Estados Unidos

Bannon y el riesgo nuclear de Trump

Con la entrada de Steve Bannon, un operador político, al Consejo de Seguridad Nacional arranca una nueva era en el mapa global.

 "No sé con qué armas se va a pelear la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta se va a pelear con palos y piedras”.

Atribuida a Albert Einstein

En junio de 1950 Estados Unidos intervino en el llamado “conflicto” coreano, que en realidad fue una guerra que dejó algo así como tres y medio millones de muertos. Lo llamaron conflicto –o como lo nombró el presidente Eisenhower: “acción policiaca”- precisamente porque las dos superpotencias mundiales no podían enfrentarse en una guerra oficial de manera abierta sin admitir que ninguna de las dos estaba dispuesta a iniciar una guerra termonuclear. Así arrancó en forma la Guerra Fría. Un año antes los soviéticos se habían convertido en potencia nuclear, arrebatando a los yankees el monopolio del arma más destructiva que hemos creado, y con ese avance se descartó la posibilidad de escalar un conflicto a los niveles de la primera o la segunda guerra mundial. A menos que uno estuviera dispuesto a terminar con la raza humana.

Escuchaba ayer en un extraordinario podcast de historia, que en algún momento del conflicto el general Douglas MacArthur, comandante de las fuerzas de las Naciones Unidas en Corea (el ejército de EEUU volando banderas de la ONU), tenía la intención de usar las mismas estrategias de guerra frontal y abierta con las que había peleado en la Segunda Guerra Mundial; y le comunicó a la prensa que el presidente Harry S. Truman no le permitía hacerlo. Como contexto: Truman fue uno de los presidentes menos populares en la historia. Llegó a la Casa Blanca como vicepresidente del gigante Franklin D. Roosevelt, y tras su repentina muerte y sin desearlo, ascendió a la presidencia. Cuentan que Truman incluso lloró y admitió que no quería el puesto.

MacArthur, por su parte, era un héroe del pueblo. El campeón de la Segunda Guerra Mundial y el general más respetado y admirado en Estados Unidos. Truman sabía que si le permitía al general hacer lo que quería en Corea, corría el riesgo de arrinconar a Stalin y forzarlo a usar sus armas nucleares. El presidente corrió públicamente al héroe de guerra y vio sus ya de por sí bajos índices de aceptación desplomarse. La movida probablemente le costó la reelección, sin embargo, Truman, un hombre común forzado a convertirse en hombre de Estado, tomó la decisión difícil pero correcta. Sacrificó su carrera y poder político a cambio de (lo que él entendía como) salvar al mundo.

El fin de semana pasado Donald J. Trump, el presidente número 45 de los Estados Unidos, invitó al Consejo de Seguridad Nacional (NSC) a un propagandista y cuasi vocero de los neo supremacistas blancos, el que ha ascendido a convertirse en el hombre más cercano al presidente, aun por encima de su yerno Jared Kushner. Steve Bannon era el director de Breitbart, uno de los portales que sirvieron para poner a Trump en la presidencia y que ha difundido encabezados como “Control prenatal hace a las mujeres feas y locas”. Se trata de un anti mexicano célebre, y ahora el operador político número 1 del hombre más poderoso del mundo.

El NSC fue creado por Truman para lidiar con los retos de la era nuclear y colaborar en el complejo juego de ajedrez en que se convirtió el mundo liderado por los norteamericanos y por Stalin y posteriormente Kruschev. Eran jugadores de alto nivel que malabareaban múltiples pelotas al mismo tiempo.

Sin importar qué presidente habite la Casa Blanca, la tradición era no permitir que operadores políticos se sienten en el Consejo, y menos aún en el Principals Committee, el escalón más alto del Consejo y donde se toman decisiones como el asalto en mayo de 2011 que terminó con la vida de Osama Bin Laden en una casa de seguridad en Pakistán. Esto es precisamente por la importancia que tiene a nivel mundial y el riesgo que se corre al politizarlo. Meter a Bannon, un operador político, como lo señaló The Atlantic, “es un movimiento sin precedentes, con implicaciones profundas. Para dejarlo claro, esa preocupación no se limita a Steve Bannon”. Es decir, la entrada de cualquier operador político a esta esfera habría sido igual de criticada.

Por si fuera poco, Trump no sólo metió a Bannon en el Consejo y en el todavía más exclusivo Comité; sino que además retiró el acceso automático al Comité a dos figuras clave: el director de inteligencia nacional y el presidente del Estado Mayor del Departamento de la Defensa.

Este Comité, que en el pasado asesoró por ejemplo a John Kennedy durante la crisis de los misiles con Cuba, o a Truman y a Eisenhower durante la antes mencionada guerra de Corea, ahora estará integrado por un supremacista blanco. Los generales y especialistas en inteligencia al parecer son prescindibles para la administración Trump. Lo ideólogos y racistas, indispensables.

No dejo de preguntarme, alguien como Donald Trump, el que mandó a su Secretario de Prensa a defender el tamaño de su multitud en la inauguración, y que siente la necesidad de atacar un programa cómico cada vez que lo parodian, qué hubiera preferido, ¿perder popularidad, o iniciar una guerra termonuclear? ¿Qué cree usted que le hubiera recomendado alguien como Steve Bannon?