La crítica de Miguel Pichetto a la ley de telecomunicaciones por favorecer a Telefónica no sorprendió a todos en el Senado: quienes caminan por la Cámara alta le recuerdan varias bravuconadas similares en el último año y en todas terminó cumpliendo el deseo de Cristina.

“Yo tengo problemas con el reino de España, con un capitalismo colonial. La empresa telefónica no invirtió un peso”, disparó en el recinto le jefe del bloque kirchnerista.

Fue un golpe bajo a Cristina, no sólo porque la ley le abre un jugoso negocio a Telefónica de España sino porque el enlace entre la Casa Rosada y la corona española es Carlos Bettini, embajador argentino en la península ibérica y amigo personal de la presidenta.

En la agenda del Senado se prevé tratar la ley de telecomunicaciones el 26 de noviembre, por lo que hay tiempo para emitir dictamen y hacer modificaciones. Pero en la oposición no esperan cambios sustanciales.

“Seguro que hacen retoques pero no van a quitarle al negocio a Telefónica”, especularon desde la Comisión de Comunicaciones, presidida por Liliana Fellner.

Exigir un giro rotundo obligaría a Pichetto a una tensión que siempre evitó: en esa instancia, opta por retroceder. "Está furioso, tal vez ahora tira la bronca en serio y algo pasa. Pero siempre lo acomodan en 5 minutos", recuerda un senador que supo esperanzarse con las mini rebeliones del rionegrino. 

Un choque con el bloque recordado fue durante la reforma judicial del año pasado, que volvió con cambios desde Diputados por un acuerdo entre el Gobierno y la Corte Suprema.

“Bueno, desde ahora empezamos a aprobar nuestros proyectos”, intentó calmar a los senadores que le reclamaban tener cajoneadas decenas de iniciativas y funcionar como escribanía de Diputados.

Al mes siguiente, Cristina aceptó frenar el pliego del polémico César Milani como jefe del ejército, pero a fin de año ordenó darle vía libre. “Si quiere aprobarlo, que se busque los votos”, se escuchaba desafiante a Pichetto en los pasillos.

Como siempre, los tuvo que juntar él y Milani pasó sin filtros por la Comisión de Acuerdos y el recinto. Para disimular la derrota, justificó su viraje en “una orden de la presidenta”.

En esa sesión quedó a la vista que desde la Casa Rosada pueden garantizar los votos sin tanta ayuda: el correntino José María Roldán, que había dicho meses atrás que no votaría a Milani, lo apoyó en el recinto.

También en diciembre, Pichetto se sorprendió con cambios de último momento en el Código Civil y Comercial, que para cumplir con un deseo de la iglesia consideró la vida desde la concepción y complicó los proyectos para interrumpir el embarazo y hasta la ley de fertilización asistida. 

"El artículo 19 tampoco me satisface. Yo tengo un pensamiento laico; digamos, las cosas que son del Estado son del Estado y las que son de Dios son de Dios. Indudablemente que me hubiera gustado más el texto completo, el que teníamos diseñado, el del seno materno y a otra cosa", se quejó en el recinto y pidió una corrección en Diputados. Votó a favor y la Cámara baja lo sancionó hace un mes. 

En febrero Pichetto debió aceptar que el santiagueño Gerardo Zamora, radical de origen y kirchnerista por adopción, reemplazara a Beatriz Rojkés de Alperovich como presidente provisional. “Es insólito: todavía no devolvió la sede del Comité radical”, lo careó Gerardo Morales en el recinto. 

El rionegrino había sufrido los ataques de algunos de sus pares como el formoseño José Mayans, quien pidió “al menos conocerlo antes de votarlo”.

El último y más recordado retroceso de Pichetto fue en julio, cuando empujó la licencia de Amado Boudou ni bien fue procesado por la quiebra de la ex Ciccone.

Volcado a la candidatura de Daniel Scioli, el rionegrino buscaba que el vicepresidente no sea un lastre para la campaña y apeló a todos sus artilugios sin éxito alguno.

Roxana Latorre, su aliada de siempre, salió a pedir la licencia por los medios. Luego Pichetto vació la sesión del 10 de julio para que Boudou debiera dejarle la presidencia a Zamora para no arriesgar el quórum. 

Cuando parecía que esta vez le tocaba ganar, Cristina ordenó que Boudou encabezara la sesión en la que Jorge Capitanich iba a brindar su informe de gestión.

No sólo eso: desde la Casa Rosada porotearon los senadores y le ordenaron a una decena defender al vice en el recinto, una forma de cristalizar la tenue pero real división que hay en el bloque entre cristinistas puros y el resto, volcado a la candidatura de Daniel Scioli.

Es este último grupo lo lidera Pichetto y lo integran Roxana Bertone, Aníbal Fernández y Marcelo Guinle, entre otros. Son los que quieren diferenciarse, pero suelen ceder cuando lo hace el jefe de bloque.

Otro puñado de senadores defiende sin especulaciones lo que pide Cristina, como el neuquino Marcelo Fuentes, el santacruceño Pablo González y el sanjuanino Ruperto Godoy. 

A estos dos últimos la presidenta convocó personalmente para que comunicarles que los quería en el Consejo de la Magistratura el año que viene, clave para nombrar magistrados afines que protejan a los funcionarios cuando dejen el poder. Nunca pensó en Pichetto, aunque siempre le cumple.