México

Paul Ryan, después del encuentro EPN-Trump

Para cumplir sus anhelo de pelear la presidencia en 2020, Ryan precisa de retener la presidencia de la Cámara de Representantes.

La semana pasada Zack Roday, uno de los principales colaboradores del presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Paul Ryan, sostuvo en una entrevista radial que existía la posibilidad de que los republicanos retengan dicha Cámara después de noviembre pero con una mayoría impregnada de mayor conservadurismo y mucho menos pragmática.

No es un rasgo menor porque Ryan quiere ser candidato a la Casa Blanca en 2020. Es un deseo que sólo suelta en encuentros mínimos como el que tuvo en Austin semanas atrás con el gobernador Greg Abbot cuando se reunieron para repasar el estado de los candidatos del partido en Texas.

Para dicha ecuación, Ryan precisa de retener su oficina como presidente de la Cámara de Representantes donde actualmente el Partido Republicano tiene una mayoría histórica al controlar 246 de sus 435 asientos. El problema es que si bien Ryan fue en su momento una figura amigable para el Tea Party y las bases del partido (lo cual le valió ser candidato a vicepresidente de Mitt Romney en 2012), el paso del tiempo lo convirtió en un "pragmático" por los sectores más conservadores.

De buen predicamento entre los gobernadores y senadores del Partido Republicano, Ryan los sedujo con su habilidad para recaudar fondos para las campañas de las principales figuras. Su performance está muy por encima de la del equipo de Trump.

Audaz, el tiempo y las horas en largos cabildeos en Washington lo cultivaron en el arte de decirle a cada interlocutor lo que estos pretenden escuchar. En los estados del sur, como ocurrió recientemente en Georgia, se presenta como un conservador cercano a la religión y apela con emoción a los valores familiares. Pero en Nueva York les habla a los banqueros de Wall Street, casi siempre en salones del Hotel Mandarin Oriental de Columbus Circus, con el manual del típico liberal y su discurso contrario a cualquier tipo de impuesto federal.

Ryan conoce que el votante conservador es el que está desencantado con la nominación de Donald Trump y su discurso extravagante y sólo se preocupa por asegurar el voto en el Congreso. Es un votante movilizado y que casi no comparte nada con el magnate. Quizás la cuestión migratoria sea el punto de mayor conexión. Si en algo coinciden las bases del partido con Trump es con su propuesta de endurecer la política migratoria. Fue una buena señal para estos grupos que el candidato no se desdijera de nada en su visita a Los Pinos.

Como reveló La Política Online, Ryan fue el organizador de esa cita en consonancia con Luis Videgaray, ante la preocupación por los candidatos republicanos en los estados fronterizos con México. En esas geografías Ryan prefiere que se impongan figuras como John Mc Cain, que le ganó la interna por la candidatura al Senado por Arizona a un precandidato ultraconservador. No es sólo por el bien del Partido, sino porque un aluvión de congresistas conservadores pondrá en jaque su oficina en Washington que hoy lo ubica como el tercero en la orden de sucesión de Barack Obama.

Antes del discurso incendiario de Phoenix, cuyo contenido Ryan y Videgaray conocían, el congresista intentó enviar alguna señal de armonía con la visita de Trump a México. Una potencial señal de refuerzo para aquellas figuras del Partido que libran paradas muy duras en Nuevo México, Texas, Arizona y California. No salió como esperaba. Lo mismo le ocurrió a Videgaray que, por cierto, en sus primeros encuentros tras dejar el Gobierno se muestra muy distante a cualquier aventura en Estado de México.