28 de abril, 2024
La interna Kicillof-Capitanich ya divide al Gobierno
El jefe de Gabinete y el ministro de EconomÃa mantienen una tensa cordialidad. Pero compiten por el manejo económico del Gobierno y ya empiezan a aparecer los primeros chispazos, al tiempo que comienzan a alinearse los distintos bandos. Kicillof quiere ampliar su área de influencia a distintos ministerios y tendrÃa el aval de Cristina.
A menos de diez días del recambio en el Gabinete de Cristina Kirchner, las dos principales figuras del nuevo elenco, Jorge Capitanich y Axel Kicillof, comienzan a dejar de lado el buen clima y la cordialidad, y poco a poco aparecen los primeros chispazos de una relación que en el Gobierno creen que será compleja.
El jefe de Gabinete y el ministro de Economía trabajaron juntos hace varios años y su relación personal es cordial. Pero tienen profundas diferencias ideológicas: el chaqueño es un peronista de derecha, mientras que Axel se formó en la izquierda clásica. Esas diferencias se manifiestan incluso en su formación académica: el joven ministro hizo un largo recorrido en la universidad pública estudiando a Marx y Keynes, mientras que Coqui trae bajo el brazo los manuales del liberal instituto ESEADE.
Pero más allá de las evidentes diferencias en las visiones políticas e ideológicas, hoy por hoy el principal cortocircuito es que compiten por el manejo de la economía. Capitanich es el primer jefe de Gabinete de la era kirchnerista con conocimientos sólidos en los temas financieros y su propia naturaleza de trabajo lo lleva a inmiscuirse en todos los ámbitos del Gobierno.
No es casual que sus habituales conferencias de prensa estén dominadas por los temas económicos. Incluso, al punto de terminar anticipándose a los anuncios que en realidad debería hacer Kicillof, como el aumento de los impuestos a los bienes de lujo o el presunto acuerdo de precios que se anunciaría en dos semanas.
Esos “adelantos” del jefe de Gabinete marcaron los primeros contrapuntos. Pero en el gobierno cuentan que al chaqueño también le molestó que Axel se adjudicara todo el premio por el acuerdo con Repsol, que fue anunciado el lunes por el Ministerio de Economía.
El martes, Capitanich avisó a la prensa que Kicillof daría los detalles del convenio. En un encuentro en la Cámara de la Construcción, el ministro no supo bien qué responder ante una ansiosa guarda periodística y argumentó que el pacto era “confidencial”. Al otro día, el jefe de ministros lo volvió a contradecir y le aseguró a los líderes opositores del Senado que les mostrará el acuerdo.
Otro chispazo estuvo dado por las críticas que empezaron a hacer trascender desde el entorno de Kicillof a la industria de Tierra del Fuego. Capitanich le respondió al estilo Scioli: recibió en su despacho a la senadora fueguina Rosana Bertone y se fotografió con políticos de la provincia.
Los realineamientos
Esta situación también es un ejemplo del avance de Kicillof sobre otros ministerios y los realineamientos que empiezan a producirse dentro del Gobierno. En realidad, el ataque a la industria fueguina tenía como objetivo a Débora Giorgi, a quien Axel tiene en la mira. De hecho, en el entorno de la ministra creen que fue él quien hizo correr los rumores de renuncia.
Pero como la funcionaria sobrevivió a la ola de cambios, en el ministerio de Industria creen que Kicillof ahora quiere coparle la cartera a Giorgi como hizo en Agricultura o Cancillería, donde metió a hombres de su confianza para monitorear a Carlos Casamiquela o Héctor Timerman.
Esta avanzada del ministro de Economía sobre otras áreas y la creciente influencia de Capitanich, está provocando un realineamiento de las figuras dentro del gobierno y sembrando interrogantes en los funcionarios que analizan cómo evoluciona la situación. “Che, ¿de qué lado nos vamos a parar?”, preguntaba ayer un kirchnerista en la Casa Rosada.
Pero también hay incertidumbre acerca de cómo se posicionará Cristina Kirchner cuando retome el ritmo habitual de sus tareas o si la interna se agrava. “Creo que va a estructurar el poder en torno a Kicillof”, arriesgó un dirigente peronista ante la consulta de LPO.
A favor de ese análisis hay dos factores claves. En principio, Cristina tiene una preferencia ideológica por Kicillof, a quien le fue dando cada vez mayores responsabilidades. Pero más importante es que Axel no es, políticamente hablando, una sombra para la Presidenta.
En cambio, Capitanich sí puede convertirse en un competidor y ya demostró que tiene independencia para actuar sin pedir permiso, algo que suele ser considerado un pecado en el kirchnerismo. Justamente esa característica es una de las que más le reconocen en el peronismo: “Es el único que nos dio un poco de aire fresco”, admiten.
