Gobierno

El cambio de Macri entre Larreta y Quintana

Macri analiza un cambio de gabinete y se debate abrirlo al peronismo y sumar a Larreta o cerrarlo aún mas sobre Marcos.

Decir que el presidente enfrenta el momento más crítico desu Gobierno no tiene mucho sentidoporque es una frase que aplica a cualquier período que se elija desde que estalló elexperimento gradualista. Pero es lo que ocurre.

Las distintas crisis se acumulan como libros en la mesita deluz porque la raíz de la falla es la misma: El diseño de la estructura decontrol del proceso político que adoptó Macri, que pese a maniobras de distracciónpermanece intacto. Todo el poder a la Jefatura de Gabinete que conduce MarcosPeña.

Cuando el gradualismo firmó su rendiciónincondicional ante el FMI, en el mercado y buena parte del establishment sepensó que la consecuencia lógica era la remoción de los ideólogos de esaexperiencia. Nicolas "Nicky" Caputo iba a recuperar el control delproceso y Macri volvía a un esquema mas práctico y menos mediático de gestión,con acuerdo con el peronismo racional para instrumentar el ajuste. Nada de esoocurrió. Fue un amague. Y Wall Street respondió como lo hace, le subió la tasaal 10% y se disparó el riesgo país.

Macri se quedó sin financiamiento y acá estamos,debatiéndonos que es peor: Si dejar que se dispare el dólar y se espiralice lainflación o si quemamos reservas y nos asomamos al precipicio del default.

No es una manera muy sana de vivir, por más entrenados queestemos los argentinos en transitar la incertidumbre.

Cuando cayó el gradualismo, Horacio Rodríguez Larreta y MaríaEugenia Vidal le propusieron a Macri el traslado de Marcos Peña a laCancillería, el despido de Quintana y Lopetegui, la reducción del gabinete auna franja en torno a las ocho carteras y el acuerdo con el peronismo. Macri,enojado, rechazó ese plan que vive como una impugnación a su liderazgo.

Macri resiste el ingreso de Larreta a su gabinete porque lo vive como un fracaso personal. Quintana ministro de Hacienda sería la expresión de un cambio que profundice la concentración en Marcos, pero enfrenta la resistencia de la política.

Pero como la crisis no se atenuó sino que se profundiza, esapropuesta inició una conversación no explicitada que permanece abierta y tiene picos intermitentes, en los que se analiza el pase del alcalde porteño a la Jefatura de Gabinete. Esta semana el debate se encendió con fuerza y se habla de un posible cambio de ministros en los próximos días.

Hace un mes, Macri y Larreta lo conversaron de manera directa y el presidente se cerró en la defensa de Peña. Macri cree que el ingreso de su ex jefe de Gabinete en la Ciudad sería un triple fracaso: Porque tuvo que entregar a su protegido, porque el salvador del país -si tiene éxito- sería su antiguo subordinado y porque en definitiva quedaría impugnada su conducción. 

Larreta tampoco vive esta situación como un reconocimiento, sinocomo lo que es: Un riesgo inmenso para su proyecto político que apunta -enalgún momento- a disputar electoralmente la Presidencia.

Por eso, como Macri y Larreta -por razones distintas- resisten la piedra de toque de este cambio,empiezan a surgir las clásicas soluciones de compromiso que viene ensayando elPRO desde que se quedó sin rumbo. Las opciones van desde mantener a Peñacomo jefe de Gabinete pero sin el sistema de auditoría de los vicejefes ydesignar un ministro de Economía de verdad; hasta dejar todo como está ycambiar a Nicolás Dujovne por uno incluso más puro: Mario Quintana.

