Juan Manuel Abal Medina

"Macri ensaya un neoliberalismo retro, propio de un mundo que ya no es"

LPO México entrevistó al senador peronista que visitó este país para solidarizarse frente a la agresión de Trump.

Juan Manuel Abal Medina tiene una larga historia que lo une a México. La embajada de ese país en Buenos Aires le brindó asilo a su familia tras el golpe militar de 1976, hasta que le permitieron exiliarse en el DF, donde vivió durante años y regresó -muchos años después, ya en democracia- para realizar su doctorado.

Por estos días, encabeza la comitiva argentina para la III Reunión Interparlamentaria. En una charla distendida con LPO México en un hotel céntrico de esta capital, el senador analizó el impacto del fenómeno Trump en su tierra adoptiva y la relación con la Argentina, sin esquivar los temas de actualidad.

Frente al fenómeno Trump, México busca diversificar sus socios comerciales. ¿Cómo profundizar el vínculo con la Argentina, cuando las cosmovisiones de sus círculos rojos son tan diferentes?

México compró mucho esa visión después de firmar el TLC con Estados Unidos. Se sintió en un momento que dejaba atrás Latinoamerica y pasaba a jugar en primera. Al principio hubo un bienestar socioeconómico. Lo que está pasando ahora es la crisis de ese modelo, que se ve acelerada por la presencia de Trump en la Casa Blanca.

En México hace mucho que no hay un liderazgo fuerte en la política. No sucede desde Salinas. Alguien que les prometiera un rumbo claro. Eso es un poco lo que lleva a perder una sensación de sentido y de futuro.

Hay mucho de seguir pensando un mundo que ya no es. Yo lo veo en Argentina: Todavía siguen llorando que perdió Hillary. Hay cierto pensamiento simplista, una mirada muy ideológica de creer que el mundo post caída del Muro de Berlin era una gran autopista de integración económica y neoliberalismo. El mundo está demostrado ser más complejo.

¿Y eso cómo impacta en la integracion de ambos países?

Es una oportunidad. Tenemos una serie de problemas de integración comercial con México que tienen su base en Estados Unidos. Los ejemplos son las carnes y los vinos. Hay un montón de barreras arancelarías que impiden que nuestros vinos o nuestras carnes sean competitivos. Si nosotros somos inteligentes y racionales, y le abrimos a México oportunidades de negocio, la relación puede volverse importante.

México, como Colombia o Perú, han logrado una macroeconomía estable y sana en los últimos años pero con fuerte desigualdad. ¿El desafío argentino sería estabilizar la macro pero con más integración social?

Sí. La apuesta debe ser esa. Los primeros años de Néstor Kirchner vos observabas en la región que los modelos de crecimiento económico y reducción de la pobreza podían funcionar. Casos concretos son Bolivia y Uruguay. El cuidado macro coincidía con el compromiso de reducir la desigualdad. Argentina hoy quiere ser el México de los 90, un neoliberalismo retro, algo propio de un mundo que ya no es.

Hay cuadros económicos muy preparados que insisten en que Macri no se termina de desprender de prácticas "populistas", que no termina de ser ese neoliberalismo que agita en su discurso. El ejemplo que ponen es el déficit...

Es que hay temas de sentido común. Hay una realidad que le impidió a Macri hacer un ajuste más duro del que ya hizo. Pensar que podía ir más allá es no entender la realidad política de un país donde hay contrapesos, resistencias, actores políticos y gremiales que son lo que terminan haciendo -por ejemplo- que Aranguren no te suba el gas cómo el quería subirlo al principio.

A Macri le conviene discutir el pasado, pero nosotros tenemos que abordar los problemas del presente. El candidato en la Provincia debería expresar una renovación.

¿Piensa que el peronismo finalmente conseguirá la unidad para las elecciones?

Hay que trabajarlo. Es difícil porque hay diferentes líneas internas. Yo pragmáticamente me contentaría con poder unificar al PJ en la provincia de Buenos Aires. Nuestra tarea principal es unificar pero ya sin un liderazgo ordenador ni desde una autoridad que obligue. Debe ser desde unas internas donde se participe, se discuta y se defina.

Kicillof dijo que si Cristina no juega es mejor porque la elección dejaría de girar sobre el kirchnerismo y pasaría a ser lo que siempre representan las elecciones de medio término: un referendo sobre el rumbo de la administración actual. ¿Coincide?

Es que Cambiemos quiere discutir el pasado. Y eso está bien para ellos, pero es tonto para nosotros que tenemos que abordar los problemas del presente: La gente que no llega a fin de mes, las pymes que cierran en todo el país. Esos son los problemas del presente. Obvio que el juego del Gobierno siempre es ir para atrás. Pero ya llevan 15 meses en el poder.

¿Entonces CFK no debería jugar en esta elección?

Soy cuidadoso, no digo quien debe ser candidato. Pero sí digo que lo mejor para el PJ debería ser generar un cambio, una renovación que destaque las cosas que se hicieron bien en lo años anteriores, pero a la vez reconocer los errores cometidos. Tengo compañeros de mi espacio con un discurso muy cerrado, que no reconoce nada. Con ese discurso ya perdimos y seguiremos perdiendo y siendo funcionales al Gobierno.

Para ustedes Randazzo sería ese perfil de renovación, ¿cierto?

