El temor del Gobierno por la comparación con el kirchnerismo, empujó la decisión de Avianca
En el Gobierno temen que las sospechas de corrupción por la cadena de conflictos de interés que golpean al propio Mauricio Macri se metan en la campaña y lleven al frente Cambiemos a la situación menos esperada por sus fundadores: la asimilación con el kirchnerismo.
Este lunes, el presidente debió volver una medida a "fojas cero" por tercera vez en sólo 20 días con la suspensión de la entrega de rutas aéreas a la empresa Avianca, que el Gobierno aún no pudo despegar de la familia Macri.
En la Casa Rosada hubo un eco al jueves negro que el Gobierno vivió el pasado 16 de febrero. Ese día, las crisis del Correo Argentino y la rebaja de jubilaciones generaron una tensión inédita en la Casa Rosada, que obligó a Macri a dar marcha atrás con el polémico acuerdo con la empresa de su familia y también suspender el cambio en el cálculo de la movilidad jubilatoria.
Esa vez, Macri había sido imputado una semana atrás por el fiscal Juan Pedro Zoni. Luego de ese que diera marcha atrás, en el entorno del presidente reconocían que se han cometido "errores" como el del Correo y las jubilaciones, pero que eso se soluciona "estando más atentos".
La solución fue parte del mismo problema: ahora Macri decidió frenar el negocio con Avianca una semana después de que el fiscal federal Jorge Di Lello lo imputara junto a su padre Franco por la venta de la empresa MacAir a Avianca.
El clima que se vive en Casa de Gobierno es de preocupación, con un Fabián "Pepín" Rodríguez Simón, causante de los mayores problemas políticos que tuvo Macri en su gestión, revoloteando por los despachos y con un Mario Quintana, vinculado a la empresa FlyBondi que también fue puesta en cuarentena, ausente de un acto del propio presidente en el Salón Blanco.
Lo que preocupa al Ejecutivo es que la igualación con el kirchnerismo afecte al Ejecutivo de manera irreversible en las encuestas, que comenzaron a mostrar a la corrupción en el tope de las preocupaciones de la gente. En el Gobierno creen que las sospechas pueden perjudicar aún más a Macri, que ganó las elecciones con un discurso de transparencia y levantando la bandera anticorrupción con Elisa Carrió a la cabeza.