Estados Unidos

No surprises: el mismo Donald de siempre

El Washington Post sólo reveló al Trump auténtico, el que tiene la misma palabra que un vendedor de autos usados. Con una mano te estrecha y con la otra te traiciona.

Hoy el Washington Post publicó dos transcripciones completas de las conversaciones que Donald J. Trump tuvo en enero pasado con Enrique Peña Nieto y Malcolm Turnbull. "Es un documento histórico", fue uno de los comentarios en la redacción, después de echar un ojo al explosivo intercambio entre Peña Nieto y un Trump con apenas siete días en la Casa Blanca.

Lo cierto es que, a pesar de lo jugoso del documento, reveló más de la postura privada de Peña Nieto que del verdadero rostro de Donald Trump. El presidente de Estados Unidos es quizás el líder global más transparente del que se tenga memoria.

Su actitud sólo vino a confirmar por enésima ocasión lo que todos sabemos: Donald Trump es tan consistente como un vendedor de autos usados dispuesto a decir lo que sea para cerrar un trato, y su palabra tiene el mismo valor.

Quizá sorprendió un poco saber que, con la mano en la cintura, Trump reconoce ante el líder de un país al que ha atacado un sinnúmero de ocasiones, que el bendito muro no era más que irrelevante retórica de campaña, y que el muro le importa tanto como en qué país se fabrican los trajes de segunda que llevan su nombre (spoiler: se fabrican en México).

Durante la extensa conversación, donde, lo que sea de cada quien, el mandatario mexicano logró mantener una postura digna, Trump reconoció que hay temas más importantes, como el famoso déficit comercial que tanto le ocupa la cabeza y que ha sido el más claro ejemplo de la ignorancia del presidente en temas económicos.

Es el propio Trump quien reconoce la necesidad de sacar de los medios el tema de quién va a financiar el muro: "No puedes decirle eso a la prensa", pide el presidente. "La prensa va a ir con esa [cita] y yo no puedo vivir con eso", protestó.

Su actitud sólo vino a confirmar por enésima ocasión lo que todos sabemos: Trump es tan consistente como un vendedor de autos usados dispuesto a decir lo que sea para cerrar un trato. Su palabra tiene el mismo valor.

"Lo entiendo bien, señor presidente", le responde el siempre diplomático Peña Nieto, "entiendo este punto crítico y entiendo la posición política crítica que esto constituye para su país y para usted, señor presidente". Peña Nieto sugiere buscar una "forma creativa" de brincar este obstáculo.

El mandatario mexicano lo deja muy claro: "Para México es un asunto que va más allá de lo económico, porque es un asunto relacionado con la dignidad de México y el orgullo nacional de mi país", le explica. "Dejemos el tema. Avancemos con otros temas que creo son más positivos para nuestros países".

"No hablaré del muro y si la prensa me pregunta por el muro diré 'vamos a ver qué pasa-vamos a ver cómo camina con México'. Porque desde un punto de vista económico, es la cosa menos importante de la que hablamos, pero psicológicamente significa algo, así que sólo digamos 'vamos a negociarlo'", concede Trump.

Hace un mes, durante la reunión del G 20 en Alemania, con índices de aprobación abismales y el Rusiagate fuera de control, Trump rompió su palabra y, con Peña Nieto sentado junto a él, frente a decenas de cámaras de medios de todo el mundo, afirmó, casi en un susurro, que México "absolutamente" iba a pagar por el muro. Así, en quedito.

Ah, pero en enero, cuando hablaron por teléfono y Peña Nieto le dijo que lo importante era que ambos países tengan una relación buena, Trump respondió: "Sabes, deberíamos poner eso en la declaración. Tus palabras son tan hermosas. Esas son hermosas palabras y creo que yo no podrían hablar así de hermoso, ¿okay?".

"Somos tú y yo contra el mundo, Enrique, no lo olvides", aseguró Trump en la llamada, sólo para después inventar que Peña Nieto le llamó para agradecerle su estrategia contra los migrantes indocumentados. 

Es el mismo Donald Trump que prometió no recortar los programas de salud federales y crear un sistema que cubra a todos sus ciudadanos, y días después alabó públicamente a los legisladores de su partido cuando casi aprueban una ley que dejaría a millones de sus votantes en la calle.

El mismo que hace unos días inventó que el director de los Boy Scouts le había hablado para alabar su discurso ante los niños exploradores, cuando en realidad tuvo que pedir una disculpa pública por las declaraciones partidistas del presidente.

El mismo Donald que por teléfono llama a Peña Nieto su amigo, y le dice que quiere hacerlo el presidente más popular en la historia de México, sólo para apuñalarlo por la espalda públicamente meses después.

El mismo que no puede ver más allá del ciclo de noticias que está viviendo, incapaz de echar un vistazo ya no digamos a los siguientes cuatro años, sino a las siguientes 24 horas. Para Trump, el día empieza y termina en los medios, y todo lo que importa son los encabezados del momento. No hay planeación. No hay estrategia. No hay "ajedrez 3D".

Ése es Donald Trump. Ése ha sido siempre, y quienes seguimos su meteórica carrera política desde aquella tarde de junio de 2015, cuando lanzó su violenta campaña presidencial, ya lo conocemos de sobra. La única novedad que la transcripción ha revelado hoy acaso fue la claridad con la que Peña Nieto le habla en privado, pero nada más. No surprises. El mismo Trump de siempre.