Trump Presidente

Obama advierte a Trump que no será un ex presidente silencioso como fue Bush

En su última conferencia anunció que criticará a su sucesor cada vez viole libertades civiles.

Barack Obama fue una referencia mundial de construcción de imagen de un político moderno, sensible y democrático. Y su salida del poder no iba a ser la excepción. Replicando en formato despedida las famosas fotos “espontáneas” en partidos de la NBA comiendo un hot dog o en una hamburguesería con su mujer y sus hijas, sobre el final se dio todos los gustos: Sirvió el almuerzo a los empleados de la Casa Blanca e irrumpió en el briefing diario de su vocero Josh Earnest, para elogiarlo y darle las gracias ante la sorpresa de los periodistas acreditados, que lo acosaron diariamente.

Ese plano estético, tuvo este miércoles su correlato político denso, para que quede claro que no es sólo un producto del marketing. En su última conferencia de prensa en la Casa Blanca –en la que se cuidó de aparecer con un simple té en una tasa de papel-, Obama rompió una tradición que empezaba a consolidarse en Washington: la decisión de los ex presidentes de no inmiscuirse en política interna.

“El merece mi silencio”, fue la frase de George W. Bush que hizo historia, cuando al dejar el cargo a su sucesor demócrata anunció que no se metería en política interna. Y cumplió. Un gesto que despertó la admiración y el reconocimiento de Obama hasta hoy.

Encuestas. Barack Obama deja el cargo con uno de los índices de popularidad más altos de las últimas décadas. Según la última encuesta de CNN alcanza el 60% de imagen positiva, sólo superado por Bill Clintos que se fue con el 66%. Entre los más bajos estuvo George W. Bush que dejó la Casa Blanca con un 30% de aprobación.

Pero este miércoles, Obama dejó en claro que Donald Trump no se merece una gentileza similar. Dijo que hablará cada vez que vea que se ponen en juego los “valores” esenciales de los Estados Unidos e hizo una larga enumeración que lo habilita a hablar prácticamente de todo.

Y no esperó a que el republicano asuma este viernes para empezar con las críticas. Le advirtió que mover la embajada de los Estados Unidos a Jerusalém –como prometió el republicano- “puede ser explosivo” y le pidió que mantenga su política de confrontar con Rusia, a quien Trump pretende levantar las sanciones que le impuso su antecesor demócrata.

También le advirtió Obama que lo criticará cada vez que observe que está ingresando en un ciclo racista o de discriminación, al igual que si ataca a la libertad de prensa o expulsa a inmigrantes menores de edad. Está claro que el presidente saliente planea delinear para su vida fuera de la Casa Blanca el rol de paladín de los derechos civiles.

Trump en Washington

El anuncio de Obama conmovió a la política y los medios, que esta noche se centraban en debatir si era correcto que un ex presidente avisara su intención de confrontar con su sucesor.

Y mientras esto ocurría, Trump aterrizaba con su Boeing 757 en esta ciudad, para cenar junto a su vicepresidente Michel Pence y nominadfos para su gabinete, algunos de los cuales este miércoles la pasaron bastante mal en las audiencias del Congreso ante las ácidas preguntas de destacados senadores demócratas, como el ex candidato presidencial Bernie Sanders o Elizabeth Warren. Será la última vez que utilice su Boeing de cinturones de seguridad con hebillas de oro. Por protocolo a partir de que jure deberá usar el famoso Air Force One.

En Washington, como suele suceder, la inminencia de la asunción de Trump no se percibe más allá de los avisos sobre el cierre de todas las calles que rodean la zona de edificios públicos, parques y museos, conocida como el National Mall y que contiene a la Casa Blanca y el Capitolio, donde Trump jurará este viernes a las doce.

No se ven -por ahora- banderas, ni mucho menos afiches o pasacalles-. Nada indica en la calle, que en 48 horas será un día histórico, salvo el aumento de la tarifa de los hoteles y los menúes especiales que se ofrecen para llevar al parque el día de la jura.