Peronismo
La identidad histórica del movimiento emancipador argentino
Por Diego Abatecola
Como una suerte de Alianza aggiornada, los sectores más rancios de la Argentina modifican su configuración a la hora de oponerse al movimiento nacional histórico de nuestro país: el Peronismo.

La alianza del PRO con la UCR es un nuevo episodio en una larga historia de reacción de los sectores conservadores. Cimientan una unión en la sola consigna de derrotar un proyecto popular y no en una construcción de poder que les permita cambiar aquellas cuestiones que predican querer modificar.

Como una suerte de Alianza aggiornada, los sectores más rancios de la Argentina modifican su configuración con habilidad a la hora de oponerse al movimiento nacional histórico de nuestro país: el Peronismo. No es casualidad, hoy el FpV vive sus propias tensiones, para definir la continuidad del proyecto en ese amplio espectro que es el Peronismo junto a otros que acompañan –siempre ha sido una costumbre en el movimiento desde su génesis, que abreva de distintas corrientes para construir un colectivo superior que no niegue sus identidades propias-.

No es ilógico. Muchas veces y desde numerosos espacios han apostado a fomentar las atomizaciones. Tanto los sectores más conservadores como aquellos autodenominados de izquierda, e incluso cierto progresismo testimonial que integra el mismo espacio, han establecido una dicotomía errónea sobre Peronismo o Kirchnerismo.

El Peronismo es la identidad histórica del movimiento nacional emancipador de la Argentina. Su lugar contemporaneo de expresión es el FPV. El kirchnerismo es la continuidad histórica de ese movimiento nacional que expresa el Peronismo en sus mayores dirigentes, que no por casualidad siempre son Peronistas. La comparación a favor de cualquier “supuesto” lado sólo apuesta a dividir aquello que no está separado en la conciencia popular. Esto es, que las grandes transformaciones a favor de los trabajadores, de los que menos tienen y de la clase media han sido fruto de esa doctrina política.

Cuando el diputado radical Oscar Aguad habla de luchar contra lo acontecido en los últimos 70 años -fecha que coincide con el advenimiento del Pueblo y su líder el 17 de octubre-, o cuando Mauricio Macri refiere a “los que hicieron todo mal los últimos 30 años” apuntan al núcleo de la cuestión que se define en 2015. La continuidad del proyecto peronista, o el freno a las políticas que lograron un país más justo, más igualitario y con grandes posibilidades de desarrollo, aún con mucho camino por delante, pero incomparable con aquella nación en ruinas que dejó la última puesta en escena de esta Alianza que hoy se repite.

Ante este embate, la obligación del Frente para la Victoria es consolidar la unidad nacional. Es un mandato histórico y una responsabilidad que los dirigentes del FpV deben asumir. La laceración interna, las embestidas dialécticas y el medidor de pureza en sangre solo dañan al Proyecto Nacional y ponen en riesgo el objetivo de mantener los logros obtenidos y de trabajar en lo que aún hace falta. Las teorías que buscan dañar esta unidad son de lo más dispares. Desde el sinsentido de imaginar el deseo de una derrota y la constitución de una minoría intensa, propia de una vanguardia iluminada que se cree superior a los mismos votantes, hasta la idea de expulsar del movimiento a los que no sean puros, una pureza delimitada por intereses de aquellos que promueven el individualismo frente al bien común. Cualquiera de ellas es una trampa cuyo principal perjudicado va a ser el pueblo.

Por eso el llamado a la unidad es una responsabilidad que debe trascender los proyectos individuales. No existe realización individual sin realización colectiva, y todos deben subsumirse a trabajar para que el mejor exponente del Peronismo surja de las PASO y continúe el sueño que propuso Néstor en esa boleta del año 2003.

No hay lugar para sembrar dudas entre compañeros por intereses mezquinos. No hay espacio para proyectos personales que se definan por la candidatura de uno mismo. Este momento histórico precisa de dirigentes que puedan desprenderse de egos, especulaciones y ambiciones para definirse con convicción y firmeza en el espacio que tiene un único objetivo: la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria.

De lo contrario, esta división se trasladará a nuestro pueblo y exacerbará esa falsa "grieta" que ciertos grupos buscan establecer desde la aparición de la unión democrática, que vive hoy en esta nueva Alianza con una coincidencia de pensamiento fundacional: ser antítesis de lo popular.

Esta convocatoria a la unidad del Peronismo es uno de los pilares de Daniel Scioli. En medio de escaladas verbales, chicanas con flojo sustento y especulaciones, Scioli ha marcado a pulso esta necesidad y obligación para esta nueva etapa que de continuidad al proyecto nacional. Es la cara visible de una expresión q subyace en el adn peronista, el “todos unidos triunfaremos”. No son meras palabras sino hechos. El gobernador ha hecho de la lealtad y el compromiso un culto defendiendo cada uno de los logros que se han conquistado para los argentinos, poniendo la cara y el cuerpo para llevar adelante las transformaciones en los lugares de mayor responsabilidad, y hoy mas que nunca enarbolando las banderas históricas del movimiento. Es ese el camino que transita hoy el Peronismo, enfrentar al adversario que concentra el regreso al pasado, la carta blanca para cambiar todo. Un retroceso para todos los argentinos de los logros que son suyos.

Fue desde el Peronismo que se apuntó a la alianza de clases, que se logró la unión de la burguesía nacional con los trabajadores organizados en la búsqueda de un proyecto de país. Que prospere el trabajo del campo y sea puesto en función del desarrollo de la Patria. Fue desde el Peronismo que se generó una argentina mas justa, libre y soberana. Y fue desde el movimiento peronista que se logró establecer una visión política, económica y filosófica que marcó a la Argentina como excepción a la bipolaridad mundial de época, de las alternativas sin destino de liberalismo o colectivismo.

Como decía Perón ya en 1950: “Hay que allanar todos los obstáculos que se opongan a la coincidencia de los argentinos en los principios esenciales q todos compartimos”. Consolidando la unidad nacional lo logrado será irreversible. Lo que falta será realidad. Esos principios solo han sido realidad efectiva con el Peronismo

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