PJ bonaerense

El Waterloo de Espinoza lastima a Cristina

El cambio en el PJ bonaerense marca el primer indicio serio del declive cristinista al interior del peronismo.

La onda expansiva del Waterloo deEspinoza fue el primer golpe serio para el proyecto de supervivencia política deCristina Kirchner y La Cámpora. La derrota no pudo ser mas cinematográfica, conel líder matancero encerrado en la sede partidaria de Matheu, prometiendo elarribo inminente de intendentes y sindicalistas que hace rato habían firmado lalista del "Tano" Menendez de Merlo, postulado presidente del PJbonaerense, que suma su glamour italiano a una ya sobrecargada exuberanciaperonista.

Espinoza fue un dispositivo clave en laconstrucción de la candidatura a senadora de Cristina y su alianza con LaCámpora cerraba un triangulo que sometía a los intendentes y obturaba unarenovación real. El casi millón de votos de La Matanza, mas lo que mideCristina, mas la organización del camporismo, se cansó de humillar a losbarones del Conurbano, hasta que ya no pudo hacerlo.

Este martes se consumo una de esastragedias políticas profundas, que como casi todo lo interesante en la vida,ocurrió en la madrugada. Casi todos los intendentes se unieron para decirle no a lacontinuidad de Espinoza. Pero la verdadera destinataria del mensaje fue lasenadora de la plaza Vicente López. Que lo entendió enseguida.

"Esta no es la unidad que queremos", gritó Máximo Kirchner a varios de los intendentes y los amenazó con "partirles" los concejos deliberantes y los bloques en la Legislatura bonaerense.

"Esta no es la unidad quequeremos", gritó por el celular Máximo Kirchner a varios de los alcaldes que hace apenas dos años elogiaban las cualidades políticas"innatas" del hijo de la Presidenta y ahora le tuvieron que explicar que sinpoder se puede hacer casi cualquier cosa, menos conducir a los gritos. "Les vamos a romper los Concejos, los bloques todo", amenazó sin éxito el líder de La Cámpora.

Espinoza y Máximo fueron dos caras dela misma dificultad para entender el agotamiento de un modelo que tuvo en el arribo de Macri al poder su expresión más visible, pero que inició un desplazamiento que está lejos de haberse completado.

El significante del cambio no pudo sermás explícito. El propuesto presidente del peronismo bonaerense cometió semanasatrás el "pecado" de sacarse una foto con el senador Miguel Ángel Pichetto.Esto desencadenó el veto inmediato de la ex presidenta, con una frase típica desu densidad política: "No es confiable".

Este viernes casi la totalidad de los mismosintendentes que apoyaron su lista hace menos de un mes, tomaron ese veto conla seriedad que se le otorga a un tuit. O tal vez menos.

La revolución bolivariana

La toma del Palacio de Invierno del PJbonaerense representa el primer golpe serio al proyecto de supervivencia cristinistay ofrece un indicio fuerte de la decadencia del neochavismo -o su reciclajecomo izquierda ciudadana-, como expresión mayoritaria al interior delperonismo.

El peronismo de centro que intentanconstruir Pichetto, gobernadores e intendentes, tuvo en el corazón electoral dela Argentina su primer triunfo interno, luego del mal resultado de laslegislativas. No es un tema menor. La renovación peronista de Cafiero surgió deesa misma geografía. Es verdad que en el peronismo extrañan aquellos líderes,pero enfrente tampoco sobran los estadistas. Con todo respeto, por unos y otros.

Fernando Gray y Gustavo Menéndez, las caras visibles del cambio en la conducción del PJ bonaerense.

La insurrección se terminó de orquestaren el inmenso local que alquiló Julio Pereyra en la calle Bolívar, a pocascuadras de la Plaza de Mayo. Los intendentes bromeaban sobre "La maldicionde Bolívar", porque fue también ahí donde asestaron su primer golpesimbólico al cristinismo, cuando acordaron vaciar un acto montado en el vecinoSuterh, para entronizar a Máximo como conductor de facto del peronismobonaerense. Aquella foto fue un recuerdo del futuro que se cristalizó estamadrugada.

Cristina se cansó de usar al peronismopara su proyecto personal, en una estrategia de amor por conveniencia que acasoentregó en la pasada elección su ultimo ardor. Los 37 puntos que sacó la expresidenta salvaron a los intendentes de una debacle definitiva, pero esaelección marcó también el techo de un proyecto que mezcla mal una visiónprogramática no compartida, con una conducción caprichosa, que para peor,instrumenta a través de su hijo y sus amigos. Podía salir mal y salió mal.

El disparate de "festejar" el Día del Militante movilizándose a las cárceles donde están presos ex funcionarios acusados de corrupción, exhibe como pocas cosas, el drama sin fondo de la desorientación cristinista.

Ahora se abre un espacio en elperonismo bonaerense para el surgimiento de nuevos liderazgos. Una necesidadque se vuelve desesperación cuando observan que desde el entorno de la ex presidenta organizanun "festejó" del Día del Militante en las puertas de las cárceles, en solidaridad con los compañeros detenidos. Ni el guionista másperverso de Cambiemos hubiera imaginado semejante regalo. Camporistas de Cristinaintentando reeditar la épica de aquellos que bajo el gobierno del Cámpora deverdad, se movilizaron a Devoto para reclamar -y obtener- la liberación de lospresos políticos.

Semejante disparate que equipararevolucionarios con ladrones, explica demasiado el drama sin fondo de ladesorientación cristinista. Porque lo que perfora a esa fuerza es eso: laausencia de un programa político viable para que el peronismo vuelva a ser unafuerza de transformación del país. Precariedad que quedó en evidencia en losgritos destemplados de Máximo, pero también en las semanas previas a la derrotasin brillo de esta madrugada.

Cristina mas allá de vetar candidatos-que le encanta- nunca terminó de trazar un rumbo claro, oscilando entre laindolencia por el futuro de un partido que desprecia y la urgencia de madrugada,al entender que se podía activar un proceso que termine de confinarla a losmárgenes del peronismo.

El ganador invisible

Martin Insaurralde fue el gran ganadorde la jornada, consolidando la trayectoria que inició al desplazar a Espinoza yLa Cámpora como interlocutores de María Eugenia Vidal, en la negociación delpresupuesto bonaerense. Fue aquella una derrota de los intransigentes que ahoratuvo su correlato partidario. Se impuso el diálogo y la visión de futuro delos moderados, que no creen que Macri sea la Dictadura.

Insaurralde trabajó para coronar aFernando Gray como presidente del Congreso partidario y a Juan de Jesús comosegundo de Menéndez. Pero su logró político real fue otro: Reemplazó a Espinozacomo el hombre fuerte del peronismo del Sur del Conurbano, que es como deciruno de los hombres fuertes de todo el peronismo.

Una novedad que promete otras: Mastemprano que tarde este nuevo estado de cosas impactará en la conformación delos bloques en el Congreso nacional y en la Legislatura bonaerense. Es muy probable que Julio Pereyra sea el jefede un bloque de diputados peronistas en la Legislatura provincial. Pereyra esotro de los vetados de Cristina. La novedad es que ahora hay mas vetados afueraque adentro.

En una sola jugada, el intendente deLomas de Zamora eliminó del tablero a sus dos rivales para la candidatura agobernador: Espinoza y Menéndez, ya que se acordó que el presidente del partidono podrá ser el candidato.

Es verdad que falta mucho, pero es taningenuo creer en conquistas inalterables, como ignorar el valor de ganarbatallas centrales. La de anoche fue una de ellas.