Elecciones

Con la lengua afuera

La apuesta a la polarización convirtió en dramática una elección que no lo era.

En los últimoscien metros el alma le volvió al cuerpo al Gobierno. Esteban Bullrich acortó ladistancia con Cristina Kirchner según las últimas encuestas y no estádescartado que gane. Tampoco que la ex presidenta agrande la diferencia y sevuelva inalcanzable. De esperanzas también se vive.

Pero olvidemospor un momento la pasión resultadista y analicemos la estrategia. Durán Barbadiseñó una llave mágica: La polarización. Confrontando con Cristina losnuestros se ven más lindos, la gente se olvida de la economía y discute pasadoo futuro, honestos o corruptos. Además, se divide al peronismo y así Massa nose lleva todo y termina ganando, no sólo ahora sino que queda comopresidenciable fuerte.

Es tan sencillode criticar como de entender la obsesión del Gobierno con Massa. El peronismo unificándose detrásde una variante racional, con base en el territorio que concentra el 40 porciento del electorado, es buen combustible para alimentar los fantasmas de un jaque mate.

Es tan sencillo de criticar como entender la obsesión del Gobierno con Massa. El peronismo unificado detrás de una variante racional con base en el territorio que concentra el 40 por ciento del electorado, alimenta el fantasma de jaque mate.

Por ese lado,puede decirse que la estrategia tuvo un éxito moderado y habrá que esperar elresultado de la elección para terminar de dimensionarlo. Si el líder de 1Paíssupera el 20 por ciento seguirá vivo, al menos como potencial amenaza. Lahipótesis sobre la que se empieza a trabajar en el peronismo de una primariacon el salteño Juan Manuel Urtubey, es una opción abierta.

Urtubey mantienecon Massa una pulseada central en torno a Córdoba. José Manuel de la Sota estáalineado con el hombre de Tigre, pero el ascendente vicegobernador Martín Llaryoratiene línea directa con el salteño, igual que la fueguina Roxana Bertone, hastaahora la más comprometida con su candidatura. La apuesta de Urtubey es lograrque Juan Schiaretti sea el gran articulador de su proyecto presidencial, quelogre encolumnar a la mayor cantidad de gobernadores. Se verá.

El lado B de laapuesta por la polarización es evidente, basta mirar la evolución del dólar enla última semana, que obligó al Banco Central a quemar 1800 millones de las reservas.El sensor más fino para detectar problemas en la Argentina es la moneda estadounidense. Si seescapa y centraliza la agenda es señal que el Gobierno está haciendo algo mal,por acción u omisión. Con culpa o sin ella. No tiene importancia discutirlo.

Si Cristinatermina ganando las elecciones el macrismo habrá logrado atenuar la amenaza deMassa a cambio de instalar una mucho más grave: el regreso de la ex presidentaal poder. ¿Quién puede creer que si triunfa no se tentará con intentarlo?

Y es ahí donde laestrategia oficial revela su costado menos encantador. La Argentina necesitacomo el agua un acuerdo político que la estabilice, en un sendero de desarrolloposible. Eso implica trabajar para que las alternativas compartan un marco devalores o al menos el diagnóstico de los problemas. Es acaso esa la tarea másimportante de un gobierno de transición. Una categoría que Macri encarna pordefinición, al ser el hombre al que le tocó suceder a un régimen populistaagotado.

Esto no significaque su rol en la política deba consumirse en un mandato, sino algo mucho másimportante que los años que le toquen en la Casa Rosada: La certeza que sutarea desborda la política clásica de competencia por ganar y mantener elpoder, para ser una pieza clave en la edificación de un nuevo sistema.

La pregunta másimportante es si Macri está dispuesto a ser Adolfo Suárez, el hombre que sacó aEspaña de las catacumbas del franquismo y la metió en un camino de democracia ymodernidad económica, que se extendió por tres décadas. Si la respuesta espositiva, la política tiene que volver al centro de la escena y es tiempo queDurán Barba se tome unas merecidas vacaciones.

Es bastante obvioque el consultor ecuatoriano ya dio lo mejor de sí. Llegar con la lengua afueraa una elección de medio término que no representaba mayor desafío que ganar operder un puñado de legisladores, que no van a cambiar nada en términos demayorías, no parece un trabajo excepcional. En el camino, Macri logró enojar alos que estaban para acordar, como su amigo el gobernador de Córdoba

Y así terminamos celebrando como el gran triunfo cultural de esta campaña, que la gobernadora de Buenos Aires haya apabullado a un panelista de televisión, que se supone representa al kirchnerismo. 

Si Cristina gana,el país, no ya Cambiemos, tendrá un problema que no tenía. Hasta hace apenascuatro meses no quería saber nada con volver a competir por un cargo. Y sipierde por un par de puntos, el riesgo será apenas menor. Ese fue el granaporte de la polarización que idearon en la Casa Rosada.