En abril de 2010, la secretaría de Hacienda, bajo el mando de Juan Carlos Pezoa, aprobó el “Plan de Acción y Presupuesto” para ese año de la Sociedad del Estado Casa de Moneda. Junto al plan, se aprobó el proyecto denominado “Casa de Moneda: equipamiento línea de billetes de banco” que implicaba un desembolso de casi 570 millones de pesos. La partida nunca se ejecutó, y es tal vez la decisión que originó la crisis de los billetes.

Según Clarín, la resolución 153/2010 de Hacienda, cuyo facsímil se reproduce, señalaba que dicho proyecto consistía en la “adquisición de una nueva planta ‘llave en mano”, que tiene como objetivo “acelerar el ritmo de impresión de papel moneda a partir del año 2010 (se estima su puesta en marcha durante el cuarto trimestre del ejercicio), y así normalizar la política de stock del Banco Central”.

También se mencionaba la incorporación de un rediseño de los billetes –sin agregar papeles de mayor denominación– a manera de adhesión del BCRA a los festejos por el Bicentenario de la Revolución de Mayo.

Nada de ello ocurrió. La partida nunca se ejecutó y todavía no se sabe si se incorporará en el presupuesto 2011.

Como es obvio, tampoco se normalizó la política de stock del BCRA, no al menos con los billetes nacionales, ya que se encargó una partida de 160 millones de billetes de $ 100 a Casa de Moneda Brasil.

Tampoco hubo billetes conmemorativos. Días atrás Mercedes Marcó del Pont admitió públicamente que dio de baja ese proyecto –que data del mandato de Martín Redrado– porque le pareció “excesivamente costoso”.

El plan 2010 estimaba una producción de 450 millones de billetes.

Es una cifra que claramente quedó desbordada. En las últimas semanas de diciembre los brasileños empezaron a mandar el pedido por 160 millones de billetes que terminarán de llegar en febrero. Es decir que en un trimestre se contrató el 35% de los billetes que pensaba producir Casa de Moneda en todo el año.

Ni en Economía ni en el Banco Central quisieron explicar qué pasó con la partida presupuestaria y por qué no se ejecutó. Las sospechas están a la orden del día.

Hay quienes dicen que el dinero se destinaría directamente a comprar “llave en mano” la planta de Ciccone Calcográfica , la tradicional empresa impresora que presentó su quiebra a mitad de año.

Entre los muchos acreedores de Ciccone, aparece la AFIP, con 239 millones de pesos . Justamente en algún momento se mencionó la posibilidad de una “condonación” de esa deuda como paso previo a poner a Ciccone a imprimir billetes, pero eso finalmente no ocurrió. Lo que sí se dio es que AFIP levantó el pedido de quiebra, aunque desmintió que le perdonara la deuda. También circularon sospechas de que la plata destinada a comprar la planta llave en mano fue considerada excesiva, una manera eufemística de hablar de sobreprecios.

Esa discusión, que llevó a la no toma de decisiones, siguió con la falta de billetes, que terminó obligando al Banco Central a contratar los servicios de los brasileños.

Pero en el medio se produjo el faltante de fin de año y la histeria colectiva. Ahora el Central apuesta a que el retorno de los billetes a los bancos –siguiendo la secuencia lógica de la circulación de los pesos tras una fuerte demanda como la que ocurre a fin de año- descomprima la situación.

Nada se sabe por ahora si la Secretaría de Hacienda retomará los planes de inversión para la Casa de Moneda. Lo paradójico es que esa dependencia está bajo el mando de Pezoa, quien hasta 2003 ocupó, ni más ni menos, la presidencia de Casa de Moneda.