política económica

El ajuste, el desempleo y la pobreza

La intensidad de los reclamos sociales no se condice con las circunstancias actuales, ni están en relación con el pasado reciente.

El mes de marzo y la primera semana de abril de 2017 se caracterizaron por la multiplicidad de acciones y expresiones de sectores diversos que rechazan la acción oficial caracterizada, según esta mirada, por la tríada del título. Lo peculiar es que tal identificación ya se había manifestado al momento mismo del cambio de gobierno.

La denominación genérica de las políticas propiciadas en América Latina durante la última década del siglo pasado fue la de ajuste estructural. Tal expresión se circunscribe a la formulación impulsada por los organismos internacionales de crédito en los finales del siglo XX como recomendación específica para las políticas públicas en la región, las cuales debían ser cumplimentadas por los gobiernos como precondición para ser objeto de préstamos u otros mecanismos de colaboración financiera, en virtud de sus fuertes restricciones externas. Era esa la base de las políticas neoliberales de ese período en la región.

En cambio, es posible utilizar la noción "estructura" para aludir al conjunto de relaciones económicas y sociales que sustentan el funcionamiento del aparato productivo y determinan las condiciones en que se desenvuelve su población. Pero este enfoque tampoco tiene un significado único y homogéneo. Sabemos que las políticas neoliberales de los noventa y las utilizadas luego de la crisis de 2001 -pese a justificarse de modo distinto y enmarcarse en condiciones muy diferentes en ambos períodos- culminaron con una distribución del ingreso desfavorable para los trabajadores y un salario real históricamente bajo. Luego de un cuarto de siglo, incluyendo una década de neoliberalismo nítido y otra década extendida de heterodoxia, cerca de un tercio de la población se desenvuelve en condiciones de pobreza.Dicho de otra manera, es necesario especificar con mayor claridad qué se propone cuando se dice estar en contra del ajuste.

Durante el kirchnerismo, el ingreso medio de los trabajadores protegidos respecto del ingreso medio de los trabajadores precario siguió siendo de 2 a 1 como en los noventa.

Desde el punto de vista de las condiciones de trabajo y de vida de los asalariados sabemos que en la época del kirchnerismo no se modificaron las diferencias internas que sí se habían intensificado a fines del siglo pasado. De hecho la relación entre el ingreso medio de los trabajadores protegidos respecto del ingreso medio de los trabajadores precarios era de 2 a 1 en los noventa y siguió siendo de 2 a 1 en los años 2000. Esto no es compatible con un proyecto de mayor equidad, que debiera conducir a que los ingresos de unos y otros converjan.

En cuanto al desempleo y al empleo, las evidencias indican que la situación actual si bien expresa deterioro, no es sustancialmente diferente de la atravesada en el último quinquenio. En ese lapso el empleo público dinamizó el (escaso) aumento del empleo y apenas disimuló el virtual estancamiento del empleo asalariado privado.

Por otro lado la tasa de empleo estimada por la Encuesta Permanente de Hogares había alcanzado un pico hacia 2012 declinando desde entonces. El "valle" estuvo en los años 2014 y 2015 registrando en 2016 -si los datos de la nueva EPH fuesen comparables- una leve recuperación.

En cuanto a la pobreza se ha dicho mucho en el año último. La síntesis más escueta -haría falta extenderse mucho más sobre el tema- sería que a fines de 2015 estábamos en los alrededores del 30% de habitantes carente de lo necesario para eludir la pobreza, y que ese valor se elevó en la primera parte de 2016 agregando un afectado por cada diez preexistentes. Aun hay dudas acerca de si en la segunda mitad del año se estancó o se retrajo levemente.

Los empresarios que "se la llevaron en pala" -según la gráfica expresión de la ex presidenta- parece que siguen esperando se les otorguen nuevos o mayores beneficios antes de asumir su rol emprendedor.

La cuestión importante acerca del modo efectivo en que puede y debe bajar la inflación en el marco de un estancamiento económico que nos acompaña hace varios años y cuando se apagaron los mayores estímulos provenientes del exterior no aparece en los actuales escarceos argumentales. Los empresarios que "se la llevaron en pala" -según la gráfica expresión de la ex presidenta- parece que siguen esperando se les otorguen nuevos o mayores beneficios antes de asumir su rol emprendedor.

La discusión sobre las políticas aplicadas y la responsabilidad empresarial tanto en el tema inflacionario como en la falta de impulso inversionista debiera ser amplia y profunda, generando justificados contrapuntos. De lo que no hay dudas es que los motivos esgrimidos en este otoño de 2017 para justificar la intensidad de las acciones exhibidas no parecen argumentos apropiados o, al menos, proporcionales a las circunstancias actuales en relación con el pasado reciente. Se impone que todos reflexionemos.