El triunfo en siete de las ocho provincias que renovaron senadores el 23 de octubre no conformó a la Casa Rosada a la hora de planificar un intenso año parlamentario, como se presume que será 2012.

Mucho más cuando, en el actual esquema, el kirchnerismo podría volver a depender de la voluntad de Carlos Menem, ya no para que no se pliegue a la furia opositora, sino para que levante la mano ante las cámaras como un oficialista más en leyes elementales para la gestión de Cristina. ¿Alguien lo imagina dando el voto final para una ley que contenga un nuevo ajuste?

Es que para el año que viene se espera un intenso cronograma de proyectos y no todos “populares”, sino que varios podrían estar destinados a combatir los problemas económicos que ya alteran al Gobierno.

El 10 de diciembre el Frente para la Victoria tendrá 32 senadores propios y cinco aliados hasta ahora incondicionales: el neuquino Horacio Lores, la santafesina Roxana Latorre, la rionegrina María José Bongiorno, los fueguinos María Rosa Díaz y Osvaldo López. Menem, casi siempre, fue funcional con su ausencia.

Con este esquema, el kirchnerismo tiene los 37 votos para iniciar una sesión y aprobar por mayoría simple cualquier expediente. Suficiente para desterrar cualquier embestida opositora pero demasiado justo para ambicionar un paquete de leyes conflictivas, que podrian complicarse con el simple retraso de un vuelo de Aerolíneas.

Pichetto tomó nota de este riesgo y puso manos a la obra para conseguir algunos votos más en noches conflictivas y evitar, ante todo, que la oposición se una ante cualquier circunstancia.

Según confirmaron fuentes parlamentarias a LPO su primer paso fue avisar que no habrá revancha por el golpe que recibió de la oposición en 2009, cuando se hicieron del control de todas las comisiones.

Pero la expectativa está puesta en un grupo de senadores que ya han dado muestras de no responder a ninguna bancada y ahora, ya en otro contexto, podrían ayudar al oficialismo sin costo político alguno.

La mira está puesta en el porteño Samuel Cabanchick, los correntinos José Roldán y Josefina Meabe, la pampeana María Higonet y el santafesino Carlos Reutemann.

Alejado hace más de un año de Carrió, quien lo llevó al Senado, Cabanchick ya mostró ascendencia al bloque K en diciembre de 2010, cuando habilitó el nombramiento del jefe de inteligencia del Ejército.

Roldán oficializó su alejamiento definitivo del bloque UCR, del que siempre fue un quejoso aliado, por haber llegado al Senado en la lista del ex gobernador Arturo Colombi, con orígenes en el partido centenario.

En la sesión de hoy manifestó su disconformidad con el reparto de poder en la bancada radical y Luis Naidenoff, el nuevo jefe de la bancada, lo desconoció como uno de sus dirigidos.

Higonet votó siempre junto a su jefe político, el pampeano Carlos Verna, enemistado con la Casa Rosada tras el convulsionado cierre de listas de su provincia. Para aminorar esas diferencias, se especula que su ladera no siempre imitaría su irascibilidad.

Reutemann es un caso aparte. Solo, votó casi todas leyes promovidas por la oposición el año pasado, pero desde la muerte de Néstor Kirchner se retiró de los armados opositores.

Meabe, líder del Partido Liberal de Corrientes, también votó en la mayoría de las ocasiones con la oposición, pero chocó varias veces con Gerardo Morales y Rodríguez Saá cuando intentaba ser empujada a la fuerza.

Habrá otros senadores sin rumbo. María Eugenia Estenssoro, con mandato hasta 2013, siempre se identificó con Elisa Carrió, cuyo destino político es más que incierto.

Hoy dio una señal: fue la única que alzó la voz para pedir que el Frente Amplio Progresista, con sólo cuatro diputados, le arrebate la vicepresidencia segunda al peronismo federal. Difícil creer que la líder de la Coalición Cívica la llamó para pedírselo.