Editorial
El problema de las inundaciones
Por Nicolás Bronzovich
Quienes relataban crecimientos sin precedentes en la productividad agropecuaria durante la última década, ahora nos dicen que la siembra directa deja los suelos como “asfalto”

En los últimos días hemos asistido a todo tipo de argumentaciones en relación a las inundaciones que afectan vastas regiones de nuestra provincia. Pareciera que el esfuerzo se centra en encontrar LA EXPLICACIÓN del fenómeno, como si esto pudiese paliar la extrema situación que están sufriendo los miles y miles de afectados.

Bajo esa lógica encontrar un responsable adquiere una relevancia irracional y, la simplificación reduccionista de la problemática se convierte en un fruto político del que muchos pretenden apropiarse.

Así es como se ha pretendido desde distintos sectores limitar la discusión sobre los excedentes hídricos, sus efectos ambientales, económicos y sobre todo sociales a un debate sobre sistemas de labranzas: siembra directa o labranza convencional.

Los mismos que días atrás relataban crecimientos sin precedentes en la productividad agropecuaria durante la última década, ahora nos dicen que la siembra directa deja los suelos como “asfalto”. ¿Podrían haberse incrementado los rendimientos de la manera que lo hicieron produciendo con suelos en esas condiciones?

La Siembra Directa es la práctica de cultivar la tierra sin ararla previamente y con la presencia de una cobertura permanente del suelo, vía cultivos y rastrojos (residuos) de cultivos anteriores. Es obvio que la sola presencia de estos residuos o rastrojos sobre el suelo genera un aumento de la rugosidad superficial que resultara en una menor velocidad del escurrimiento, reduciendo la agresividad del mismo e incrementando la infiltración. Los residuos superficiales actuarían como pequeños diques que demoran el escurrimiento de agua y prolongan el tiempo para su entrada en el suelo.

Por otro lado, la no remoción del suelo en planteos bajo siembra directa, conduce a una menor oxidación de la materia orgánica y a una mayor estabilidad de los agregados del suelo, disminuyendo la susceptibilidad de la capa superficial del suelo al efecto disruptivo del impacto de las gotas de lluvia y la formación de costras o “sellado”. La no remoción del suelo contribuye también a la conservación de la bioporosidad del suelo: los canales de lombrices y raíces resultan continuos, más estables y menos tortuosos que los poros creados por las labranzas y resultan más efectivos para el ingreso de agua al perfil. El resultado de todos estos efectos se ve reflejado en la preservación de la estructura del suelo, menor encostramiento superficial, mayor infiltración, menores escurrimientos y menores pérdidas de suelo en sistemas bajo siembra directa. (http://www.aapresid.org.ar/)

El suelo, actúa como una esponja absorbiendo el agua de lluvia para luego cederla a los cultivos cuando estos la demandan, sin embargo esa capacidad de absorción o almacenaje tiene un límite, no es infinita. Cuando la cantidad de precipitaciones supera ese límite los excedentes lógicamente escurrirán desde zonas más altas a más bajas. En este tipo de situaciones involucrarnos en discusiones tecnócratas sobre capacidad de infiltración y sistema de labranza realmente constituye una distracción sin sentido alguno o, con algún sentido que nada tiene que ver con las reales causas y consecuencias de las inundaciones.

¿Sistemas de labranza o sistemas de producción?

El actual modelo productivo argentino con aplicación de Derechos de Exportación, que comenzó luego de la crisis de 2001 y se profundizó con la aplicación de alícuotas de ese impuesto cada vez más elevadas, hasta llegar a los actuales 35% para la soja, 32% para el girasol, 23 % para el trigo y 20 % para el maíz, sumado a la aplicación de ROE's (Registro de Operaciones de Exportación) que limitan las exportaciones de trigo y maíz, dejaron como única alternativa viable el cultivo de soja. Así durante la campaña 2014/15 en Argentina este cultivo ocupó más de 20 millones de hectáreas. (http://www.sudesteagropecuario.com.ar/)

Un cultivo de soja demanda unos 500 mm de lluvia anuales durante los meses que van de noviembre a abril. En la región pampeana llueven de 800 a 1200 mm anuales con lo que en esta situación de monocultivo solo estaríamos consumiendo aproximadamente la mitad del agua de lluvia. Naturalmente nuestro suelo se saturara más fácilmente y su capacidad de almacenaje se verá excedida con mayor facilidad que en un contexto de rotaciones intensificadas con presencia de cultivos durante todo el año.

El Instituto de Clima y agua del INTA Castelar publica periódicamente imágenes que muestran el nivel de vegetación a lo largo de nuestro país, la observación de estas imágenes comparando Agosto 2015 con el mismo mes del año 2014 evidencia una mucho menor actividad vegetal durante el presente año. La menor área de siembra de cultivos de invierno, verdeos, etc es uno de los principales factores que explican esta menor cobertura de cultivos verdes y, esa ausencia de cultivos verdes indicaría una menor extracción de agua desde los suelos que consecuentemente se saturaran más fácilmente.

Pretender reducir los motivos de las inundaciones a una discusión sobre sistemas de labranza constituye un agravio a nuestra inteligencia. La verdadera explicación de las mismas deberá buscarse a niveles mayores a los del lote o potrero.Es un problema Agro-Hidrológico que exige miradas a nivel de cuenca contemplando planificaciones que están por encima del horizonte de un distrito o partido, frecuentemente interprovinciales.

Habrá que integrar medidas que contemplen:

a) infraestructura básica (mantenimiento y mejora de caminos, vías férreas y protección de ciudades y pueblos);

b) infraestructura hidráulica (canales de drenajes primarios y secundarios, obras de almacenamiento y regulación de excedentes en bajos o lagunas naturales);

c) complementado porprácticas de manejo de suelos y cultivos (terrazas, curvas de nivel, rotaciones, doble cultivo, cobertura, abonos verdes).

Es necesario que el estado posea un Ordenamiento Territorial que permita utilizarlo de NORMA para la producción agropecuaria.

El desafío es si seremos capaces de lograr tales niveles de consenso, si seremos capaces de articular intereses individuales, municipales, provinciales, etc o si seguiremos buscando UN responsable mientras la tormenta se disipa y así evadir nuestras responsabilidades hasta la próxima lluvia.

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  • 1
    Alcira Ester Garcia
    19/08/15
    13:15
    COMO SACARON DE LOS MEDIOS EL TEMA INUNDADOS.....MI DIOS NO SOY ESTUPIDA.......INSTALAN UN TEMA PARA QUE EL PUEBLO NO HABLE DE LA INUNDACION .......PAIS BANANERO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    Responder