Gobierno

Macri, entre Cristina y la falta de rumbo, pone en riesgo la recuperación

Caputo ya confiesa que teme una suba de tasas y la huida de los inversores.

La semana que pasó un grupo de fondos deinversión visitaron el país, la preocupación por un eventual triunfo deCristina Kirchner en las elecciones de Octubre fue indisimulable. Y eldiagnostico inapelable: “Si Cristina gana olvídense de las inversiones”.

El temor no es disparatado, los propiosfuncionarios reconocen como posible una derrota en la provincia de BuenosAires, donde todo indica que competirá la ex presidenta. María Eugenia Vidalintentó enmarcar esa hipótesis: “Perder la elección no es el fin del mundo”.Los inversores piensan distinto.

Si el ganador fuera Sergio Massa elefecto sería neutro. Macri apuesta su mandato a la llegada de esas inversiones.Pero el laboratorio político que conduce Marcos Peña cree que es más importantepolarizar con Cristina que darle horizonte de previsibilidad al país. O mejordicho, cree que polarizando con el kirchnerismo, ellos son los únicos quepueden garantizar futuro.

Cálculo cuyo principal problema no es sufalta de grandeza –sería impiadoso exigirle eso un político-, sino que mete ala Argentina en una encerrona innecesaria: ¿Qué pasa si gana Cristina?

La estrategia de Durán Barba y Marcos Peña de estructurar la discusión pública en la polarización con el kirchnerismo, mete a la Argentina en una encerrona innecesaria: ¿Qué pasa si gana Cristina?

El otro problema que se ata a ese “programa”electoral del oficialismo –y que lo explica- es la ausencia de una agendapropia, como bien señaló el periodista Marcelo Longobardi

Macri mezcla kirchnerismo –acaba de autorizar que crezca la masamonetaria a niveles del 2015, por ejemplo-, con ajustes atomizados, con unadeclamación de la ética pública estilo UCR, que se choca de frente con losCorreos, Angelicis y Arribas.

Ya es una obviedad que la única ofertaclara de Cambiemos es la misma de la campaña: “Nosotros o el kirchnerismo”. Lagrieta convertida en programa de Gobierno. Con el inconveniente detalle que yallevan más de un año en el poder. Un cuarto del mandato. El discurso suenagastado, porque está gastado. Y la espectacularidad de las denuncias contra laex presidenta no la mellan en las encuestas, porque no todo se resuelve con losmedios.

Nada de esto perfora la suficienciablindada contra toda autocrítica del núcleo duro del Presidente. No hay nada deque preocuparse, es otra vez el microclima intoxicado del círculo rojo, con sualarmismo habitual. Se equivocaron antes y se equivocan ahora. Vamos a ganar yel Gobierno está muy bien. La oposición es la que está en problemas con sus divisionesy las encuestas están operadas.

Frente a la fe, se acaban las discusiones.Sólo queda esperar a Octubre.

Pero afuera el mundo sigue rodando. Elministro Luis Caputo, verdadero hombre fuerte del área económica, miente con sumejor cara de Poker cada vez que le preguntan por el efecto de un hipotéticotriunfo de Cristina: “No pasa nada”. Pero sabe que miente.

Como también sabe que empujada por Trumpla Reserva Federal va a subir al menos dos veces la tasa este año. Por eso tomó17 mil millones de dólares de deuda en enero y siguió de largo con colocacionesya imposibles de contar. “Argentina arrastra una mala reputación de años en losmercados que no se terminó de disipar, si por Trump la tasa sube un punto enMéxico a nosotros nos va a pegar 1,3 puntos de mínima”, explicó unexperimentado operador.

Déficit, atraso cambiario, deudacreciendo fuerte, problemas de empleo, inflación todavía muy alta, caída brutalde la actividad industrial, presión fiscal récord, los problemas siguenamontonándose, en el medio de tenues señales de mejora. “Comparados los númerosdel final del 2015 con el final del 2016, después de un año de Gobierno deCambiemos, el país está peor”, afirmó implacable un importante funcionario deMacri, expulsado por decir verdades como esas.

Homogéneo es un concepto gris paratenerlo como horizonte personal. Pero en política es peligroso. Suele disparar procesosde paranoia y manía de control. Los problemas que enfrenta el país sondemasiado complejos como para pensar que todas las soluciones están en poder deun grupo de parecidos. O dicho de otra manera es notable que se busque launiformidad de pensamiento, cuando lo que se extraña es eso: La falta de unaidea clara sobre el rumbo elegido.

A no ser que se crea que las trescolumnas centrales de la “ideología” new age del PRO -que difundió el filósofooficial Alejandro Rozitchner y hasta ahora nadie desmintió- son la razón deEstado del macrismo: Cercanía, positividad y futuro. Hay que hacer un esfuerzoextraordinario para encontrar conceptos más propicios para llenar con casicualquier cosa… y sus opuestos. Acaso el filósofo, haya dicho la verdad.