 El Apollo XIII de Macri

Emilio Monzó aprovechó el río revuelto para resucitar su viejo sueño de un acuerdocon el peronismo de los gobernadores, que incluya incorporar a algunos de sushombres en el gabinete. Roberto Lavagna y Miguel Peirano son las expresiones de esa idea. Difícil que acepten sumarse bajo este programa de acuerdo con el FMI y ajuste duro. Difícil también que acepte Macri. Pero si el ajuste en marcha se traba por la oposición de los gobernadores, la opción de Quintana se desmorona. "Si los gobernadores se plantan hay que buscar volumen político, eso es Larreta", explica una persona que está al tanto de las negociaciones.

El problema es que en estos casos de crisis lo simple sueleser enemigo de lo cómodo. Larreta por Peña es una señal clara. Otras opcionesintermedias pueden funcionar o no, pero Macri se está quedando sin un recurso necesariopara la experimentación: Tiempo. "El momento del cambio es ahora, si no esto nospuede llevar puestos a todos", teoriza un actor del poder permanente.

Al rescate de la obra pública

Transitado el insensato entusiasmo inicial, el Gobierno terminóde entender que el caso de los cuadernos era un tiburón que le mordía el boteinflable después del naufragio. Descontada la recesión brava que se viene y elfreno a cero de la obra pública, Macri apostaba a las PPP para mostrar en suúltimo año un shock de mejora en la infraestructura vial. Hoy ese sueño estásometido a la terapia de electroshock que aplica el juez Bonadio a golpe dearrepentidos.

Por eso, tenemos desde la gestión dos urgencias: Estabilizarel tipo de cambio y salvar lo que se pueda del programa de obras públicasfinanciadas por privados.

Como explicó LPO, la sucesión de arrepentimientos de loszares de la construcción los ubica como confesos del delito de cohecho encontradicción con el decreto 1023 de contrataciones del Estado. Si se aplicarade manera estricta esa norma, a todos los procesados por corrupción deberíandarlos de baja de las obras en marcha, no adjudicarles ninguna nueva ysacarlos de las concesiones.

Roggio es un buen ejemplo porque concentra las tressituaciones. Este empresario, uno de los pocos que respeta Macri, deberíaperder la concesión del Subte, el contrato de USD 500millones de la obra del Salado y habría que darlo de baja de obras en marcha comola construcción del viaducto elevado del Mitre. Y es apenas un caso.

La política detrás de los cuadernos

"No hay país posible sin empresas", repiten en la CasaRosada. Es una trampa. La verdadera pregunta que se hacen es: ¿Con qué empresasseguimos?

Para ponerlo claro: El menú que trabaja el Gobierno va desde forzar la venta de lasempresas locales manchadas por los cuadernos a jugadores internacionales -un viejosueño del Presidente-; hasta forzar la renuncia de todos los directivosinvolucrados y llegado el caso incluso algún accionista.

Esto irá acompañado de multas fuertes -pero que no provoquenla quiebra-, la posible designación de veedores del Estado en las compañías complicadasy la firma obligatoria de un nuevo manual de procedimientos que garantice laintegridad de la compañía.

Pero la estrategia de rescate tiene toda la discrecionalidadespléndida que ofrece la política. Hay ballenas azules como Techintque son un caso en si mismo. Demasiado grandes para caer, se verá que parte delmenú se les aplica. Otras de mediano porte acaso sean candidatas a la venta yalgunas mas pequeñas o precarias se quedarán en el camino.

¿Cuál será la norma general que guíe este proceso? Ninguna.Pura política. En una mesa los bancos que financian, las empresas locales y sussocios internacionales y los funcionarios. A trabajar para mantener el negociovivo. Caso por caso.

En el medio, la crisis financiera hace todo más difícil.Porque con la tasa del 10% en dólares que se le cobra a la Argentina, losrendimientos del PPP cuando se le mete el costo financiero e impositivo, quedaroncortos. Es una oportunidad para China que subsidia los créditos de susempresas, que también aparece al rescate ofreciendo al Central otro swap de monedas. Y así el modelo anglosajón, refinado y global que soñó Macri, termina luego de un largo paseo retórico, en los brazos del capitalismo de Estado que encandiló a su antecesora. Lahistoria, se sabe, avanza forzando paradojas.