Editorial
La Argentina, hacia una imagen-país posNisman
Por Gustavo Martinez Pandiani
El próximo presidente deberá reconstruir la credibilidad de la nación y su prestigio internacional tras la muerte del fiscal de la causa AMIA.

La trágica muerte del fiscal Alberto Nisman puso a la Argentina en las tapas de los diarios y en los programas de TV más importantes del mundo. Lamentablemente, nuestro país quedó asociado en la mente de los lectores y telespectadores globales con temáticas negativas que afectan seriamente la imagen internacional de la nación.

La construcción de imagen de los países es un ejercicio complejo que requiere de esfuerzos estratégicos, coherencia y planificación de largo plazo. Resulta muy difícil y lleva mucho tiempo edificar una buena imagen-país, mientras que destruirla se logra con gran facilidad.

En este sentido, el daño producido por el “caso Nisman” es muy profundo y trasciende al actual gobierno. Es la Argentina como imaginario colectivo la que ha quedado vinculada a referencias de alto impacto tales como atentados terroristas, antisemitismo, denuncias, investigaciones cuestionadas, espías, manipulación, muerte violenta de un fiscal, negocios oscuros, intrigas, impunidad.

Las consecuencias de este proceso de deterioro no se detendrán el próximo 10 de diciembre. Quien tenga la responsabilidad de conducir los destinos del país en el próximo período constitucional deberá reconstruir la credibilidad de la nación y su prestigio internacional. A tal efecto, será necesario emprender una serie de acciones de reposicionamiento y diplomacia pública que reformulen sustancialmente el lugar en el mundo que la Argentina quiere ocupar.

El lado económico de dicha ecuación requerirá una política de comercio exterior que revierta la tendencia al achicamiento que sufren nuestras exportaciones, agregue valor a nuestros bienes/servicios y promueva y diversifique –en lugar de obstaculizar- los intercambios con los mercados internacionales.

En definitiva, para que la Argentina vuelva a ser identificada en el exterior con la calidad de sus productos de exportación y la de su gente, con la riqueza de su tierra y su espíritu de superación, con las oportunidades de inversión y su cultura abierta al mundo, será crucial que toda la clase dirigente deje de lado viejos prejuicios ideológicos y se concentre en el “interés nacional” como guía rectora de la política exterior.



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