Cambiemos

Carrió, de la periferia al centro

El mesianismo con Estado es la Inquisición. Selectividad moral con poder de policía.

"Lo observé mucho, era él", dijo Graciela González. Graciela es la mujer del matrimonio de jubilados que suben al auto en la ruta a un joven al que describen como Santiago Maldonado. Lo suben al auto un 22 de agosto. Ruta 40, de Esquel a Tecka. Graciela González y Eduardo Muñoz. Parece una escena de David Lynch. Un joven mal vestido, desabrigado, viaja unos kilómetros con ellos y se ríe en su extravío. ¿Es Santiago? De los muchos "desvíos" que tuvo la búsqueda de Maldonado me quedo con este. ¿Existió esa pareja? ¿Existe ese joven? Fueron a la televisión. Lo denunciaron en una comisaría de Río Grande. ¿Existen? Ya no existen. Ahora viajan en la ruta de los zombis que lleva al gran cañón del olvido argentino. "Estaba parado en el medio de la banquina, haciendo señas. Nos preguntó si lo podíamos llevar. Lo vimos tan indefenso, con ropa muy liviana, sin campera, zapatillas rotas, sus guantes eran medias, con una marca en la frente." Dijeron. "Estaba muy triste, muy ido, muy frío, y eso hay que recalcarlo, estaba como shockeado." Muy triste, muy ido, muy frío.

A través de Maldonado la democracia vive una suerte de subconsciente sublevado, y como decía Le Carré: los servicios de inteligencia son el subconsciente de una Nación. Desean un muerto, dijo Elisa Carrió. De ella quiero hablar. "Gorda periférica", se hacía llamar. Carrió comprendía su destino: el de una mujer sin poder, una mesiánica del no poder que podía arrastrar las cadenas de su republicanismo por todo el arco ideológico, de un extremo al otro, porque el poder le era ajeno, el poder político, su obsesión con el palacio. "El poder es el otro", pudo ser su rezo. Carrió podía abrazarse a los piqueteros en 2001 como a los sojeros en 2008. Su fraternidad se cumplía en la distancia que una y otra acción trazaba en torno a Balcarce 50. Pese a sus mutaciones, sus adulteraciones teóricas (su saqueo sobre Arendt), su República se contenía en un precepto: no hay condiciones morales para mi poder. 

Carrió es en esta etapa, selectividad moral con poder de policía. Ella no quiere ser la palabra del Gobierno, quiere ser la última palabra.

¿Por qué ahora estalla su figura con la desaparición de Santiago Maldonado? ¿Por qué es en ella y no en Larreta, Vidal o Peña, escondidos detrás del durloc, amparados en ese terror al drama que tienen los PRO? Porque la pregunta es: ¿cómo es Carrió con poder? Es exactamente esto. ¿Qué pasa con su "exceso" cuando el poder lo tiene, lo acaricia? El mesianismo con Estado es la Santísima Inquisición. Selectividad moral con poder de policía. 

Si su forma retórica era la del "saber", no sólo ufanarse de un "saber filosófico" en el desierto de políticos de pocas palabras, sino en el secreto de Estado, sótanos a los que accedía aunque en una suerte de saber del contrapoder. Pero ahora Carrió comercia ese supuesto saber bajo la figura de la extorsión: lo destila a cuentagotas y de modo inesperado y velado. ¿Pero sabe? ¿Qué sabe? Se muestra con gesto de autosuficiencia (yo sé que vos sabés que yo sé), porque cumple lo que el filósofo Sebastián Carassai llama "superstición civil": la gente necesita creer que el Estado hace lo que hace porque sabe lo que hace.

Maldonado no desaparece en la oscuridad, sino en esa demasiada luz que es la democracia de la saturación informativa: vamos a hablar de Maldonado hasta que ya no sepamos de qué hablamos. Pero la aparición de un cuerpo es algo demasiado real. "Hay un 20% de posibilidades de que Santiago esté vivo en Chile", había dicho. Carrió no quiere ser la palabra del gobierno, quiere ser la última palabra del gobierno, ése es su tacle a Macri, porque ella le quita el poder de "verdad". Y como es la última palabra siente el vértigo de soltarse para construir su ficción, la impunidad de comparar un cuerpo congelado en el río Chubut con Walt Disney.

La crónica sobre el "hallazgo" matrimonial reafirma en una cita al testimonio de la mujer: "Es imposible encontrar a una persona tan parecida en el medio de la nada". En el medio de la nada: de ese limbo estamos hablando. Una Argentina fronteriza. Y ese escenario elige Carrió: la frontera argentina. Tal vez ni siquiera sea hoy en términos operativos, logísticos, la política con mayor responsabilidad o decisión. Pero la desaparición de Maldonado nos muestra también el dato: amigos, la señora Elisa Carrió llegó al poder.