La oposición consiguió los 129 diputados necesarios para tratar la interpelación de Juan José Aranguren y anular los tarifazos de luz y gas, pero no pudo votarlos porque Emilio Monzó exigió los dos tercios para habilitar el debate y la sesión se desmadró.

De todos modos se trató de una alerta para el Gobierno porque esa mayoría podrá moverse a gusto en el Congreso para marcarle la agenda sobre su política tarifaria junto a la justicia. 

Como adelantó LPO, los kirchneristas cedieron en la guerra de egos y aceptaron sumarse al pedido de sesión especial de los diputados de Sergio Massa para las 10.30, media hora antes que la llamada por el FpV.

El macrista Monzó exigió los dos tercios para votar la interpelación de Aranguren y exhibió a los líderes opositores el Reglamento. Se conocía ese desenlace por eso las sospechas de una jugada acordada con Massa.

Tan concesivos fueron, que cuando llegaron las 11 y no había quórum, el jefe del bloque del FpV, Héctor Recalde aceptó eliminar su propio llamado a sesión y esperar 10 minutos para alcanzar los 129 presentes.

Faltaban 2 y pronto llegaron Diana Conti y el tucumano Juan Casañas, radical pero fuera del bloque de Cambiemos desde comienzos de año.

Pero ni bien abrió la sesión Monzó aclaró que ninguno de los proyectos anotados en la sesión pedida por el massismo tenía dictamen y por lo tanto se requerían los dos tercios.

Sergio Massa sigue la sesión, mientras Marco Lavagna chequea el celular.

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Curioso: el massismo y el bloque Peronista de Diego Bossio podrían haber evitado ese previsible atajo si por la mañana la Comisión de Obras Públicas, presidida por el pampeano Sergio Ziliotto (del bloque de Bossio) dictaminaba alguno de los 82 proyectos incluidos en la sesión especial llamada por el kirchnerismo.

Pero optaron por no plegarse a ninguna jugada del FpV e ir por la confrontación reglamentaria contra el oficialismo, la puesta de un show que tenía final anunciado.

Tal como había anticipado este medio, Graciela Camaño exigió reconsiderar la posibilidad de tratar sin dictamen por decisión de mayoría simple y no de los dos tercios.

Con Sergio Massa a su lado, la jefa del Frente Renovador apeló a una rigurosa reinterpretación reglamentaria, que incluía desde el rol natural de las comisiones (“son asesoras del recinto”), la separación de las sesiones especiales de las ordinarias, hasta antecedentes de larga data. “Ante la duda, debemos apelar al artículo 228”, sugirió.

Ese artículo contempla la posibilidad de votar en el recinto cualquier duda reglamentaria. “Pero yo no tengo dudas”, aclaró Monzó, pero habilitó el debate.

“Una resolución del Ejecutivo no puede ser anulada. Y no es posible tratar un proyecto sin dictamen, porque es una forma de defender a las minorías”, diferenció Carrió. Pero ratifico que el tarifazo sin audiencias públicas “es ilegal”.

El radical Mario Negri habla con el macrista Nicolás Massot.

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Mario Negri, jefe del interbloque Cambiemos, copió los argumentos y se comprometió a llevar a Aranguren a un plenario de Comisiones, donde el ministro de Energía rechazó asistir cada vez que lo invitaron.

Miriam Bregman (PTS), Victoria Donda (Libres del Sur) y Araceli Ferreyra (Movimiento Evita) apoyaron abrir el debate sin otro argumento que las consecuencias sociales del tarifazo.

“El reglamento no puede estar por encima de la Constitución. Lean completo el artículo 147, que refiere a temas presupuestarios”, desafió Camaño. “¡Que se vote la moción!”, exigió Donda.

Monzó descomprimió el escándalo en el recinto, convocando a los jefes de bloque a una reunión "privada" en una salita contigua.

Monzó se puso firme. “Aquí no hay moción y la presidencia no tiene dudas sobre 147”, subió de voz. El artículo en cuestión se refiere a la discusión de asuntos sin despacho de comisión y no parece muy ambiguo.

“Ningún asunto podrá ser tratado sin despacho de comisión, a no mediar resolución adoptada por las dos terceras partes de los votos emitidos, sea que se formule moción de sobre tablas o de preferencia. Los proyectos que importen gastos, no podrán ser tratados, en ningún caso, sin despacho de comisión”, dice el texto.

Pero cuando el presidente de la Cámara llamó a votar el orden del día con la exigencia de contar con dos tercios, los kirchneristas empezaron a los gritos y se fueron contra el estrado.

Los que se quedaron en sus bancas intercambiaban insultos con los oficialistas ya no sobre el debate reglamentario, sino que era una catarsis sobre la situación del país.

Desbordado, Monzó prendió el micrófono con los diputados alrededor y pidió a una reunión privada a los jefes de bloque en la sala contigua. “Espero que sea fructífera”, se esperanzó. Y así fue: el presidente de la Cámara convenció a sus pares de no votar en esta sesión y a cambio le permitió otra tanda de discursos. 

Después de algo más de dos horas de discursos, el kirchnerismo se terminó retirando después de la palabra de Recalde y mientras Negri cerraba el debate. Eso hizo que la sesión quedara sin quórum, por lo que no se pudo votar el pedido de interpelación a Aranguren, para lo cual la oposición no tenía los votos.