El jefe de Gabinete y el ministro de Economía trabajaron juntos hace varios años y su relación personal es cordial. Pero tienen profundas diferencias ideológicas: el chaqueño es un peronista de derecha, mientras que Axel se formó en la izquierda clásica. Esas diferencias se manifiestan incluso en su formación académica: el joven ministro hizo un largo recorrido en la universidad pública estudiando a Marx y Keynes, mientras que Coqui trae bajo el brazo los manuales del liberal instituto ESEADE.
Pero más allá de las evidentes diferencias en las visiones políticas e ideológicas, hoy por hoy el principal cortocircuito es que compiten por el manejo de la economía. Capitanich es el primer jefe de Gabinete de la era kirchnerista con conocimientos sólidos en los temas financieros y su propia naturaleza de trabajo lo lleva a inmiscuirse en todos los ámbitos del Gobierno.
No es casual que sus habituales conferencias de prensa estén dominadas por los temas económicos. Incluso, al punto de terminar anticipándose a los anuncios que en realidad debería hacer Kicillof, como el aumento de los impuestos a los bienes de lujo o el presunto acuerdo de precios que se anunciaría en dos semanas.
Esos “adelantos” del jefe de Gabinete marcaron los primeros contrapuntos. Pero en el gobierno cuentan que al chaqueño también le molestó que Axel se adjudicara todo el premio por el acuerdo con Repsol, que fue anunciado el lunes por el Ministerio de Economía.
El martes, Capitanich avisó a la prensa que Kicillof daría los detalles del convenio. En un encuentro en la Cámara de la Construcción, el ministro no supo bien qué responder ante una ansiosa guarda periodística y argumentó que el pacto era “confidencial”. Al otro día, el jefe de ministros lo volvió a contradecir y le aseguró a los líderes opositores del Senado que les mostrará el acuerdo.
Otro chispazo estuvo dado por las críticas que empezaron a hacer trascender desde el entorno de Kicillof a la industria de Tierra del Fuego. Capitanich le respondió al estilo Scioli: recibió en su despacho a la senadora fueguina Rosana Bertone y se fotografió con políticos de la provincia.
Los realineamientos
Esta situación también es un ejemplo del avance de Kicillof sobre otros ministerios y los realineamientos que empiezan a producirse dentro del Gobierno. En realidad, el ataque a la industria fueguina tenía como objetivo a Débora Giorgi, a quien Axel tiene en la mira. De hecho, en el entorno de la ministra creen que fue él quien hizo correr los rumores de renuncia.
Pero como la funcionaria sobrevivió a la ola de cambios, en el ministerio de Industria creen que Kicillof ahora quiere coparle la cartera a Giorgi como hizo en Agricultura o Cancillería, donde metió a hombres de su confianza para monitorear a Carlos Casamiquela o Héctor Timerman.
Esta avanzada del ministro de Economía sobre otras áreas y la creciente influencia de Capitanich, está provocando un realineamiento de las figuras dentro del gobierno y sembrando interrogantes en los funcionarios que analizan cómo evoluciona la situación. “Che, ¿de qué lado nos vamos a parar?”, preguntaba ayer un kirchnerista en la Casa Rosada.
Pero también hay incertidumbre acerca de cómo se posicionará Cristina Kirchner cuando retome el ritmo habitual de sus tareas o si la interna se agrava. “Creo que va a estructurar el poder en torno a Kicillof”, arriesgó un dirigente peronista ante la consulta de LPO.
A favor de ese análisis hay dos factores claves. En principio, Cristina tiene una preferencia ideológica por Kicillof, a quien le fue dando cada vez mayores responsabilidades. Pero más importante es que Axel no es, políticamente hablando, una sombra para la Presidenta.
En cambio, Capitanich sí puede convertirse en un competidor y ya demostró que tiene independencia para actuar sin pedir permiso, algo que suele ser considerado un pecado en el kirchnerismo. Justamente esa característica es una de las que más le reconocen en el peronismo: “Es el único que nos dio un poco de aire fresco”, admiten.
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Particularmente y como Kirchnerista, considero que debemos generar un cambio drástico con éstas modalidades, las posturas sobradoras y/o de autosuficiencia frente a sus compañeros...las persecuciones cuando algo no nos gusta y una serie de modalidades que nos hacen perder mucho tiempo que se traduce en un alto costo económico para nuestra Nación....
El que aun no aprendió a trabajar en equipo, debe dejar su función o nuestra Presidenta, lo debe poner en el lugar que le corresponde; si es posible, afuera del gobierno. Nadie es imprescindible y los costos que se generan los pagamos todos... No tiene gollete.
Particularmente y como Kirchnerista, considero que debemos generar un cambio drástico con éstas modalidades, las posturas sobradoras y/o de autosuficiencia frente a sus compañeros...las persecuciones cuando algo no nos gusta y una serie de modalidades que nos hacen perder mucho tiempo que se traduce en un alto costo económico para nuestra Nación....
El que aun no aprendió a trabajar en equipo, debe dejar su función o nuestra Presidenta, lo debe poner en el lugar que le corresponde; si es posible, afuera del gobierno. Nadie es imprescindible y los costos que se generan los pagamos todos... No tiene gollete.