Pensado con antelación y minucioso cálculo político o no, lo cierto es el que el velatorio de Néstor Kirchner logró enfocarse más en Cristina que en él y proyectarla a ella y al futuro de su gestión.

Tres decisiones fueron claves para lograr este escenario: un cajón cerrado que evitara mostrar el fin de una era y pusiera el foco en la Presidenta actual, la elección de la Rosada para despedir los restos que impidiera el paso de una oposición indeseada y una caravana a la que convocaban a participar desde las calles.

Se organizó el velatorio público –luego de que el privado se desarrolló en El calafate con absoluto hermetismo- y evitó la tradición de despedir a un ex presidente en el Congreso. En Balcarce 50 – y no en Hipólito Yrigoyen 1800- es donde está el poder real, donde se sienta el Ejecutivo. Y desde allí pudieron evitar que dirigentes políticos como Julio Cobos y Eduardo Duhalde, participaran de una ceremonia que logró el pasó de miles de argentinos, entre los que hubo oficialistas, opositores y figuras del espectáculo y la cultura.

“El Parlamento es el lugar donde se escuchan las distintas voces, donde están representados los diferentes sectores y espectros políticos, el Gobierno eligió, en cambio, el espacio donde se sienten más cómodos. Y eso es un mensaje político”, analizó Mariel Fornoni de Management & Fit.

“Puede ser un símbolo del lugar al que él `perteneció´, pero también fue una manera de filtrar la entrada de algunas personas de la oposición. El Parlamento es, por definición, un lugar público”, agregó el analista político, Manuel Mora y Araujo.

A la Rosada llegó desde Río Gallegos el cajón donde estaban los restos de Kirchner completamente cerrado. Y así quedó durante dos días. “Fue una decisión tomada estrictamente por la familia", explicó esta mañana la propietaria de la empresa fúnebre, María Inés Hilero, a radio 10. Esta decisión, costumbre de muchos argentinos, permitió que se mantuviera la imagen viva del ex presidente y que todos los ojos no se posaran en el hombre que en los últimos seis años supo acumular poder y que ya no estaba sino, en quien en Cristina, la sucesora y ahora la signada a continuar “el modelo”. Algo que fue respaldado con cada grupo de personas que entraban desde la Plaza de Mayo y rompían el silencio con gritos como: “¡Fuerza Cristina!”, “¡Vamos Cristina!”, seguidos de aplausos.

Pero no sólo la organización del velatorio reforzó la imagen de una Cristina fuerte que entró a paso firme en la Casa Rosada a despedir a su marido y que apenas se quebró en un par de ocasiones. La impresionante fila de gente que esperaba en Plaza de Mayo para ingresar en Balcarce 50, una columna que llegó a la avenida 9 de Julio, con un tiempo de espera de 7 horas, fue una clara demostración de apoyo popular. Acto que continuó gracias a la publicación, un día antes, del recorrido que iba a hacer la caravana fúnebre.

Miles de militantes de las distintas agrupaciones y los sindicatos que apoyan al Gobierno se apostaron desde la mañana en las veredas por las que iba a pasar el auto con el cajón cerrado de Kirchner desde la Rosada hasta el Aeroparque metropolitano. El ex presidente será enterrado en Río Gallegos, su ciudad natal.

La reelección de Cristina y la teoría del “pato rengo”

Ayer a la noche, sorprendió el canciller Héctor Timerman confirmando algo que en las filas kirchneristas asumían. Cristina irá por la reelección presidencial.

Así contó la periodista de CNN, Patricia Janiot, en la red social Twitter. Contó que el ex embajador argentino en Estados Unidos le había confesado que “Cristina Fernández de Kirchner buscará su reelección”.

Esta idea de continuidad evita que el Gobierno caiga en lo que se conoce como “el síndrome del pato rengo”, como se les dice a los presidentes que pierden su capacidad de decisión, algo que suele suceder al final de sus mandatos.

“Con el anuncio de una reelección, que es lógico, Cristina evita que se considere que le ciclo del kirchnerismo está cumplido, da expectativa de continuidad y de que lo que hace lo piensa en función de otro mandato”.