Estamos trabajando con Florencio, con un grupo de intendentes -el Grupo Esmeralda-, con un sector del sindicalismo de la Provincia de Buenos Aires, el sector de Julián Domínguez, y desde el Movimiento Evita para intentar articular una opción que hable de los problemas de los argentinos que no llegan a fin de mes hoy. No de los problemas que tenían en diciembre o hace cuatro años.

¿Piensa que es posible una articulación de este espacio con Sergio Massa? 

El problema de Massa es que no termina de definir dónde quiere jugar. El último año fue y vino un par de veces. No termina de pararse en oposición u oficialismo. Está intentando construir ese espacio intermedio que es difícil sostener en términos electorales. Creo que la pérdida de volumen político que ha tenido en los últimos meses un poco tiene que ver con esto. En cada elección uno vota a favor del gobierno o en contra del gobierno.

Me parece que hay dos lugares que no son productivos en política. Uno es ese. El otro es el camino que tomaron algunos en nuestro espacio: decir que el Gobierno es la Dictadura y que hay que salir combatirlo como si fuera un gobierno militar. Me parece que en el medio de eso debe estar el peronismo: Una oposición que discute con el Gobierno, pero que también habla y dialoga.

En este escenario de falta de definición de su programa económico, ¿Una derrota política en las próximas elecciones alimentaría esta idea de un gobierno débil?

No lo veo así. Los que le quieren dar esa gran carga a las elecciones intermedias son justamente quienes integran este sector que recién comentaba. O el propio gobierno, que le pone esa carga. En democracia se gana y se pierde. Nosotros lo sabemos bien.

El problema de Massa es que no termina de definir dónde quiere jugar. El último año fue y vino un par de veces. No termina de pararse en oposición u oficialismo y su pérdida de volumen político tiene que ver con eso.

Cristina perdió las dos elecciones de medio término y terminó muy exitosamente sus mandatos. Entonces depende mucho de los actores. El peronismo ha demostrado en estos 15 meses -teniendo una amplia mayoría en el Senado- y una relativa mayoría en Diputados, que lejos de bloquear al gobierno, trabajamos con seriedad. Por supuesto no votamos lo que no estamos de acuerdo y discutimos temas. Pero en general trabajamos en conjunto

Después de su experiencia como Jefe de Gabinete, ¿Le parece que un Presidente que retrocede, que admite un error, es un mandatario que en términos políticos está mostrando debilidad?

No. En principio, creo que es sano reconocer los errores. Muchas veces fue nuestro déficit no hacerlo, y me hago cargo. No le hecho culpa a los otros. Uno mismo creyó muchas veces que era signo de debilidad y no lo hacía.

Sí me parece que este Gobierno en alguna medida se le va un poco la mano y parece que no fuera real. Cada cosa que no sale como quisieran, van para atrás. Algunos piensan que es más un modelo de prueba. "Si sale, sale", digamos. No termina de quedar claro. Entonces diría que está bien reconocer cuando uno se equivoca, pero también hay que pensar antes de equivocarse tanto.

Los sindicatos finalmente llamaron a un paro...

Sí. Un paro general que seguramente será masivo. Lo más importante es no enojarse con la realidad. A nosotros nos pasó. Frente a una manifestación importante, me enojaba. Está bien que uno para afuera diga una cosa, pero no hay que creérsela. El Presidente y su equipo debe saber que un sector de la Argentina la está pasando muy mal. Y que hay trabajadores que no llegan a fin de mes. Ese enojo se va a manifestar y el Gobierno debe comprender que hay un sector grande de la sociedad que piensa que el rumbo económico está equivocado.

Primero fue el Brexit, luego Trump... Ahora en México se siente fuerte esta ola antisistema que pone en jaque a las figuras de la política tradicional. ¿Ese fenómeno podría llegar -o quizás volver, si no olvidamos 2001- a la Argentina?

Espero que no. Porque todavía tenemos instituciones fuertes. Tenemos sindicatos y organizaciones sociales fuertes. Hemos logrado construir un entramado institucional fuerte. Es suficientemente sólido para poder mantener la credibilidad.

La comunicación genera sentido todos los días, es muy importante. Pero también lo es la generación de consensos. El Gobierno de Macri a veces confunde las cosas y termina enredado.

En México tiene que ver con que hace mucho tiempo que no hay un liderazgo fuerte en la política. Quizás no sucede desde Salinas. Alguien que les prometiera un rumbo claro. Eso es un poco lo que lleva a perder una sensación de sentido y de futuro.

Volviendo a la Argentina, ¿el Gobierno de Macri no encuentra un equilibrio entre el marketing y la política más tradicional?

Son dos partes de la política y lo importante es no confundirse. La comunicación genera sentido todos los días, es muy importante. Pero también lo es la generación de consensos, esa parte más tradicional de la política. El problema es cuando uno confunde una cosa con la otra.

Este Gobierno confunde a veces ambas cuestiones. Termina actuando con una lógica de marketing en donde tendría que haber acuerdo político. Y otras quiere acuerdos políticos donde tiene que ver con temas de comunicación. Ahí termina enredado.

Nos pasó muchas veces, pero sólo para citar un ejemplo. Cuando las organizaciones sociales hicimos una serie de cortes para que se pusiera en marcha la emergencia social, salieron a amenazar con meter preso a Emilio Pérsico. Al día siguiente lo sentaban en una mesa para dialogar. Entonces, no se puede pasar de un extremo a otro. No se puede demonizar a Baradel y esperar que se siente a negociar. Esa doble tentación es lo que confunde y complica.