Cambiemos

Macri, Carrió y Larreta en un equilibrio bajo presión

La interna radical se mezcló con las tensiones en lo más alto de Cambiemos.

Subestimar políticamente a Macri es un divertimentoperimido. La realidad se encargó de zanjar esa discusión de manera brutal. Ahoralo entretenido es observar al presidente haciendo política, una actividad a laque todo indica, le empezó a encontrar el gusto.

Como la Argentina es el país de las certezas tan inapelablescomo efímeras, ahora que ya se descuenta que Macri reelige en el 2019, ladiscusión por su sucesión -que debería activarse una vez conseguido eseobjetivo- se trasladó hasta el presente. "Es una locura discutir esto cuandofaltan seis años", se escudan en la cúpula del PRO -a donde se reduce ladiscusión-, para disimular lo obvio. El argumento peca de pereza y soberbia endosis similares.

Horacio Rodríguez Larreta se consolidó, no sólo como uno delos gestores más dinámicos de la Ciudad de las últimas décadas, sino también comoun actor político con autonomía. En un espacio como el PRO, manejado hastaahora casi como una empresa, se trata de una novedad. Bienvenidos a lapolítica.

Macri recela de este dato que le entrega la realidad, perolejos de reaccionar como un CEO fastidioso, empezó a enhebrar interesantes fintaspolíticas.

Larreta logró a fuerza de dedicación que Carrió lo identifique como su máxima referencia en el PRO y con la misma paciencia sumó a su esfera de influencia a Emilio Monzó y Carlos Melconian.

Larreta logró a fuerza de dedicación y tiempo que ElisaCarrió lo identifique como su máxima referencia en el PRO. Con la mismapaciencia sumó a su esfera de influencia a Emilio Monzó y al economista CarlosMelconian.

Frente a estos ¿desafíos? Macri ordenó a Daniel Angelici queacuerde con el radicalismo díscolo de Yacobitti, Nosiglia y Lousteau. Aprovechóasí un tema menor como es la interna de la UCR porteña, para enviar un mensajeque cimbró fuerte a la cúpula de Cambiemos y cuyos efectos apenas empezaron asentirse.

Lousteau siempre es útil para inquietar a Larreta y Nosigliaideal para desequilibrar a Carrió. La discusión escaló por las intrincadasescaleras caracol del radicalismo y se mezcló en las negociaciones por la nuevaconducción nacional de la UCR.

Los radicales que venían lamentando que Macri moldeara conJosé Corral un partido débil, ahora descubrieron que el presidente quiere unradicalismo fuerte para contener a Larreta, Carrió, Monzó y también a Negri,que creía que la diputada chaqueña era su salvoconducto al corazón de la CasaRosada.

Entra así en escena el jujeño Gerardo Morales, el hombre quesegún varios de sus correligionarios, podría devolver a la UCR un vigor extraviadoen la primera mitad del gobierno de Cambiemos. Morales por ahora rehúye elcombate y propone al tucumano José Cano, que es visto como el hombre ideal paraseguir con un partido débil.

Lo que esta en juego es simple y bastante importante: "Laidea es consolidar una mesa del partido sólida, con los gobernadores adentro,para que sea la que le marque el paso a los bloques del Congreso", explicó undirigente al tanto de las negociaciones. Hasta ahora Macri rehuía esa línea detrabajo y prefería manejarse con Carrió, Negri y Corral. Pero la coyuntura, lohizo corregir el rumbo.

¿Estamos entonces ante el primer round de una larga pelea enla cúpula del poder, al estilo de aquella que enfrentó a Menem y Duhalde en losnoventa? ¿Una consecuencia natural de la hegemonía de Cambiemos que ante elvacío que deja la oposición traslada el conflicto político a su interior? Esposible, pero también puede ocurrir que los protagonistas de esta tensióncompartan un almuerzo y terminen acordando los términos del nuevo status quodel PRO.

Si la política es la dinámica de lo impensado, bienvenidosal show.