Es oportuno recordar la Génesis del Día de la Mujer: un 8 de marzo de 1857, obreras textiles salieron a las calles de Nueva York a protestar por las míseras condiciones en las que trabajaban.

El 5 de marzo de 1908, Nueva York vivió de una huelga novedosa.

Un grupo de mujeres reclamaba igualdad salarial, disminución de la jornada laboral a 10 horas y poder dar de mamar a sus hijos. Durante la huelga, murieron cien mujeres quemadas, en un incendio que se atribuyó al dueño de la fábrica.

En 1910, la Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras celebrada en Copenhague, aprobó el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Hoy se conmemora como el Día Internacional de la Mujer dispuesto por Naciones Unidas, que alerta: las mujeres tienen menos salario que los hombres. Sufren violencia sistemática en infinidad de lugares del mundo .Son más afectadas por conflictos armados. Tienen menos acceso a tierra, crédito y empleo decente.

Pero esto ya lo manifestó ONU en 2014 y en 2013.

¿Qué hace falta para modificar esta tendencia?

Sinceridad en los gobiernos, compromiso de los líderes políticos para el cambio y también que, cuando las mujeres líderes llegan a posiciones de poder, mantengan sus características femeninas y no masculinicen sus lógicas.

Esto acabo de plantearlo en la Reunión convocada por la Presidenta Bachelet y la Sra Phumzile Mlambo Ngcuka, Directora Mundial de ONU Mujeres, en Santiago de Chile, donde participé junto a 80 mujeres líderes del mundo en el evento “Mujeres y Poder”.

Estas décadas nos muestra mujeres al frente de países y con papeles importantes en el mundo empresario y laboral, pero estos logros parecen abrazarse con el drama de la violencia y el femicidio.

Algunos datos locales de Argentina, nos devuelven a la realidad del femicidio, como expresión de las condiciones de violencia que afecta a las mujeres.

Desde 2008, hubo 1808 asesinatos por cuestiones vinculadas con el género, registradas por La Casa del Encuentro. “330 los hijos e hijas quedaron sin madre”, asegura la Fabiana Túñez. Una guerra desatada contra mujeres de toda edad, ha causado más muertes que las 1700 bajas de Argentina y Gran Bretaña en Malvinas.

Cuenta la periodista Mariana Iglesias en Clarín, que en 2014 hubo 277 femicidios: mujeres asesinadas por la violencia de género ejercida por un varón. Murieron baleadas, apuñaladas, golpeadas, estranguladas, incineradas, asfixiadas, degolladas, ahogadas, descuartizadas. La más chica, una beba de meses, la mayor, de 98 años. Más de la mitad murió en su propia casa, a manos de su pareja o su ex.

Estos hombres suelen ser los padres de los chicos a los que les mataron a su mamá, cada 26 horas uno queda sin madre en el país.

Si las mujeres viven aterradas en sus propias casas, tienen la certeza de convivir con el enemigo y no ven la luz al final del camino, de poco sirve el recordatorio de cada 8 de Marzo, se vuelve una mueca agria y nos aleja del espíritu que impulsó a las heroínas aquellas a buscar la libertad y la paz.

Han leído en este espacio que LPO me brinda para propugnar la Cultura de Paz, sobre lo imprescindible que se torna hoy salir de la cultura de la violencia para aprender la Paz. En el caso de las niñas, jóvenes, adolescentes y mujeres, es una cuestión inmediata. Les va la vida si no hay cambio. Un grito sordo y silencioso que la sociedad muchas veces escucha, de manera efímera, solo en el instante posterior a lo irreparable.