jueces independientes".

No todos eran buenos alumnos. Silvia Mónica Fariña fue undécima en el examen, la última de la tercer terna y llegó a vocal de la Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca junto a Daniel Amabile, noveno en los papeles y último en el trío inicial.

Casos así se repitieron en un año en el que Cambiemos y el Bloque Justicialista dominaron a gusto la Cámara alta, pero entre los conducidos por Miguel Pichetto ya no hay mucho ánimo de seguir haciendo la vista gorda.

Por si fuera poco, algunos consejeros que integran la Comisión de Selección de la Magistratura denuncian que las entrevistas suelen ser una excusa para bajar puntajes por presiones políticas y que algunas veces la nómina final con las ordenes de mérito llega retocada al Ministerio de Justicia.

Un caso sería el de Mario Martínez, Fabiola Cardozo y Gustavo Ogni, primero, sexto y séptimo en el ránking para cubrir dos cargos de vocal en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de La Rioja.

La comisión los había ubicado 1, 6 y 7, aun cuando el Gobierno los podía elegir sin importar como les haya ido en la Magistratura.

Lo curioso es que este organismo fue controlado a gusto por el Gobierno, por una férrea alianza con jueces y abogados que le garantiza 8 de 12 votos, justo los dos tercios para controlarlo a gusto. Tal vez el problema empiece a ser el Senado.