Primarias

Un triunfo que da fuerza a Macri para negociar con el peronismo

El Gobierno aseguró el objetivo de licuar a Massa y Lousteau. Pero necesita el acuerdo con el peronismo.

Mauricio Macri tuvo su triunfo nacional de mitad de mandato,una tradición en la Argentina que sólo se rompió con De la Rúa. La sociedaddecidió respaldar el proceso en curso, aunque le marcó límites.

Cambiemos hizo lo que siempre hace y cuando vio unatendencia favorable salió a festejar y dio por cerrada la jornada. Otra vez elmarketing se impuso sobre una mirada más serena. La imagen de un Bullrichganando por seis puntos se fue agriando y todo se terminó de enrarecer cuandoCristina estaba a 0,21 decimas de pasar al frente y el escrutinio se ralentizó al extremo a partir de las dos de la madrugada. Un viejo problema o tentación de los gobiernos, queCambiemos prometió cambiar.

Jugada inútil que sólo contribuyó a darle épica a laelección de Cristina, cuando en rigor con aceptar un empate -de eso se trata endefinitiva- Cambiemos despejaba el escenario y podía celebrar el excelenteresultado nacional y bonaerense que alcanzó.

Pero la espuma del domingo acaso impida divisar lo que seestá votando: Legisladores. Lo cierto es que si en octubre se mantienen estosresultados, Cambiemos mejora su posición relativa pero sigue lejos del quórumpropio. Es decir, necesita un acuerdo con al menos un sector del peronismo, que si lograra superar sus internas, sí podría consolidar una mayoría para manejar las cámaras. Es difícil, pero en política lo imposible a veces ocurre. 

Se trata de un efecto acaso indeseado de la licuación de Massa. Lo que están desapareciendo son las terceras fuerzas, siempre útiles para maniobrar cuando se gobierna en minoría.

Macri es el primero que lo tiene claro y esta misma nocheavisó a sus funcionarios que se preparen para el diálogo y luego lo dijo -a su manera- en su discurso de celebración. RogelioFrigerio, nexo natural con los gobernadores, tendrá un rol clave en la etapaque se abre.

Si bien Marcos Peña y Durán Barba podrán decir que su apuesta por la polarización funcionó porque permitió licuar la amenaza estratégica de Sergio Massa y MartínLousteau, dos de los dirigentes que aparecían con más potencial para presentarse comouna opción superadora del macrismo; no es menos cierto que esa jugada potenció a Cristina Kirchner y obligó al Gobierno a un esfuerzo extenuante que apenas le alcanzó, como anticipó LPO.

La apuesta por la polarización permitió a Cambiemos licuar parte del capital de Massa y Lousteau, pero a costa de potenciar a Cristina que terminó en un empate técnico, pese al esfuerzo extenuante de Vidal y todo el Gobierno.

El resultado también confirma que el kirchnerismo estálejos del fin que le vaticinan. Empató en la provincia deBuenos Aires, ganó en Santa Fe, Tierra del Fuego, Río Negro y Chubut y es segunda fuerza en Santa Cruz y Capital. Habrá que ver como metaboliza el PJ dialoguista -en muchos casos derrotado- ese datode la realidad. Al parecer la oposición dura al Gobierno desde el peronismo, noes tan mal negocio político.

Al mismo tiempo, Cristina queda al borde de perder la primer elección de su vida en Octubre, un desenlace que si se produce, acaso lainhabilite para volver a pelear por la presidencia en 2019. Pero al mismo tiempo, si estira la diferencia y gana en las generales, el triunfo nacional de Cambiemos quedaría dañado de manera irreversible.

Por ahora, queda intacto comopresidenciable peronista el salteño Juan Manuel Urtubey, lo que empieza aintroducir al país en una sendero de consensos posibles.

Parece contradictorio y lo es, porque se trata pordefinición de un proceso de transición de hipotética salida del populismo, que aún en elcaso que sea exitoso, no va a ser rápido ni sencillo.

La interna deCambiemos

El triunfo nacional de Macri tuvo un esqueleto poco visiblepero fundamental: El radicalismo. Ninguneado al interior de Cambiemos, fueroncandidatos radicales los que se impusieron en Santa Fe, Entre Ríos, Neuquén,Corrientes, Santa Cruz, Mendoza y Jujuy.

Macri ganó con PRO puros Córdoba, Neuquén y La Pampa; mientras que Lilita arrasó en Capital. No sería extraño que losradicales levanten su autoestima y reclamen más participación en lasdecisiones.

La tensión interna ya empezó a incubarse y de hecho, estamisma noche desde la Casa Rosada se encargaban de aclarar: "Ganó Macri y lamarca Cambiemos" y casi festejaban la caída de los radicales en Tucumán y LaRioja.

Se superponen así dos procesos, la consolidación deCambiemos como una fuerza nacional y la necesidad de acordar para destrabar unagestión que todavía no logró entrarle al núcleo duro de los problemas de laArgentina.

Sería muy humano que el triunfo acentúe en Cambiemos ciertatendencia a la arrogancia, pero acaso sea más saludable para el proceso encurso, si ese rasgo muta en autoridad y se utiliza la fuerza conquistada para guiar unproceso de consenso posible.