04 de mayo, 2024
ClarÃn confirma primicia de LPO: distorsionan datos del campo
Como adelantó LPO, lejos de sincerar las cifras oficiales, cada vez las oculta más y presionan al INTA y la Bolsa para que distorsionen datos del campo. Ahora denuncian que la SecretarÃa de Agricultura dejó de difundir los números sobre la exportación de carnes, siembra, operaciones comerciales y producción de leche.
El Indec ya no es el único organismo del Estado sobre el que pesa una fuerte sospecha. Como anticipó La Política Online, ahora presionan a la Bolsa y al INTA para que distorcionen los datos del campo -sector enfrentado con el Gobierno- y la Secretaría de Agricultura dejó de publicar algunas cifras claves.
Se trata de una impresionante primicia de La Política Online -publicada el 6 de agosto pasado-, que hoy levanta el diario Clarín. Según señala el matutino las autoridades interrumpieron la publicación de al menos quince series estadísticas sobre la producción y el comercio de los bienes agropecuarios. El desangre informativo es tan grande que la Argentina, uno de los grandes productores mundiales de alimentos, no cuenta en este momento y desde hace un año con datos confiables de su principal sector productivo.
"Esto es una caza de brujas", relató ayer a Clarín, una técnica que hizo toda su carrera en el organismo y a la que ahora le han quitado hasta la oficina. Como en el INDEC, muchos funcionarios han sido desplazados de sus cargos y quedaron sin funciones. Y hasta áreas completas, como la de Estimaciones Agrícolas, con 100 trabajadores en su haber, permanecen a la deriva. Su pecado fue informar, en marzo pasado, que la sequía hacía estragos en los cultivos. Por orden del secretario Carlos Cheppi desde entonces no se publica más nada y el país no tiene dato oficial de sus cosechas.
Pero el gran demoledor de la estadística productiva fue el actual titular de la AFIP, Ricardo Echegaray. En abril de 2008, en plena guerra con el agro, fue designado al frente de la ONCCA. A la par de montar un nuevo régimen para la exportación de carne, lácteos y granos, Echegaray se apropió de todo el flujo estadístico sobre la operatoria comercial de esos sectores.
En el sector agrícola, que moviliza US$ 30.000 millones al año, dejaron de publicarse desde 2008 datos claves, como las compras de granos por parte de molinos, aceiteras y exportadores; la evolución de los embarques; y hasta los stocks que hay en el campo. En el país de la soja, nadie sabe cuánta soja queda y quién la tiene.
"No tenemos datos de área, ni de rinde, ni de producción. No hay datos de stocks, ni datos de compras y ventas", se quejó el analista Gustavo López. En tal desconcierto se puede escuchar de todo. La ministra Débora Giorgi, por caso, vaticinó una cosecha de 96 millones de toneladas, cuando todos los expertos pronostican 80 millones.
Las Bolsas de Cereales, en Buenos Aires y Rosario denunciaron esta situación e intentan suplir con estudios propios los datos que el Estado hoy oculta.
Sin una contraparte oficial, hasta el Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA) ahora busca en esas entidades privadas los datos que ya no publica Agricultura. En Chicago resulta invalorable la información que en la Argentina se destruye.
En el negocio de la carne la situación es semejante. Desde 2008 no se conoce cuántas vacas se matan y en qué frigoríficos. La ONCCA ahora sólo informa un valor global, con meses de atraso. Cosa insólita, tampoco hay datos sobre qué empresas se benefician con los permisos de exportación de carne. Es decir, el Estado beneficia a alguien pero no dice a quién. "Esto es peor que el INDEC, porque se impide a todo el sector tomar decisiones en función de lo que realmente ocurre", criticó Miguel Schiaritti, de CICCRA.
En momentos de crisis lechera, parece un pecado la destrucción de los datos públicos sobre el sector. Pero hace un año también se discontinuó la publicación del Precio de Referencia para la leche. De ese valor oficial se valían los tamberos para defender su producción.
Un ex funcionario ensayó una explicación: "Al no publicar datos desagregados, ahora pueden dibujar los resultados, aunque ya nadie cree nada. Pero hay consecuencias graves, crece la incertidumbre en el mercado y se reducen los valores pagados al productor".
Se trata de una impresionante primicia de La Política Online -publicada el 6 de agosto pasado-, que hoy levanta el diario Clarín. Según señala el matutino las autoridades interrumpieron la publicación de al menos quince series estadísticas sobre la producción y el comercio de los bienes agropecuarios. El desangre informativo es tan grande que la Argentina, uno de los grandes productores mundiales de alimentos, no cuenta en este momento y desde hace un año con datos confiables de su principal sector productivo.
"Esto es una caza de brujas", relató ayer a Clarín, una técnica que hizo toda su carrera en el organismo y a la que ahora le han quitado hasta la oficina. Como en el INDEC, muchos funcionarios han sido desplazados de sus cargos y quedaron sin funciones. Y hasta áreas completas, como la de Estimaciones Agrícolas, con 100 trabajadores en su haber, permanecen a la deriva. Su pecado fue informar, en marzo pasado, que la sequía hacía estragos en los cultivos. Por orden del secretario Carlos Cheppi desde entonces no se publica más nada y el país no tiene dato oficial de sus cosechas.
Pero el gran demoledor de la estadística productiva fue el actual titular de la AFIP, Ricardo Echegaray. En abril de 2008, en plena guerra con el agro, fue designado al frente de la ONCCA. A la par de montar un nuevo régimen para la exportación de carne, lácteos y granos, Echegaray se apropió de todo el flujo estadístico sobre la operatoria comercial de esos sectores.
En el sector agrícola, que moviliza US$ 30.000 millones al año, dejaron de publicarse desde 2008 datos claves, como las compras de granos por parte de molinos, aceiteras y exportadores; la evolución de los embarques; y hasta los stocks que hay en el campo. En el país de la soja, nadie sabe cuánta soja queda y quién la tiene.
"No tenemos datos de área, ni de rinde, ni de producción. No hay datos de stocks, ni datos de compras y ventas", se quejó el analista Gustavo López. En tal desconcierto se puede escuchar de todo. La ministra Débora Giorgi, por caso, vaticinó una cosecha de 96 millones de toneladas, cuando todos los expertos pronostican 80 millones.
Las Bolsas de Cereales, en Buenos Aires y Rosario denunciaron esta situación e intentan suplir con estudios propios los datos que el Estado hoy oculta.
Sin una contraparte oficial, hasta el Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA) ahora busca en esas entidades privadas los datos que ya no publica Agricultura. En Chicago resulta invalorable la información que en la Argentina se destruye.
En el negocio de la carne la situación es semejante. Desde 2008 no se conoce cuántas vacas se matan y en qué frigoríficos. La ONCCA ahora sólo informa un valor global, con meses de atraso. Cosa insólita, tampoco hay datos sobre qué empresas se benefician con los permisos de exportación de carne. Es decir, el Estado beneficia a alguien pero no dice a quién. "Esto es peor que el INDEC, porque se impide a todo el sector tomar decisiones en función de lo que realmente ocurre", criticó Miguel Schiaritti, de CICCRA.
En momentos de crisis lechera, parece un pecado la destrucción de los datos públicos sobre el sector. Pero hace un año también se discontinuó la publicación del Precio de Referencia para la leche. De ese valor oficial se valían los tamberos para defender su producción.
Un ex funcionario ensayó una explicación: "Al no publicar datos desagregados, ahora pueden dibujar los resultados, aunque ya nadie cree nada. Pero hay consecuencias graves, crece la incertidumbre en el mercado y se reducen los valores pagados al productor".
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