Se llama Carlos Pellegrini, pero no tiene nada de prócer. El titular de la comisión gremial interna del Banco Central intentó sin éxito durante las últimas semanas paralizar la actividad del organismo monetario y complicar la distribución de billetes, en momentos en que el Central debió tomar medidas para atender la mayor demanda de efectivo. Así lo confirmaron fuentes gremiales y del sistema bancario.

Carlos Pellegrini abandonó en los últimos días su bajo perfil para cuestionar a la conducción del Central por la escasez de billetes. Pero su raid mediático escondió en verdad la búsqueda de mayor adhesión a sus medidas de fuerza, que no lograron afectar la actividad normal del Banco Central.

Pellegrini está alineado con el sector de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) que responde al docente Hugo Yasky y entró en conflicto recientemente con el directorio del Central cuando éste rechazó su reclamo de una gratificación anual de casi 8.000 pesos. Los empleados del banco reciben un bono anual desde hace varios años que mejora sensiblemente sus remuneraciones. Además, percibieron como gratificación anual un plus de más de 4.000 pesos, que aprobó el directorio.

Pellegrini, para sorpresa de los propios empleados del Central, decidió lanzar un plan de lucha por esa diferencia monetaria, al que agregó un insólito pedido de derogar el impuesto a las ganancias para los empleados del banco. La movida culminó con un nuevo llamado al paro, que apenas congregó a un grupo de bombistas ajenos al banco en la puerta de la entidad. Durante el mes de diciembre la comisión interna llamó a tres paros de actividades que pasaron sin pena ni gloria. En el Central se limitaron a señalar que la actividad durante los días en que hubo medidas de fuerza fue “absolutamente normal”.

Además de los cuestionamientos internos, Pellegrini ya sufre el distanciamiento de quien venía siendo su referente político, Hugo Yasky. Es que en la CTA no son pocos los que se preguntan si la virulencia con que salió a cuestionar a la conducción del banco esconde algún acuerdo con sectores de la banca que preferirían a otra figura “más amigable” al frente de la institución.